Políticas feministas, políticas de mayorías

Nuestra agenda no es de minorías, sino que, por el contrario, es la de una inmensa mayoría social con las mujeres y LGBTI+ al frente

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La agenda de nuestro feminismo es una agenda de mayorías y que conecta de manera plena con las necesidades más urgentes de nuestro pueblo (Nicolás Stulberg)
La agenda de nuestro feminismo es una agenda de mayorías y que conecta de manera plena con las necesidades más urgentes de nuestro pueblo (Nicolás Stulberg)

El pasado domingo sufrimos un claro revés electoral. El mensaje fue contundente: la ciudadanía nos señaló que los esfuerzos desplegados por este gobierno han sido insuficientes para protegerla de los efectos de la crisis económica heredada y profundizada por la pandemia. No valen las excusas ni alcanzan las buenas intenciones cuando los ingresos y la calidad de vida de nuestro pueblo se deterioran. Tampoco se le puede seguir pidiendo paciencia a una sociedad lastimada y agobiada por la pandemia, que necesita del Estado y de una política cercana a sus problemas y con respuestas eficaces. Como parte del gobierno y como militantes del Frente de Todos, nuestra respuesta debe ser escuchar más, trabajar más, transformar más. No hay otro camino.

Sin embargo, algunas voces han salido a construir la idea de que la derrota electoral del FDT se debe a una supuesta priorización de una “agenda de minorías”. ¿A qué se refieren? Sorprendentemente, no están hablando del descontento de algunos pocos por tener que aportar un 2% de sus grandes fortunas para ayudar a paliar la crisis sanitaria. Tampoco de la libertad que reclaman algunos para maximizar sus ganancias, aún al precio de vaciar la mesa de millones de argentinos y argentinas. No, la “agenda de minorías” sería, para estas voces, aquella que levanta el movimiento feminista y que se ha plasmado en una muy activa política de géneros y diversidades por parte de nuestro gobierno. Notable lectura.

La contraposición entre las políticas de géneros desplegadas y las falencias que haya tenido nuestra gestión en otros temas de la agenda económica, social o educativa es sencillamente absurda. ¿Realmente alguien puede pensar que las dificultades para bajar la inflación o generar más puestos de trabajo se explican porque estábamos “distraídas” con el DNI no binario o terminando para siempre con el aborto clandestino? El absurdo no nos exime de la necesidad de polemizar con estos discursos, sobre todo porque son parte de una estrategia internacional que busca sistemáticamente hacer retroceder los derechos de mujeres y LGBTI+. Por supuesto que no todos aquellos que enuncian este balance electoral son parte de esa estrategia, pero hay que ser consciente de que la misma existe y se despliega. Desde posiciones abiertamente reaccionarias, como las que puede expresar Bolsonaro, Milei y algunos poderes religiosos, se plantea que el peligro es la llamada “ideología de género”. Al interior del campo nacional y popular, esta estrategia se despliega buscando dejar en un lugar accesorio y secundario las reivindicaciones del feminismo.

Nuestra agenda no es de minorías, sino que, por el contrario, es la de una inmensa mayoría social con las mujeres y LGBTI+ al frente. La lucha por el aborto mostró una extraordinaria masividad y un carácter transversal que le otorgó una enorme potencia. La misma transversalidad que se expresó en la aprobación del cupo laboral travesti y trans, que busca propiciar el acceso al trabajo con plenos derechos para un sector de la población históricamente olvidado y vulnerado. Esa transversalidad no nos impide señalar que no es casualidad que esas conquistas se produzcan siempre en el marco de gobiernos populares.

La agenda de nuestro feminismo es una agenda de mayorías y que conecta de manera plena con las necesidades más urgentes de nuestro pueblo. Las mujeres somos 7 de cada 10 en el sector más pobre de nuestra sociedad, tenemos ingresos más bajos y nuestra tasa de desocupación en la juventud es mucho más alta que el promedio: casi un 25%. Nuestras políticas públicas, seguramente insuficientes, apuntan a fortalecer a esas mujeres y convertirlas en protagonistas de la Argentina que viene.

Lo mismo podemos decir de la lucha contra las diversas formas de violencia por motivos de género, un mandato que asumimos con la máxima responsabilidad. Esa violencia atraviesa al conjunto de nuestra sociedad y requiere políticas de Estado y grandes cambios culturales.

Las desigualdades en el plano laboral, económico, político, entre otros, tienen como contracara las violencias por motivos de género
Las desigualdades en el plano laboral, económico, político, entre otros, tienen como contracara las violencias por motivos de género

Las desigualdades en el plano laboral, económico, político, entre otros, tienen como contracara las violencias por motivos de género. Es por eso que trabajamos tanto para reducir las brechas de desigualdad, como en la prevención, la asistencia y el fortalecimiento a la justicia de quienes atraviesan estas violencias. Para ello, desarrollamos una serie de políticas con alcance federal y territorial. Priorizamos aquellas que acompañan a quienes no tienen autonomía económica –más de 45 mil mujeres son asistidas con un salario mínimo y apoyo profesional por el Estado durante 6 meses por el Programa Acompañar, a la par que apoyamos económicamente la creación de emprendimientos productivos que incluyan mujeres o LGBTQ que estén o hayan estado en situación de violencia de género-.

Tal vez algunxs de los que buscan reducir las políticas de géneros y diversidad al uso del lenguaje inclusivo no sepan estas cosas. Otrxs lo saben, y eligen la construcción de un feminismo caricaturizado, porque su objetivo es que las mujeres retrocedamos en nuestra agenda de cambio.

Eso no pasará. Las mujeres y LGBTI+ del movimiento nacional y popular hemos tolerado ya demasiado que nuestras demandas hayan sido consideradas secundarias o “liberales”. Eso no lo permitiremos más. Nuestro feminismo popular se sabe parte fundamental de cualquier proyecto popular de transformación, y nosotras, militantes feministas del FDT, no vamos a abandonar el protagonismo en favor de una política supuestamente de “mayorías”, pero en realidad masculinizada, jerárquica y limitada. No casualmente quienes las enuncian siempre se han opuesto a las políticas que mejoran la vida a nuestro pueblo.

Somos nosotras centralmente quienes cuidamos en nuestros hogares y llevamos adelante los cuidados en nuestras comunidades y en la sociedad, somos nosotras quienes cocinamos en cada barrio, en cada olla, merendero y comedor en todo el país; quienes no solo sufrimos violencias en nuestras casa, nuestros trabajos, en las calles, en los hospitales, en los medios de comunicación y en el ámbito político solo por ser mujeres y LGBTQ+; sino que también somos nosotras quienes acompañamos a cualquier hora a una compañera, hermana, mujer desconocida que necesita salvar su vida o está muerta de miedo; somos nosotras quienes hacemos política en sindicatos, universidades, movimientos sociales, partidos políticos congeniando las tareas y roles de cuidado y salteado las vallas y obstáculos que el sistema nos coloca por salirnos del lugar que se espera de nosotras. Somos nosotras. La mitad del país y de la humanidad.

Y ahora, además estamos organizadas, sin importar si algunas nos llamamos feministas y otras no, sin importar si algunas tienen más obstáculos, o más dolores, o más golpes que otras. Así, con una enorme historia atrás nuestra, con maestras que siempre han marcado el camino llegamos a protagonizar el movimiento nacional y popular y lo vamos a seguir haciendo. Porque una Argentina más justa, libre e igualitaria es con nosotras. Porque sin feminismo popular no hay justicia social.

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