En defensa de los militares afganos

La retirada de Estados Unidos y sus aliados implicó el cese automático de este enorme esfuerzo logístico de sostenimiento de las fuerzas regulares

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Militares del Ejército Afgano
Militares del Ejército Afgano

Los afganos históricamente han dado claras muestras de combatir con éxito contra potencias mundiales. En el siglo XIX y comienzos del siguiente, entre 1839 y 1919, se libraron tres guerras entre Gran Bretaña (entonces primera potencia global) y los afganos. Afganistán era un país clave por ser un “estado tapón” entre el Reino Unido y Rusia, que pugnaban por la hegemonía en esa región, la que se denominaba en términos estratégicos “el gran juego”. Los afganos combatieron con éxito en esas seis décadas, logrando su independencia.

En la segunda mitad del siglo XX, la Unión Soviética -que disputaba a Estados Unidos la hegemonía militar global en el marco de la Guerra Fría- invadió el país en 1979, para llevar a sus aliados comunistas al poder nuevamente. El fusilamiento de 27.000 afganos pro soviéticos en una cárcel fue el desencadenante de esta invasión. Las tropas de la URSS lucharon sin éxito durante una década, apoyadas por una fuerza militar local organizada por ellas. En 1989 se retiraron sin haber logrado su objetivo.

Por último, en el siglo XXI, entre 2001 y 2021, es Estados Unidos, primera potencia militar global, la que se retira sin haber cumplido sus objetivos -pese a la retórica de Biden- tras dos décadas de intensas operaciones militares. En el gobierno de Obama llegó a tener 100.000 hombres desplegados en el país. En menos de dos siglos, en Afganistán fueron derrotados el Reino Unido en varias oportunidades, la Unión Soviética y los Estados Unidos, que actuaron en el marco de la OTAN.

El presidente Biden se mostró sorprendido por el derrumbe de las fuerzas militares regulares afganas, sin advertir de que en realidad se trató de un “colapso logístico”. El presidente estadounidense dijo que la rápida derrota de los 300.000 hombres del ejército, la Fuerza Aérea y la policía afganas por parte de 70.000 talibanes, sólo se explicaba por la falta de voluntad de combatir de los militares del gobierno afgano pro estadounidense, que estaban según él, perfectamente equipadas y organizadas.

Es cierto que durante los 20 años transcurridos, Estados Unidos invirtió 82.000 millones de dólares en organizar estas Fuerzas. Quizás tuvo como referencia que el ejército estadounidense tiene 450.000 hombres y el número de los afganos armados del gobierno pro estadounidense, es de dos tercios de ellos. Se trató de una fuerza armada equipada con el modelo estadounidense en cuanto a doctrina, organización y equipamiento. Sostener una fuerza de este tipo implica enormes cantidades de munición, gasolina, alimentos, salarios y desde ya, hoy en día, tecnología. En muchas de las operaciones de Estados Unidos y sus aliados en Irak y Afganistán en las últimas dos décadas, el sostenimiento logístico empleaba más hombres que las operaciones en sí mismas.

Proteger los depósitos y los convoyes llevaban gran parte del esfuerzo militar. Pero sin ello el flujo logístico de una fuerza regular moderna se torna imposible. La logística es una palabra de origen militar que ha pasado a ser utilizada en el mundo de la empresa, y en particular en actividades como la distribución del comercio electrónico. Sí es cierto el alto grado de corrupción existente en el gobierno afgano pro estadounidense. Pero ello era conocido cuando el ex presidente -hoy prófugo- fue elegido años atrás con el apoyo de Washington.

El tema clave es que la retirada militar de Estados Unidos y sus aliados, implicó el cese automático de este enorme esfuerzo logístico de sostenimiento de las fuerzas regulares afganas. Sin munición, combustible, alimentos, salarios y tecnología, una fuerza armada grande y moderna colapsa en forma inmediata e inevitable.

Sin el cese del esfuerzo logístico, no era posible la retirada militar de las fuerzas occidentales de Afganistán. Los depósitos se fueron vaciando a medida que la retirada militar se iba realizando. El envío de suministros se fue suspendiendo. Es en este contexto que se produce la desarticulación y el derrumbe militar de las fuerzas afganas. Enfrentando una situación de cese logístico similar, cualquier fuerza militar hubiera colapsado.

Las necesidades políticas jugaron un rol. La intención de Biden de concretar la retirada total antes del 11 de septiembre, cuando se cumplen los 20 años del ataque a las Torres Gemelas, llevó a este desenlace. Es cierto que retirar las tropas de Afganistán fue un objetivo sucesivo de Bush (hijo), Obama, Trump y Biden. Pero los efectos políticos negativos que parece haber generado la toma del poder por los talibanes en Afganistán, recae sobre el actual presidente. Lo que suceda ahora con los 300.000 hombres no es claro. Algunos serán capturados y ejecutados; otros ya han huido a países limítrofes, incluido el vicepresidente, que hace más de una semana se encuentra en Tayikistán. Otros buscarán unirse a tribus afganas del interior del país, que seguramente enfrentarán a los talibanes como fuerzas irregulares. También es evidente que la precipitada retirada estadounidense fue un golpe decisivo para la voluntad de lucha de las fuerzas afganas.

Pero el efecto geopolítico es claro: ha ganado China. Desde hace algunos meses, cuando se percibió que las negociaciones entre Estados Unidos y los talibanes que se realizaban en Qatar, sin la participación del gobierno afgano, era el principio del fin del conflicto, China estableció entonces relaciones con los talibanes.

La ubicación geográfica del país es realmente estratégica. Hacia al sur tiene fronteras con Irán y Pakistán; hacia el norte, con tres países de Asia Central: Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán; por un estrecho corredor terrestre la tiene también, al este, con China. Los tres países de Asia Central mencionados formaron parte de la Unión Soviética hasta 1990. Ahora, seguramente la relación de China con Pakistán se hará más estrecha, y la influencia de Beijing en el Asia Central, que es un “colchón” entre Rusia y la potencia asiática, será más fuerte.

El primer mensaje internacional de los talibanes estuvo dirigido a establecer buenas relaciones con China y Rusia. Con la segunda no será fácil, por el pasado que implica la sangrienta guerra reciente entre los dos países. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas convocó a un esfuerzo mundial para evitar que la caída de Afganistán en manos de los talbianes, permita nuevamente al terrorismo internacional, disponer de una base de operaciones en este país, como tuvo Al Qaeda al momento de producirse el atentado de las Torres Gemelas. Por su parte, el presidente estadounidense ha advertido que si eso sucediera, Estados Unidos volvería a actuar militarmente, con gran contundencia. Ahora, las tropas estadounidenses que se mantienen en Irak se retirarán antes del último día de 2021. Son pocos miles de hombres, como los que quedaban en Afganistán, pero hay quienes temen que esta nueva retirada precipite al país a una nueva guerra civil, como la librada en los últimos años contra el Estado Islámico.

En conclusión: los afganos derrotaron militarmente a británicos, rusos y estadounidenses a lo largo de casi dos siglos, demostrando una voluntad de lucha singular; el colapso de las fuerzas regulares afganas se explica fundamentalmente por el cese en el flujo logístico que lo sostenía; cualquier fuerza regular moderna que enfrentara una situación similar, también colapsaría; por último, la consecuencia inmediata de la toma del gobierno del país por los talibanes es un aumento de la influencia geopolítica china en la región, y el riesgo de un retorno del terrorismo islámico.

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