Los Fiorito: la convivencia en cuarentena de una familia de ajedrecistas donde a veces gana el más pequeño

El papá y sus dos hijos varones son fanáticos del ajedrez y encabezan los rankings de sus categorías. Pasan la cuarentena jugando y estudiando juntos la mayor parte del día. Los estilos de cada uno

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Roxana, la madre, es la única que no compite. Fabián, el padre fue subcampeón argentino y ganó un Mundial por equipos. Joaquín y Pancho son líderes en sus categorías en el ajedrez metropolitano.
Roxana, la madre, es la única que no compite. Fabián, el padre fue subcampeón argentino y ganó un Mundial por equipos. Joaquín y Pancho son líderes en sus categorías en el ajedrez metropolitano.

Esta es la historia de una familia que influida por los hechizos de un juego sobrelleva de manera singular los actuales tiempos de cuarentena; padres e hijos giran sus rutinas diarias en torno del ajedrez, un aliado incondicional de la paciencia, acaso, necesaria para que resulte más amena la convivencia. Así, el enroque familiar transita el aislamiento social preventivo y obligatorio en armonía. O casi…

Los Fiorito son una familia de ajedrecistas, papá Fabián tiene 51 años y el título de maestro internacional, en su palmarés reluce un subcampeonato argentino, la conquista de un Mundial por equipos Sub26 (en Brasil, en 1993), acompañante de Pablo Zarnicki en la obtención del Mundial Juvenil en 1992, y ganador en dos ocasiones del Abierto Ciudad de Mar del Plata y el de Villa Ballester. Actualmente es el profesor y director de la escuela de talentos del Círculo de Ajedrez Torre Blanca. A comienzo del siglo XXI se sumergió en el mundo de Internet y trocó el ajedrez por el póquer On Line. Fue en la red donde conoció a Roxana Heredia, formadora de docentes; profesora de psicología y ciencias de la educación e investigadora educativa, la mamá de sus dos hijos.

El mayor es Joaquín, que el próximo 27 de junio cumplirá 13 años, alumno del 1er año en la escuela Pío IX y actualmente, subcampeón sudamericano Sub12 y N°1 de la argentina en esa categoría. El más pequeño es Francisco (Panchito nació el 14 de agosto de 2010) cursa el 4°grado en el Colegio Primera Junta y es el flamante campeón argentino Sub10. También convive con ellos Catalina (hija de Roxana) que tiene 25 años y es Licenciada en Curaduría en Artes.

Alrededor de las 8 los convoca el desayuno familiar, entre café con leche, mermeladas y mate cocido, cada uno proyecta en voz alta su jornada. Mamá Roxana, antes de encerrarse en el cuarto donde coordinará las tareas para los docentes del Normal N° 3 en San Telmo, el Instituto Superior de profesores Joaquín V. González, en Barrio Norte, y el Instituto de Formación Docente N°11 en Lanús, hará un intento para organizar la agenda hogareña. A veces se disparan estos diálogos.

“Hoy vos Panchito te vas a ponerte al día con la tarea atrasada del colegio, recién después podes jugar al ajedrez”. “No, pará Roxana; hoy tenemos planificado estudiar la variante cerrada de la defensa siciliana. Panchito está flojo en esa línea”, le cuestionará papá Fabián. Y mientras el más chico escucha y observa sin decir palabras, el que interviene ahora es Joaquín. “No me parece que Pancho estudie esa línea; no le favorece para su estilo de juego. Tiene que seguir con la variante abierta de esa defensa”. Cuando todos advierten el inminente estallido, entonces se produce un silencio profundo, las miradas se vuelven cómplices e inquietantes y hasta algún ademán se escapa al aire. En segundos, todos estallarán en risas. Ya se sabe, en el hogar de los Fiorito todo es negociable, menos el ajedrez.

Fabián Fiorito resalta las diferencias en el aprendizaje que tuvo él del ajedrez y el de sus hijos: "Yo aprendí los secretos con los libros, ellos en cambio tiene los programas para la computadora, los sitios en Internet para jugar y a un papá profesor en casa. Es muy distinto".
Fabián Fiorito resalta las diferencias en el aprendizaje que tuvo él del ajedrez y el de sus hijos: "Yo aprendí los secretos con los libros, ellos en cambio tiene los programas para la computadora, los sitios en Internet para jugar y a un papá profesor en casa. Es muy distinto".

“Resulta muy difícil convivir con tres ajedrecistas en casa, pero los entiendo y escucho sus posturas. Llegué incluso a escribir en las redes sociales los temas de debates pero fue mucho más divertido leer después los comentarios de los amigos (risas)”, dijo mamá Roxana.

¿Estás en desventaja y ni siquiera sos del ambiente?

-Aprendí que el ajedrez es el hobby de mi familia; hablan todo el día de ajedrez, incluso el tablero y el reloj viajan con nosotros cuando nos vamos de vacaciones. Aprendí con ellos y mi postura cambió al verlos competir. Yo era una mamá como otras que ven al ajedrez como algo lejano, desconocido y que produce miedo que tu hijo juegueval ajedrez y no al fútbol, pero mis hijos encontraron un terreno donde profundizar la inteligencia emocional y lógica; les despierta la curiosidad. Aprendieron a transpolar sus conflictos y resolverlos como un problema de ajedrez. Se plantan y saben dar sus razones.

-Trabajas en casa por el tema de la cuarentena. ¿Los controlas más?

-No hubo tantos cambios en la vida cotidiana. Sí, me demanda más tiempo y atención trabajar desde casa en el armado de cada clase, pero estoy feliz de saber que están jugando o estudiando ajedrez. No es la play ni un jueguito, el ajedrez los invita a pensar. Incluso, lo veo mejor a Francisco que no tiene la presión de ir a clases, él cree que salvo por las matemáticas ir al colegio es perder el tiempo.

-¿La cuarentena convirtió en un caos tu casa?

-No, estamos organizados en espacio y horarios. Vivimos en un departamento grande y con balcón; no estamos hacinados. Cada uno conoce las áreas para trabajar, estudiar o jugar. Otra ventaja del ajedrez es que los chicos tienen su mundo propio allí y no se desesperan por salir.

Ahora es el turno del papá. Señalado por muchos como el responsable de haberles transmitido a sus hijos la pasión por el milenario juego.

“A pesar que tengo más de 35 años de carrera yo no les inculqué el ajedrez; sólo les enseñé los movimientos y después el tablero se cerró y las piezas volvieron a su caja. Cuando empezaron ir al colegio, Joaquín dejó el fútbol por los torneos escolares de ajedrez y el hermano, por celos o vaya a saber por qué, se enganchó tremendamente. Sé que los tiempos cambiaron, yo aprendí los secretos con los libros, ellos en cambio tiene los programas para la computadora, los sitios en Internet para jugar y a un papá profesor en casa. Es muy distinto".

-¿Y cómo se llevan entre ellos, compiten?

-Y…diría que tienen los conflictos como todos los hermanos. Pelean, lloran pero terminan siempre juntos. Pero todos tenemos el mismo objetivo con el ajedrez: aprender. Por eso nuestro lema es: “Para mejorar, primero hay que querer al juego y después jugarlo”. A los resultados se llega por distintas circunstancias. Por eso intento enamorarlos del juego por la belleza de sus jugadas, sus combinaciones y no por el hecho de vencer al amiguito.

-Y cómo papá y profesor. ¿Cómo son ellos jugando?

-Los dos en verdad son buenos. Panchito es más paciente, tiene más capacidad intuitiva, me gana a mí en partidas Bullet (a 1 minuto para cada jugador), eso habla bien de sus reflejos. En cambio a Joaquín le gusta pensar más, planificar a largo plazo. Estos días de cuarentena nos permitió estar más juntos, yo no puedo salir a dar clases, por lo que estoy más tiempo en casa con ellos y armamos clases de una o dos horas. Así que noté un avance en sus juegos; les vino bien, aunque creo que ahora todo será diferente

Toda la familia se mueve cuando alguno de los integrantes compite en un torneo. Aunque ahora creen que pasará mucho tiempo para volver a jugar en forma presencial.
Toda la familia se mueve cuando alguno de los integrantes compite en un torneo. Aunque ahora creen que pasará mucho tiempo para volver a jugar en forma presencial.

-¿A qué te referís?

-Que no me imagino cuándo volverá a jugarse el ajedrez presencial, frente a otra persona. ¿Cómo haces para no tocarte con tus manos la cara, la boca, o los ojos mientras estás jugando?, o cuando le comamos una pieza al rival ¿la vamos a agarrar con nuestras manos?. Al ajedrez se juega en lugares cerrados con mucha gente y también en espacios reducidos. ¿Cuánto tiempo va a pasar para que todo esto se normalice?

-¿Tu trabajo de profesor de ajedrez se afectó con la cuarentena?

-En lo que se refiere a clases presenciales, sí; incluso en Torre Blanca para mantener a los socios y alumnos ideamos un método de enseñanza a través de Youtube donde subimos cada clase los martes y jueves. A veces me sorprende Panchito (el hijo más chico) porque no sé cómo hace pero se da maña para todo lo que es tecnología y me ayuda con el armado. Tiene mucha intuición, hasta creó su canal, “El niño ajedrecista”.

-¿Y qué hace?

-No, mejor que te lo cuente él.

Francisco Fiorito hace poco más de cuatro años que descubrió el ajedrez; y cuando le restan cuatro meses para cumplir diez años pareciera que el juego para él ya no tiene misterios. Ganó los campeonatos metropolitano y argentino de su categoría, y jugando por Internet partidas Bullet (a 1 minuto para cada jugador) su ranking es de 2400 puntos. Pensemos que un principiante comienza con 1400, y Magnus Carlsen, el campeón mundial tiene aproximadamente 3000. Por eso para no dejar dudas, en la presentación dice: “Cuando sea grande quiero ser ajedrecista”.

“A mí el colegio no me gusta, pero tengo que hacer la tarea. Sólo me divierten los ejercicios de matemáticas. Ahora que estoy más tiempo en casa puedo practicar más ajedrez, aperturas, problemas, posiciones de táctica y estrategia. Juego mucho con la computadora, veo también las partidas entre máquinas y cada transmisión del torneo Magnus Invitational en Chess24”, cuenta el niño que aunque nunca visitó la cancha de Boca Juniors dice, al igual que su hermano, que es el club de sus amores.

Pancho Fiorito resolviendo problemas en tres minutos.

-¿Pero te pasas todos los días jugando ajedrez?

-No, también hago otras cosas. Me gusta leer no solo libros de ajedrez; ahora estoy con “Breves respuestas a las grandes preguntas” de Stephen Hawking. Tengo un canal en Youtube donde analizo partidas, también enseño y juego partidas para mis seguidores, que no son mucho pero ya tengo 138 (risas). Con mi hermano vemos juntos la serie Stranger Things, Perdidos en el Espacio, o películas como Yo Robot o Avengers.

-Pero la estás pasando bárbaro en cuarentena

-Sí, ojalá siga mucho tiempo más. Yo me lavo seguido las manos, pero extraño un poco no poder ir a una plaza o salir a caminar pero ahora tengo más tiempo para jugar y el colegio no me manda tanta tarea, así que juego y estudio ajedrez a la mañana, a la tarde y a la noche. Eso está bueno.

Junto al Panchito está su hermano Joaquín, que sorprende con su estructura de pensamiento y lenguaje para un niño de 12 años.

-Y a vos qué te pasa con la cuarentena. ¿Te molesta?

-Vivimos una situación difícil y complicada, aunque a nosotros nos va bastante bien. Todos tenemos que cooperar para que la línea de la pandemia no crezca. La cuarentena hay que hacerla y nosotros no vamos a salir porque es peligroso; tenemos que cuidarnos y lo mejor es quedarse en casa

-Y tenés tanto tiempo como tu hermano para jugar al ajedrez

-No, sólo después de las 18 o 19 me desocupo. A la mañana lo primero antes de desayunar es hacer la cama y darle de comer a mi mascota, un cobayo. Después de desayunar tengo que ocuparme del colegio que es muy exigente, tengo más de cinco horas de clases y tareas, con videoconferencias y por correo nos mandan los archivos pdf con ejercicios de matemáticas, lengua, literatura, historia, geografía e inglés.

-¿Y después de todo todavía te quedan ganas de ajedrez?

-Sí, antes me gustaba el fútbol y quería ser futbolista pero desde que juego al ajedrez sueño con convertirme en ajedrecista. Me gusta mucho y por eso siempre trato de jugar cuando me convocan a los torneos por equipos para mi club, Torre Blanca, y si a veces al mediodía tengo una media hora libre, me gusta analizar partidas junto a mi papá.

-¿Y jugás con tu hermano y tu papá, quién es mejor?

-Si jugamos todos juntos, no sólo torneos sino también quién resuelve más rápidos los problemas. Mi hermano Francisco es muy bueno en las partidas rápidas a 1 minuto y hace poco nos ganó a los dos en resolver problemas en 15 segundos. En los demás ritmos de juego estamos parejos

-¿Y en qué tenés que mejorar tu juego?

-Tal vez en manejar la angustia cuando pierdo; una cosa es perder porque tu rival jugó mejor y otra cuando perdés porque uno comete sus errores. A veces me canso de esperar la respuesta del otro jugador y me pongo a caminar alrededor de las otras mesas, y al final eso me distrae, pierdo concentración.

-¿Ya pensaste qué vas a hacer el primer día que finalice la cuarentena?

-En verdad, no estoy ansioso por salir, aunque estaría bueno ir al parque o visitar un rato el club, pero la estoy pasando muy bien pese a la mucha tarea que me dan en el colegio, podría seguir como hasta ahora por mucho tiempo más.

Existen pasiones y amores que son difíciles de explicar; mantienen su llama intacta y perduran a veces toda una vida, como el romance de Fermina y Florentino, en los tiempos del cólera que nos revelara Gabriel García Márquez en una de sus brillantes obras. Y aunque aquí se trate de una relación diferente, que incluye a padres e hijos, acaso, como la otra, ésta guarde en su esencia la fuerza intangible de una pasión y ese amor incondicional por el ajedrez en los tiempos de pandemia.

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