Según la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd), liderada por Carlos Carrillo, se llevó a cabo una visita estratégica a Pizarro, en el municipio de Bajo Baudó, departamento del Chocó, con el objetivo de fortalecer la gestión del riesgo en esta región, duramente afectada por la variabilidad climática.
Durante la jornada, se realizaron recorridos técnicos y se consolidaron acuerdos interinstitucionales para abordar las problemáticas del territorio.
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El equipo técnico de la Ungrd inspeccionó puntos críticos en el casco urbano de Pizarro y la vereda San Agustín de Terrón, evaluando el estado de las obras de mitigación existentes. Este diagnóstico permitirá priorizar las necesidades más urgentes y desarrollar proyectos fundamentados en el conocimiento, la reducción y el manejo efectivo de los riesgos identificados en el terreno.
Simultáneamente, se realizó un Consejo Municipal de Gestión del Riesgo de Desastres ampliado, presidido por Carlos Carrillo y el alcalde de Bajo Baudó, Faustino Murillo Ramírez. Este encuentro tuvo como eje central las afectaciones derivadas de las recientes inundaciones, enfocándose en la formulación de una hoja de ruta que contemple soluciones integrales y sostenibles para beneficiar a las comunidades afectadas.
Otro de los puntos destacados de la agenda fue una reunión técnica con el Batallón Fluvial de Infantería de Marina No. 22 de la Armada Nacional, donde se abordó el contexto fluvial y marítimo del territorio. Estas discusiones aportarán insumos esenciales para implementar un plan enfocado en la reducción del riesgo, el fortalecimiento de capacidades locales y la ejecución de soluciones conjuntas entre las entidades nacionales y locales.
“Bueno, aquí está la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres haciendo presencia desde el Gobierno nacional. Por supuesto, esto es un esfuerzo interinstitucional. Nosotros, desde la Ungrd, vamos a acompañar los proyectos relacionados con reducción y atención de riesgos inminentes desde la subdirección de manejo”, indicó Carlos Carrillo.
Y agregó: “Pero creo que es clave resaltar que este municipio necesita un esfuerzo particular del Gobierno nacional para saldar la deuda histórica que aún se sigue viviendo aquí en Pizarro”.
Los resultados de esta visita serán fundamentales para diseñar estrategias que aseguren la sostenibilidad de las soluciones implementadas y promuevan una mayor resiliencia frente a los riesgos climáticos en Bajo Baudó.
Chocó afectado por las lluvias
Entre octubre y noviembre de 2024, el impacto de las fuertes lluvias asociadas a la ola invernal ha sido devastador en Colombia, particularmente en los departamentos de Chocó y La Guajira.
Según un informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) conocido por la emisora Blu Radio, las emergencias climáticas han afectado a más de 383.300 personas y cerca de 76.600 familias distribuidas en 36 municipios.
Las comunidades étnicas han sido especialmente vulnerables debido a condiciones socioeconómicas que agravan los efectos de las inundaciones. Los problemas más urgentes incluyen la pérdida de cultivos esenciales y la falta de agua potable, lo que intensifica la inseguridad alimentaria y las amenazas de salud pública.
Expertos y autoridades han señalado la necesidad de reforzar programas de Seguridad Alimentaria y Nutrición, así como de Agua, Saneamiento e Higiene, para prevenir brotes de enfermedades y asegurar recursos vitales.
En el departamento del Chocó, la crisis climática coincide con un contexto de violencia armada, lo que dificulta el acceso de las ayudas a las comunidades afectadas. En La Guajira, las dificultades no son menores; personas indocumentadas enfrentan barreras para acceder a los servicios de emergencia, mientras que se reporta un incremento preocupante en casos de violencia basada en género, particularmente contra mujeres y niñas. “La crisis requiere acciones integrales que aborden estos desafíos múltiples”, enfatizan las organizaciones humanitarias.
Adicionalmente, miles de familias desplazadas enfrentan carencias graves, como la falta de refugios adecuados. Esto también ha provocado la suspensión de actividades escolares, dejando a numerosos niños y jóvenes fuera del sistema educativo, lo que pone en riesgo su desarrollo.
Las condiciones adversas no se limitan a los damnificados; los equipos de emergencia encuentran obstáculos significativos debido a la falta de infraestructura y las restricciones de movilidad, retrasando la entrega de asistencia.