La lección del mercado laboral de Japón para la Reserva Federal: las mujeres pueden dar sorpresas

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Este año, la economía japonesa llegó a los titulares cuando, por primera vez en décadas, ha regresado la inflación, los trabajadores obtienen ganancias salariales y el Banco de Japón decidió aumentar sus tasas de interés, una medida que no se había tomado en los últimos diecisiete años.

Pero hay otra tendencia que está ocurriendo desde hace mucho más tiempo en la economía japonesa y que podría resultar de interés para los legisladores estadounidenses: ha habido un aumento constante del empleo femenino.

Durante varios años, las mujeres japonesas en edad laboral se han estado sumando al mercado de trabajo, una tendencia que se ha mantenido muy fuerte en los últimos meses cuando el ajustado mercado laboral está propiciando que las empresas trabajen para captar más empleados.

El aumento en la participación de las mujeres ha sido en parte intencional. Desde 2013, más o menos, el gobierno japonés ha intentado que tanto las políticas públicas como la cultura corporativa sean más amigables para las mujeres que están dentro de la fuerza laboral. El objetivo era atraer nuevos talentos en un momento en que la cuarta economía más grande del mundo se enfrenta a un mercado laboral que está envejeciendo y se está contrayendo.

"Lo que Japón hizo bien en la década reciente fue poner en marcha la infraestructura de guarderías para los padres que trabajan", escribió en un correo electrónico Nobuko Kobayashi, socia de EY-Parthenon en Japón.

No obstante, incluso algunas personas que participaron cuando se diseñaron las políticas de "womenomics" han resultado sorprendidas por tan solo ver cuántas mujeres japonesas ahora deciden trabajar gracias a los cambios de la política y de las normas sociales.

"Todos la subestimamos", señaló Adam Posen, presidente del Instituto Peterson para la Economía Internacional, quien asesoró al gobierno japonés cuando estaba instituyendo las políticas diseñadas para captar a más trabajadoras. En ese momento, Posen pensó que tal vez se pudieran incluir a unas 800.000 mujeres al mercado laboral, mucho menos de las casi tres millones que, de hecho, se sumaron (aunque muchas de ellas trabajan medio tiempo).

Es una sorpresa que podría servir de recordatorio importante para las autoridades económicas de todo el mundo. Con frecuencia, los economistas tratan de averiguar qué tanto de la fuerza laboral de un país puede ampliarse si lo extrapolan a la historia y tienden a asumir que existen límites en cuanto a la cantidad de personas que pueden ser atraídas al mercado laboral, ya que es probable que algunas se queden en casa al cuidado de alguien o por otras razones.

Pero en la última década, la historia no ha servido de guía en Japón a medida que han cambiado las normas sociales, la tasa de matrimonios y las de fertilidad. Entonces, la lección que nos deja la experiencia japonesa es simple: puede que las mujeres sean una fuerza laboral más grande de lo que los economistas casi siempre consideran.

"Es evidente que las mujeres japonesas querían trabajar", comentó Posen. "Eso plantea preguntas acerca de cuál es una expectativa razonable sobre la participación de las mujeres en la fuerza laboral".

Quizás ese sea un mensaje de interés para el banco central estadounidense, la Reserva Federal.

Una pregunta muy importante para la Reserva Federal en este 2024 es qué tanto puede ampliarse el mercado laboral de Estados Unidos. La inflación bajó en Estados Unidos el año pasado y las presiones salariales se han moderado incluso cuando la contratación se ha mantenido fuerte y la economía ha crecido con rapidez. Ese resultado tan positivo ha sido posible gracias a que se ha estado ampliando la oferta de trabajadores en el país.

El crecimiento de la fuerza laboral ha llegado de dos grandes fuentes en los últimos años: la inmigración ha repuntado y la participación de la fuerza laboral se ha recuperado después de caer durante la pandemia. Esto se aplica sobre todo a las mujeres en sus años más productivos, entre los 25 y 54 años, que han estado participando en el mercado laboral a niveles sin precedentes o casi sin precedentes.

Ahora, los economistas se preguntan si la expansión puede continuar. Parece que la inmigración a Estados Unidos sí va a persistir: los economistas de Goldman Sachs señalaron que, este año, Estados Unidos podría añadir cerca de un millón de inmigrantes más de lo habitual. La pregunta es si la participación seguirá repuntando.

Por el momento, parece estar nivelándose más o menos sobre una base general en el último año. Debido a que la población está envejeciendo y las personas mayores trabajan menos, muchos economistas afirman que la cifra general podría mantenerse constante e incluso disminuir con el tiempo. Dadas esas tendencias, algunos de ellos dudan de que la mejora de la oferta laboral pueda continuar.

"Un mayor equilibrio del mercado de trabajo tendrá que ser resultado de un crecimiento más lento de la demanda laboral y no del crecimiento rápido sostenido del suministro de trabajadores", concluyó este año un análisis del Banco de la Reserva Federal de San Francisco.

Pero a fines de la década de 2010, los economistas también pensaban que el mercado laboral estadounidense tenía poco margen para añadir nuevos trabajadores y les sorprendió mucho que la gente siguiera regresando de la inactividad.

Además, aunque las tasas de productividad laboral de las mujeres se han mantenido bastante estables desde el verano pasado, la experiencia de los japoneses plantea esta pregunta: ¿podría terminar habiendo más mujeres estadounidenses, en particular, que trabajen?

En Estados Unidos solía haber una participación femenina más elevada en la fuerza de trabajo de mujeres en edad laboral que en otras economías avanzadas, pero ahora este país ha sido superado por muchos otros, entre ellos Japón a partir de 2015.

Ahora mismo, cerca del 77 por ciento de las mujeres en edad laboral en Estados Unidos tiene empleo o está buscando alguno. Esa cifra es cercana al 83 por ciento en el caso de las mujeres japonesas, la cual aumentó del 74 por ciento, hace una década, y del 65 por ciento a principios de la década de 1990. La cifra de japonesas que trabajan ahora es más o menos la misma que en Australia, aunque algunos países como Canadá siguen teniendo dentro de la fuerza de trabajo una participación mayor de mujeres en edad laboral.

Esos cambios se dieron por varias razones. Por un lado, el gobierno japonés tomó algunas medidas políticas importantes, como aumentar la capacidad de las guarderías.

El cambio de actitud del país con respecto a la familia también fue importante para dejar que las mujeres trabajaran. La edad promedio en que la gente se casa por primera vez ha estado aumentando constantemente y las tasas de fertilidad han disminuido como nunca antes.

No obstante, ha habido límites. En el país, siguen existiendo sanciones fiscales para las familias que tienen una segunda fuente de ingresos y la calidad de los empleos para las mujeres no es de lo mejor. A menudo reciben menores salarios y tienen un límite de horas para trabajar. Además, las mujeres casi nunca llegan a puestos de liderazgo en las empresas japonesas.

Kathy Matsui, exvicepresidenta de la unidad de Japón del Grupo Goldman Sachs y la mujer que promovió la idea de "womenomics", ha dicho que esta iniciativa requiere de una labor constante.

Sin embargo, la experiencia de Japón podría darnos algunas pistas acerca de lo que se avecina en Estados Unidos. Por ejemplo, las tasas de matrimonio y de fertilidad también están a la baja en ese país, lo cual podría ofrecer las condiciones para que sigan aumentando las tasas laborales entre las mujeres jóvenes y de edad mediana a corto plazo, aunque esto siembra las semillas de una población y una economía más pequeñas en el futuro. Algunos acuerdos de trabajo a distancia o híbrido también podrían facilitarles trabajar a las personas que se encargan del cuidado de otras.

Trabajadores matutinos salen de la estación de tren de Shinjuku, en Tokio, el 9 de septiembre de 2020. (Noriko Hayashi/The New York Times)