
Los rumores sobre la mala relación entre Meghan Markle y la esposa del príncipe William, Kate Middleton, han estado circulando desde que la ex actriz de “Suits” comenzó a salir con el príncipe Harry en 2016. Todo eran especulaciones hasta que en la entrevista explosiva que Markle y Harry le dieron a Oprah Winfrey, ella contó que su cuñada la hizo llorar pocos días antes de la boda. Además, aseveró que la familia de su marido la silenció para que la historia sobre esta discusión sea contada ante los medios y el público de manera tal que los roles se inviertan.
“Kate estaba molesta. Después se disculpó y me regaló unas flores con una nota”, relató la esposa de Harry, quien aseguró que en esos momentos la Casa real británica no intervino para negar la información, a pesar de que “todos en la institución sabían que no era cierto, que era Kate quien me había hecho llorar a mí”.
En las primeras etapas de la relación de Meghan y Harry, la estrella televisiva fue recibida de inmediato por la familia real británica. No solo se vio a Markle pasando tiempo con la reina Isabel II, sino que ella y Harry también fueron vistos en varias apariciones con William y Kate.
En cada compromiso, las parejas parecían muy unidas y cómplices. Los matrimonios fueron rápidamente apodados por el público como los “Cuatro Fabulosos”, y la prensa seguía cada uno de sus movimientos. Es más Meghan logró que los duques de Cambridge la incluyeran en la Royal Foundation, la entidad caritativa que ellos y Harry habían lanzado en conjunto.

Sin embargo, los medios de comunicación no tardaron en empezar a informar de una tensión entre Markle y Middleton. En 2017, antes de su compromiso con Harry, surgió el primer rumor de enemistad cuando Markle no fue vista en la boda de la hermana de Kate, Pippa Middleton.
Algunos creen que el catalizador de la tensión entre ambas provino de las peleas de sus maridos. Se afirmaba que William tenía dudas acerca de si Meghan encajaba bien como esposa de Harry y le expresó sus reservas a su hermano, que se lo tomó muy mal.

Los reportes sobre las tensiones entre Meghan y Kate, cubiertos por los medios de comunicación de todo el mundo, llegó a un punto crítico cuando surgieron reportes de que Meghan hizo llorar a Kate días antes de su boda con Harry por sus supuestas pautas estrictas sobre lo que la princesa Charlotte podría usar como una niña de las flores que acompañaron a Markle en su paso hasta al altar de la capilla San Jorge del Castillo de Windsor, el 19 de mayo de 2018.
En ese momento, los representantes de la familia real no negaron el entredicho entre ellas.
La relación entre las parejas parecía aún más tensa cuando Meghan y Harry decidieron mudarse del Palacio de Kensington en 2018, donde se encuentra la residencia de William y Kate, a Frogmore Cottage, una casa que la reina Isabel II les prestó y que está ubicada en los terrenos del Castillo de Windsor. En ese momento, Meghan estaba embarazada de Archie.

La situación llegó a su punto de quiebre cuando la duquesa de Sussex y el príncipe Harry anunciaron que dejarían sus deberes como miembros de la realeza en enero del año pasado. Una vez que el hijo menor de Carlos de Gales anunció sus planes de renunciar a la familia real, su relación con William se deterioró, lo que alejó aún más a sus esposas.
Según los informes, Kate estaba “agotada” por tener que asumir más responsabilidades reales después de que el “Megxit” estuviera en marcha, y una fuente dijo en ese momento: “Kate está furiosa por la mayor carga de trabajo. Por supuesto que sonríe, pero no quiere esto“.
Meghan y Harry dejaron oficialmente sus trabajos como miembros de la realeza este año. Pero la ex actriz afirmó que nunca planeó renunciar a su cargo, pero que tuvo que hacerlo por razones de salud mental. Incluso, dijo, llegó a tener pensamientos suicidas. “Ya no quería seguir viva”, le confesó a Oprah en el programa de dos horas que emitió la cadena CBS.

Durante la entrevista explosiva, Meghan dejó las cosas claras sobre su relación con Middleton. Afirmó que los medios informaron de manera inexacta su discusión con su cuñada, diciendo que en realidad fue Kate quien la hizo llorar. Y apuntó a la familia real por no desmentir la historia.
En su paso televisivo, el matrimonio hizo afirmaciones escandalosas sobre racismo por parte de algunos miembros de la Corona y ahondaron en las divisiones familiares que se profundizaron después del Megxit. Sus declaraciones generaron un gran debate en la opinión pública y llegaron al Palacio de Buckingham, que salió a responderles en nombre de la mismísima reina Isabel II. Incluso William también tuvo algo que decirle a la pareja: “No somos una familia racista”, rompiendo todos los protocolos.
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