En Grecia, las quejas derivadas de la masificación turística llevaron al gobierno a tomar medidas drásticas para controlar el flujo de visitantes que llegan en cruceros.
El año pasado, 33 millones de turistas visitaron el país, un número récord según datos del Banco de Grecia. Sin embargo, Kiriakos Mitsotakis, Primer Ministro griego, anunció un conjunto de medidas dirigidas a reducir el impacto negativo que causa esta afluencia masiva de visitantes.
De acuerdo con The New York Times, entre las nuevas regulaciones se incluirán aumentos significativos en las tarifas de atraque para cruceros, así como un límite diario para las llegadas de estos barcos a ciertas islas populares como Mykonos y Santorini. Las tarifas subirán de 37 centavos de dólar en Santorini a 23 dólares durante la temporada alta para gestionar mejor los recursos locales y aliviar la saturación.
“Estoy muy preocupado por la imagen de algunas islas debido a la llegada de cruceros durante ciertos meses del año”, afirmó Mitsotakis durante su discurso anual sobre el estado de la economía en Tesalónica. También mencionó que parte de los fondos recaudados por estas tarifas serán destinados a infraestructura local.
Las medidas, que forman parte de una tendencia europea más amplia de regulación del turismo, no son sólo una respuesta a los problemas de sobrepoblación, sino también a las necesidades económicas y sociales de las comunidades locales.
Por ejemplo, el impuesto sobre el alojamiento en hoteles y alquileres en estas islas se incrementará, y los propietarios que opten por arrendamientos a largo plazo estarán exentos de pagar impuestos durante tres años.
La sobreconstrucción, especialmente de villas, ha llevado a escasez de agua en varias islas, un problema que también se espera abordar con las nuevas restricciones a la construcción. Hay expectativas de que en las próximas semanas se anuncien más detalles sobre estas normas.
El descontento por la masificación turística no es exclusivo de Grecia. En Venecia, Italia se impuso una tasa de entrada de cinco dólares en determinados días, y en Barcelona, las protestas por el turismo desmedido se han intensificado. Además, Ámsterdam decidió reducir el tráfico de cruceros a la mitad para 2026 debido a preocupaciones sobre la sobrepoblación y contaminación.
En el contexto griego, la problemática es crítica dado que el turismo representa aproximadamente una quinta parte del PIB. En lugares como Santorini, donde visitan más de 1,3 millones de cruceristas al año y el residente es permanentemente superado en número, se han tomado medidas locales para limitar los visitantes diarios.
A pesar de las preocupaciones de que estas restricciones puedan simplemente trasladar el problema a islas más pequeñas, el gobierno ha subrayado la importancia de que cada comunidad tenga la capacidad de controlar la situación localmente.
Giorgos Koubenas, presidente de la unión griega de propietarios de cruceros, indicó que se espera un aumento del 20% en las llegadas de barcos este año, con más de ocho millones de pasajeros y un ingreso proyectado de 2.1 millones de dólares. Sin embargo, las medidas podrían significar un replanteamiento en la estrategia turística del país.
El caso de Amorgos, que recibió su primer gran crucero recientemente, ha despertado preocupaciones sobre cómo estas regulaciones afectarán la economía local. El alcalde de la isla, Thodoris Halaris, destacó que las playas pequeñas de la isla se verán afectadas por la llegada de cruceros de gran tamaño, haciendo eco de temores similares en islas como Serifos, donde la infraestructura no está preparada para recibir a tantos turistas a la vez.