
En las aguas más misteriosas del planeta, donde la luz apenas penetra y la presión es extrema, se esconde un actor fundamental de la vida oceánica. No se trata de un tiburón ni de una ballena, sino de un pez mesopelágico de tamaño mediano, casi desconocido fuera del mundo científico: el bigscale pomfret (Taractichthys longipinnis).
Este habitante de la zona crepuscular —un reino submarino entre los 200 y 1.000 metros de profundidad— ha sido identificado como el eslabón oculto que permite a los grandes depredadores sobrevivir en las profundidades.
Durante décadas, la ciencia se enfrentó a un enigma: ¿cómo logran tiburones y otras especies de gran tamaño subsistir en una franja del océano dominada por diminutos organismos y con recursos aparentemente escasos? La respuesta, finalmente, surgió de una combinación de tecnología de rastreo satelital y la colaboración entre investigadores y pescadores, que permitió descifrar los movimientos y rutinas de este pez discreto pero crucial.

Un grupo de científicos del Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI) logró identificar el papel central del bigscale pomfret en el equilibrio de los ecosistemas marinos. La investigación, publicada en Marine Ecology Progress Series, esclarece cómo esta especie actúa como puente entre la vasta biomasa de las profundidades y los grandes depredadores que habitan zonas más cercanas a la superficie.
Hasta ahora, la zona crepuscular del océano resultaba un misterio para los biólogos. Allí, la luz es escasa y la mayoría de los seres vivos son pequeños. Sin embargo, la presencia constante de grandes depredadores como tiburones planteaba una incógnita: ¿cuál era su fuente de alimento en un entorno dominado por criaturas diminutas?
La respuesta, según los investigadores, está en el comportamiento del bigscale pomfret, una especie capaz de realizar migraciones verticales diarias. Este pez permanece en aguas profundas durante el día y asciende por la noche para alimentarse en zonas menos profundas, facilitando así la transferencia de energía y nutrientes entre distintos niveles del ecosistema.

“Los datos muestran que el bigscale pomfret es residente permanente de la zona crepuscular del océano y sigue un patrón de migración vertical diurna”, explicó Martin Arostegui, investigador principal del estudio en el WHOI.
El equipo utilizó marcadores satelitales para seguir los movimientos de estos peces durante largos periodos, una tarea compleja dada la dificultad de acceso y la movilidad de la especie. La participación de pescadores comerciales, como Danny Mears y su tripulación, fue clave para etiquetar suficientes ejemplares.
Mears relató al Woods Hole Oceanographic Institution: “El bigscale pomfret es tan diferente del atún o el pez espada, que nos fascina cada vez que aparece en nuestras redes. Mi tripulación y yo disfrutamos mucho colaborando en el marcaje satelital y ha sido muy gratificante ver los resultados”.

Los registros satelitales revelaron que la profundidad habitual del bigscale pomfret varía según las condiciones del entorno. Investigadores de Marine Ecology Progress Series y del WHOI observaron que, al desplazarse del mar Slope hacia el mar del Sargazo, la especie ajusta su comportamiento migratorio, lo que modifica su exposición a presas, depredadores mayores y la pesca incidental. La transparencia del agua y la penetración de la luz resultaron determinantes para la ecología de la especie y la organización de la cadena alimentaria pelágica.
La investigación resalta que los peces mesopelágicos medianos cumplen una función crucial en el océano, históricamente subestimada. “Siempre hablamos de la capa mesopelágica como un gran banquete para los depredadores, pero hemos pasado por alto a las especies intermedias”, observó Camrin Braun, biólogo del WHOI y autor principal del estudio. Además, el análisis evidencia que el bigscale pomfret adapta sus migraciones a los cambios ambientales, con impacto directo en la dinámica de los ecosistemas y la gestión de la pesca.
La alianza entre científicos y pescadores, junto con las nuevas tecnologías de rastreo, permitió revelar el rol central de los peces mesopelágicos en el flujo de energía y biomasa del océano profundo. Los resultados confirman que, sin la presencia de estas especies intermedias, la supervivencia de los grandes depredadores y el funcionamiento de las redes alimentarias quedarían comprometidos.
Entender la función de estos peces en la zona crepuscular es clave para comprender el equilibrio natural del océano profundo. Ignorar su papel deja incompleto el conocimiento de la vida marina y de las delicadas conexiones que la sostienen.
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