Antonio Sánchez Solís
Viena, 5 dic (EFE).- La OSCE ha cerrado este viernes en Viena su reunión más importante del año sin desbloquear decisiones que afectan a su futuro, pendiente de si tendrá algún papel en una eventual paz en Ucrania y con un nuevo frente abierto: la exigencia de EE.UU. de que reduzca costes y abandone lo que considera posturas ideológicas.
Los 57 estados de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) no han podido consensuar ni su presupuesto para el año que viene (las cuentas llevan desde 2021 bloqueadas) ni qué país asumirá la presidencia de turno en 2027, una vez que termine el turno de Suiza.
La OSCE, fundada hace 50 años como foro de diálogo entre Occidente y el bloque comunista durante la Guerra Fría, vive una crisis interna desde la invasión hace cuatro años de Ucrania por parte de Rusia, aumentada por la norma de que todas las decisiones se han de tomar por consenso.
Con todo, la OSCE insistió hoy en que su trabajo sigue siendo esencial para garantizar la seguridad en Europa, y como la única organización en la que Rusia y los países de la UE y la OTAN se sientan aún en la misma mesa.
"Creo que es importante señalar que la OSCE sigue ofreciendo muchos programas sobre el terreno (...) como la lucha contra la trata de personas, la asistencia a los países en la gestión de fronteras, la reconciliación tras los conflictos, el cambio climático o la lucha contra la corrupción", señaló en la rueda de prensa final del Consejo Ministerial Kate Fearon, subsecretaria general de la organización.
A la reunión de Viena no han acudido ni Marco Rubio ni Serguéi Lavrov, los respectivos jefes de la diplomacia de EE.UU. y de Rusia, los dos países que están negociando, con poca participación de Europa y hasta de Kiev, un acuerdo de paz en Ucrania.
A ese respecto, Fearon reconoció que esa guerra es "una herida en el corazón del continente" y confió en que pueda terminar pronto gracias a los esfuerzos diplomáticos de Estados Unidos.
Cuando eso ocurra, dijo, la OSCE estará lista para ayudar a aplicar cualquier acuerdo y "ayudar a reconstruir una arquitectura de seguridad duradera para los mil millones de ciudadanos de la OSCE a los que servimos".
Con todo, Fearon reconoció que la OSCE no tiene el mandato para planificar una nueva misión como la que vigiló la fallida tregua entre fuerzas ucranianas y separatistas prorrusos en el este del país desde 2014 hasta que se desactivó en 2022 por la invasión de Rusia.
"Estamos pensando en ello, pero no planeando", resumió esa situación de compás de espera Fearon, que es también directora del Centro de Prevención de Conflictos de la OSCE.
Como desde hace cuatro años, esta reunión ministerial ha estado marcada por la casi unánime denuncia de los países europeos a la invasión rusa, la promesa de apoyo a Ucrania y la exigencia de que Moscú asuma su responsabilidad.
Y Rusia ha repetido su mensaje de que la OSCE ha sido colonizada por Occidente y que la guerra continúa por la agresividad de los países de la OTAN.
EEUU, por el contrario, ha certificado el cambio de política hacia Rusia que supuso el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca el pasado enero.
Si en la reunión del año pasado el entonces secretario de Estado Antony Blinken, acusó a Moscú de tener "un proyecto imperialista para borrar a Ucrania del mapa", el jefe de la delegación estadounidense ha evitado en esta ocasión cualquier crítica a Rusia y centró su intervención en lanzar reproches a la propia OSCE.
Brendan Hanrahan, un diplomático de segundo nivel, acusó a la OSCE de ir a la "deriva" y de tener un catálogo de proyectos ideológicos, entre las que citó el asilo a refugiados o la lucha contra el cambio climático.
"Este foro se creó para prevenir guerras. No es un defensor del pueblo internacional", recalcó Hanrahan quien, aparte de reclamar un ahorro del 10 % del presupuesto, dijo que EE.U. el principal contribuyente, se pensará si dejar de apoyar a la OSCE si esta no cambia el rumbo.
La presidencia de turno finlandesa reaccionó hoy a esa exigencia reconociendo que las reformas son necesarias, al tiempo que recordó que Washington está revisando sus compromisos con todas las organizaciones internacionales.
Fearon, por su parte, señaló que hay una necesidad real de reformas para "ser un poco más austeros, un poco más efectivos, un poco más influyentes."
Con todo, rechazó las críticas de Washington acerca de que la OSCE interfiere en las políticas de los Estados miembros y aclaró que la Organización nunca actúa sin el consentimiento de las autoridades nacionales.
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