La ayuda humanitaria sufre en 2024 su mayor caída financiera, con un descenso del 10% respecto a 2023

Organizaciones especializadas advierten de que la reducción abrupta de recursos está afectando gravemente la respuesta en salud y alimentación para millones en zonas de conflicto, mientras se acelera el declive del sistema internacional de asistencia y crecen las víctimas prevenibles

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El número de desplazados por la fuerza se duplicó respecto a hace diez años, con Ucrania, la Franja de Gaza y Sudán destacando como zonas de violencia prolongada según el balance presentado por el Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH) y Médicos Sin Fronteras (MSF). Este aumento de la población desplazada refleja la gravedad de los conflictos actuales, mientras que paralelamente se registra un declive sin precedentes en la financiación de la ayuda humanitaria, hecho que compromete la capacidad de respuesta del sistema internacional ante crisis de salud y alimentación en contextos vulnerables.

De acuerdo con el informe “La acción humanitaria en 2024-2025: un sistema en crisis, entre recortes, búsqueda de legitimidad y necesidad de reformas urgentes”, elaborado por el IECAH y MSF, la ayuda humanitaria experimentó en 2024 la mayor caída financiera de la historia reciente. El descenso se sitúa en torno al 10% en comparación con el año anterior, lo que equivale a 4.307 millones de euros menos respecto al volumen registrado en 2023. Tal como reportó el informe dado a conocer en la sede de MSF en Madrid, este retroceso marca el final de una etapa de crecimiento sostenido entre 1998 y 2022 en la que la ayuda había pasado de 6.202 a 39.710 millones de euros anuales.

Las cifras indican que el sistema entró en una espiral descendente acelerada a lo largo de 2024, situando la financiación en 35.317 millones de euros, frente a los 39.366 millones de 2023. Ambas organizaciones anticipan que la tendencia persistirá en 2025, provocando una brecha cada vez mayor entre necesidades crecientes y recursos menguantes. El informe advierte que los recortes en 2025 podrían alcanzar el 34% en comparación con 2024 y el 45% respecto a 2023, lo que agravaría las dificultades para atender emergencias en salud, nutrición y protección, de acuerdo con datos del propio análisis.

El retroceso, según detalló el IECAH en el documento, recae principalmente en los donantes públicos, responsables de 3.105 millones de euros del recorte total, mientras que en 2023 las caídas se atribuían sobre todo a fondos privados. Solo cuatro de los veinte principales donantes incrementaron su aportación en más de un 5%, mientras que Alemania y Canadá redujeron sus contribuciones desde 2022 en un 46% y un 53% respectivamente. Estados Unidos también destacó por su disminución, que, aunque se sitúa en un 10% menos, traduce una merma de 1.464 millones de euros debido a su gran peso como país donante, según recogió el informe presentado por IECAH y MSF.

La disminución de los recursos afecta directamente la eficacia de la Organización de Naciones Unidas y otras instituciones multilaterales, lo cual, unido a un aumento del gasto en defensa a niveles máximos y a un contexto de desplazamiento masivo de personas, configura una situación crítica en zonas de conflicto prolongado. IECAH y MSF señalaron que los Territorios Palestinos Ocupados se colocaron por primera vez como principal receptor de fondos, recibiendo aproximadamente 2.498 millones de euros, lo que representa un incremento del 51% respecto a 2023. Por el contrario, Ucrania acusó una caída del 25% respecto al ejercicio anterior, descendiendo de 3.187 a 2.412 millones de euros, mientras que Siria vio reducida su asistencia hasta los 1.464 millones, menos de la mitad de la suma recibida el año anterior.

En el caso de la ayuda oficial española al desarrollo, la aportación subió un 11,87% en 2024, situándose en 4.021,5 millones de euros tras una caída previa, aunque este incremento no se tradujo proporcionalmente en aumento para la acción humanitaria, que descendió un 18,52%. El peso de la ayuda sobre la renta nacional bruta del país se mantuvo en el 0,25%, lejos del compromiso internacional del 0,7% asumido en diversos foros.

Durante el evento de presentación, Jesús Núñez, codirector del IECAH, atribuyó el agravamiento del “panorama internacional turbio” a políticas recientes de Estados Unidos, mencionando al presidente Donald Trump y señalando su influencia en el colapso del sistema internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial. Núñez indicó que la visión impulsada por la actual Administración estadounidense y por figuras de perfil autoritario ha impulsado “un empeño claro de hacer colapsar ese orden internacional para ir a la ley de la jungla”. El experto también mencionó como responsable de la pérdida de legitimidad de instituciones como la ONU y las normas del Derecho Internacional, según registró el medio.

Francisco Rey, también del IECAH, afirmó que 2024 marca un “punto de inflexión” al producirse el mayor retroceso histórico en la financiación internacional, mientras que las estimaciones para 2025 se presentaban aún “más descorazonadoras”. Rey remarcó que los recortes tienen impacto directo y visible en la vida de millones de personas, con efectos asociados a cambios estructurales en la naturaleza de la ayuda internacional y en los modelos de aplicación, como describió el informe citado.

Entre los nuevos modelos criticados en el texto figura la Fundación Humanitaria para Gaza (GHF), señalada por representar experimentos fallidos de privatización y priorización extrema en la gestión de la ayuda, lo que genera dificultades de acceso y cobertura, subrayaron desde IECAH y MSF.

En cuanto al impacto concreto de la disminución de fondos, el informe alerta de “graves repercusiones” en el acceso a servicios de salud esenciales, particularmente en zonas afectadas por conflictos armados. Programas de prevención y tratamiento de la malaria, control del VIH, tuberculosis, nutrición y salud sexual y reproductiva ven comprometida su continuidad. Así, la lucha contra la malaria, que en 2023 causó unas 600.000 muertes en todo el mundo, afronta grandes limitaciones en numerosos países africanos. La atención a la salud sexual y reproductiva, incluyendo acceso a anticonceptivos, servicios prenatales y respuesta frente a la violencia sexual, experimenta recortes drásticos por cancelación de fondos, una tendencia documentada por los autores del informe.

El contexto se agrava por el incremento de ataques contra equipos médicos y misiones humanitarias, según describió Raquel Ayora, directora general de MSF, quien indicó que la mayoría de estos ataques son cometidos por actores estatales. Ayora recalcó que la afectación recae especialmente en los trabajadores locales, quienes sufren la falta de protección y de mecanismos efectivos de rendición de cuentas. “No hay investigaciones ni sistema efectivo de rendición de cuentas”, afirmó la responsable de MSF según consignó el documento.

Ayora subrayó que la labor de las ONG de ayuda internacional se ha convertido en un objetivo ante el aumento de hostilidad y recortes desde los principales donantes. Además, advirtió que los recortes podrían derivar en más de catorce millones de defunciones evitables de aquí a 2030, una estimación basada en datos preliminares manejados por los equipos operativos en terreno. “Los indicadores de aproximación del impacto en mortalidad ya los estamos viviendo y nuestros equipos los sufren sobre el terreno”, declaró Ayora durante la presentación, recogió IECAH.

Ayora destacó que la reducción del apoyo afecta especialmente programas de salud sexual y reproductiva, que representan uno de los principales factores de mortalidad en situaciones de crisis. Este panorama, según la directora de MSF, se agrava por la coincidencia entre el desplome de los fondos y el repunte de la violencia, como ocurre en el este de República Democrática del Congo. Esta confluencia se intensifica porque desde hace años existe una tendencia a limitar la actividad de las organizaciones humanitarias en zonas de conflicto, lo que ha dejado al sistema internacional sin socios con capacidad suficiente. “Construir esas capacidades requiere años de inversión”, mencionó, advirtiendo sobre la urgencia de fortalecer estructuras en un contexto donde se prevé un aumento de crisis sanitarias en los dos próximos años y una necesidad de respuestas más ágiles por parte de la comunidad internacional.

Tanto MSF como IECAH describen la situación actual como un tránsito hacia “la era de los genocidios” dentro de una “nueva normalidad” que permite la persistencia del sufrimiento sin que exista una reacción contundente a nivel global.