Los corredores de 1964 divividos sobre el relevo de la llama olímpica

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Kazuo Goto guarda un bonito recuerdo del orgullo que sintió al llevar la llama olímpica el último día del relevo que la llevaba a Tokio, la última vez que la capital japonesa acogió los Juegos en 1964.

Pero, para este japonés de 73 años, la versión 2020 del mítico relevo debería abandonarse cuando la pandemia del Covid-19 pesa sobre el recorrido y la celebración misma de los Juegos Olímpicos en verano.

"No estamos en una situación que permita realizar el relevo como está previsto", considera Goto, antiguo agente de seguros, preguntado por la AFP en su casa de Yokosuka, al sudoeste de Tokio.

Recuerda perfectamente cuan "entusiasta" era ante la idea de participar en las ceremonias olímpicas de Tokio 1964, un hito en la resurrección de Japón, en pleno milagro económico menos de veinte años después del fin de la Segunda Guerra Mundial que había reducido el país a cenizas.

Pero, aun recordando con cariño este evento, se pregunta si es adecuado llevar a cabo el relevo 2020, una voluntad "egoísta" por parte de los organizadores, considera.

"¿Van a dejar correr (a los relevistas) para después anunciar que no podrán organizar los Juegos?", se pregunta Goto, cuando la probabilidad de un aplazamiento empieza a tomar forma tras el anuncio el domingo del Comité Olímpico Internacional (COI) de que tomará una decisión de aquí a cuatro semanas.

Y es que ser portador de la llama tiene una gran carga simbólica. "Corría la cabeza alta y el pecho al sol, representaba a mi país. Ese es su significado", recuerda Goto, considerando que "es mejor si los portadores de la antorcha pueden correr con el espíritu libre".

- "La esperanza ilumina nuestro camino" -

Entre los relevistas previstos este año, la estrella japonesa del fútbol femenino Nahomi Kawasumi, que juega en Estados Unidos, decidió retirarse explicando que no quiere arriesgarse a llevar el Covid-19 a su país natal, cuando el número de casos en Estados Unidos es muy superior al de detectados en Japón.

El relevo debe empezar el jueves, saliendo del complejo deportivo J-Village, situado no lejos de la central nuclear de Fukushima. Un sitio simbólico: sirvió durante años de campo base a los millares de obreros que trabajaron en la central nuclear devastada por el terrible tsunami del 11 de marzo de 2011 en el noreste de Japón.

La llama debe normalmente atravesar todas las regiones de Japón hasta su llegada a Tokio en julio. Aunque el relevo no está por ahora anulado, la pandemia del nuevo coronavirus ha obligado a los organizadores a reducir drásticamente los festejos en el recorrido y a pedir a los espectadores que no se aglomeren.

Goto dice sentir pena por los 10.000 portadores de la llama, para los que este gran momento puede verse empañado por un escaso público.

"Deberían correr en medio de los gritos de ánimo. El relevo olímpico es parte integrante de los Juegos", alega.

"La esperanza ilumina nuestro camino" es el eslogan del relevo olímpico de Tokio 2020. Un símbolo retomado la pasada semana por la antigua campeona olímpica Saori Yoshida cuando encendió un pebetero con la llama llegada de Grecia.

"A pesar de este difícil periodo, espero que podamos dar alegría y esperanza a mucha gente con este relevo", declaró entonces la antigua luchadora.

Primer portador de la llama en 1964, Isamu Miyagi, de 77 años, debe participar de nuevo en el relevo este año. Sigue pensando que vale la pena correr con la llama, pese a los vientos contrarios.

"Estoy preocupado, pero es algo que no podemos controlar así que lo mismo da seguir con lo previsto", considera, cuando se supone que debe correr con la antorcha el 3 de mayo en la isla de Okinawa, en el extremo sur de Japón.

"La llama olímpica viene a iluminar los espíritus de los que se enfrentan  a las dificultades", afirma, antes de añadir que "es por lo que necesitamos este relevo ahora".

"Ocurra lo que ocurra, seguiré preparándome para llevar la llama", concluyó.

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