"Luana está preocupada por cómo se desarrollará su cuerpo"

Gabriela Mansilla, mamá de la primera niña en recibir un DNI de acuerdo a su identidad de género, habló con Infobae y contó cómo vive su hija hoy

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Gabriela Mansilla es bajita, delgada y de contextura pequeña. Pero ese cuerpo diminuto y de apariencia frágil esconde una leona. No dudó en luchar para que su hija fuera feliz. Y lo sigue haciendo, porque todavía hay un largo camino por recorrer. Luana (8), que nació como Manuel, es la primera niña trans en el mundo en haber obtenido un DNI acorde a su identidad autopercibida a una edad tan temprana y sin judicializar el trámite. Fue hace dos años, cuando apenas tenía seis años, y gracias a la Ley de Identidad de Género.


Gabriela Mansilla

Gabriela contó cómo fue el proceso en que Manuel se convirtió en Luana, un nombre que eligió ella, y todos los obstáculos que tuvieron que atravesar en el libro Yo nena, yo princesa. El título es una de las primeras frases que usó su hija para contarle quién era ella en realidad.


Todavía hay que combatir prejuicios y, sobre todo, la falta de conocimiento. La ignorancia, a veces, es el arma más destructiva. Por eso es que hoy Gabriela enarbola una nueva bandera y se pone al frente de una campaña para concientizar y contribuir para que los niños trans vivan una infancia feliz y sin discriminación. En diálogo con Infobae, compartió detalles de su iniciativa, recordó los primeros años de vida con Luana y contó cómo está ella hoy.


-Luana te manifestó a una edad muy temprana que no estaba conforme con su cuerpo. Y, por lo que cuenta tu libro, fue muy difícil porque lloraba mucho y hasta llegaba a lastimarse. ¿Cómo fue eso?

-Lo más desesperante era que Lulú comenzó a lastimarse dándose la cabeza contra al pared. No quería esos genitales que determinaban que era varón; hasta quiso que no existieran más y ahí fue cuando me desesperé. Sentí miedo de que pudiera lastimarse.


-¿Cuántos años tenía cuando comenzó a agredirse?

-Dos años. Me decía: "Yo nena". Y cuando yo le decía: "No, sos un varón", se daba la cabeza contra la pared.


-¿Cómo surge el titulo de tu libro Yo nena, yo princesa?

-Cuando ella veía las películas de Disney y veía las princesas, se identificaba con esas princesas y me decía "yo nena, yo princesa". Fue desesperante, yo no sabía lo que le estaba pasando.


-¿Qué problemas tuvo en la escuela?

-Había muy poca información. Confundieron esta identidad autopercibida de Luana con una posible homosexualidad a los cuatro años. No sabían bien qué decir y era "no" a todo. "No podés", "vos no sos", "no te lo damos", "salí de la fila de las nenas". Era violencia continua por falta de información.


-¿Era discriminada por sus compañeros?

-Por los compañeros no. Las criaturas de su misma edad juegan, se relacionan, nada más. Tuvimos problema con los niños y niñas con cuyos padres yo había tenido problemas. Eran los papás que me decían que me fuera de la escuela, que podría ser contagioso para otros nenes o que me mudara a otra provincia.


-¿Qué paso con el papá de Luana?

-El papá de Luana y Elías es un padre abandónico. Él se hubiera ido de todas maneras. No es que se fue porque su hija es trans. Reconoció la identidad de Luana, fue a firmar para que Luana tuviera su DNI, pero me abandonaba a mí ya cuando yo tenía a los nenes en la panza. Tiene que quedar muy claro. No es que porque las mamás luchen por sus hijos el marido las va a abandonar. Es un padre abandónico. Hace cuatro años que no los ve, no les pasa la cuota alimentaria y no sabe si están vivos o muertos.


-¿Cómo sostenés el hogar?

-Soy titular del programa de Argentina trabaja Ellas Hacen, por el que recibo un haber de $2.600, nada más. Y vendo pizzas y empanadas en la casa de mi mamá, reparto en bicicleta. Es lo único que puedo hacer para estar con los nenes porque si tengo que irme a trabajar a otro lado tendría que pagar una niñera y sería cambiar la plata. Tampoco puedo dejar a la nena con otra persona que no entienda la situación y que todo este acompañamiento psicológico que tiene durante tantos años venga para atrás.


-¿Como es la vida actual de Luana?

-Está muy bien. Tiene una estadía en su escuela muy confortable, maravillosa. Es muy buena alumna, está rodeada de amigos y de amigas. Vive su situación de una manera natural, puede hablar libremente en la escuela, decir que es una nena trans, explicarles a sus amiguitos qué es ser una nena trans, su hermano también. Las maestras están tomando esto de una manera natural también. Lo que no está en el manual lo pueden expresar. Hay nenas con vaginas, nenes con pene y también nenas con pene y nenes con vagina y son niños trans.


-¿Hoy ella tiene naturalizada su situación?

-Ella hoy lo tiene todo naturalizado. Además de toda la explicación que le hemos dado, de toda la contención y amor que tiene desde la familia y la terapia, ha encontrado otras chicas y chicos trans. Y hoy mi hija es amiga de esas personas. Sabe de la existencia de otros nenes y nenas trans, ha visto fotos. A diferencia de otras personas adultas trans, Luana sabe que no es la única porque es algo natural, que hay otros nenes y nenas trans como ella y está todo bien.


-¿Se han acercado mamás a consultarte?

-Me mandan mensajes, tengo contacto con mamás de otros países, de otras provincias. Nos mandamos fotos de las nenas y nenes para poder estar en compañía, apoyándonos las unas con las otras. Ayudo a muchas mamás que me dicen: "Desde que leí el libro, desde que vi la nota, desde que te escuché hablar... hoy mi nene es quien es gracias a Luana". Y eso es lo que te da fuerza para seguir. La historia de Luana es la historia de muchos y muchas.


-Contame de la campaña que estás llevando adelante.

-Llegó un punto de necesidad y preocupación, por pensar que solo por tener el DNI Luana no tenía asegurados ni su bienestar ni su seguridad física. El libro que escribí llega a muy pocas personas. El documental está en muy pocos países, solo en festivales o lugares donde los presentamos. Entonces quería llegar con el boca en boca. Convocar y que se sumen, para concientizar y sensibilizar.



-¿En qué consiste la campaña?

-En sacarte una foto para hacerte visible, dar la cara y mostrarte. El lema es: "Infancias trans sin violencia ni discriminación, sumate". Es una foto con el libro que escribí, porque si tenés el libro en la mano significa que conocés la historia, la respetás y vas acompañarnos; y si no, con un cartel que diga: "Infancia trans sin violencia ni discriminación, sumate. Y me la etiquetan en mi muro de Facebook. Estoy imprimiendo esas fotos, que van a ser parte de una muestra que voy a presentar en el Centro Cultural Haroldo Conti. Se están sumando de las escuelas, de las provincias, la campaña está teniendo alcance a nivel nacional.


-¿Hay apoyo desde el Estado u organismos a esta causa o falta mucho por hacer?

-Falta mucho por hacer. Meterse con la infancia cuesta. No hay muchas herramientas, ni información, pero hay organizaciones que me están acompañando y se están sumando. Yo la campaña la empecé en diciembre, sola con mi familia. Y ahora en cada charla que doy en las universidades o institutos de formación docente pido que se sumen. Esto es de boca en boca y de corazón a corazón.


-¿Cuáles son las situaciones de violencia o discriminación que vive hoy?

-En este momento no está sufriendo situaciones de discriminación porque es Luana y es conocida. Es Lulú. Pero he tenido situaciones, después del DNI, en que Luana ha estado y que venga la enfermera y que no entienda por qué la nena tiene pene y no sepan cómo actuar. Es la falta de información.


-Hay un protocolo médico para la atención de pacientes trans que se debería seguir en todos los hospitales pero, por lo que decís, parece que no es así.

-Ninguno tiene la delicadeza. No solo los médicos. Me siguen diciendo que es imposible que Luana exista cuando yo la tengo acá y existe. La nena está y hay que hacerse cargo.


-¿Cuáles son las inquietudes que tiene Luana hoy?

-Luana está preocupada por su cuerpo, por cómo va a desarrollarse. Ella está segura de que va a tener una mansión y que va a ser princesa, pobrecita. Eso es otra cosa en la que vamos a trabajar. Ella quiere ser cantante, bailarina, patinadora profesional pero está preocupada por su cuerpo, por cómo se le va a disparar.