El país más antinorteamericano de la región, fascinado con los Obama

El histórico antinorteamericanismo de la Argentina no alcanzó para opacar la visita. Vuelve el temor a que el país sea blanco del terrorismo internacional

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Una encuesta global realizada en el 2014 por el prestigioso Pew Research Center en 40 países, con una muestra de más de 45 mil casos, colocó a la Argentina entre los países con peor imagen de los Estados Unidos. Muy por encima de la media de 24 por ciento, en nuestro país el 43% de los argentinos tiene mala imagen de los EEUU, todavía lejos de los países de acendrado antinorteamericanismo como Pakistán (62), Palestina (73), Rusia (81) y Jordania (83), pero a gran distancia de los vecinos de la región, como Perú (18), Brasil (23), Chile (27) y México (29). Es verdad que, según este estudio, el 43% de la población tiene opinión favorable, empatando la negativa, pero no deja de llamar la atención que un país que no tuvo ningún conflicto en las últimas décadas con los EEUU tenga un porcentaje negativo tan alto.

Por cierto, el antinorteamericanismo no fue un invento kirchnerista. Ni siquiera peronista, como lo dice el experto en política internacional Mariano Caucino, con pliego en el Senado a la espera para ser designado embajador argentino en Costa Rica: "Resulta evidente que la rivalidad entre Argentina y los EEEUU no fue una creación de Perón, sino una herencia de sus antecesores".

Para algunos tiene la edad de la expansión norteamericana posterior al fin de la Guerra de la Secesión. A fines del siglo XIX alcanzó un hito, cuando el presidente Rutherford Hayes hizo una deriva de la "Doctrina Monroe" ("América para los americanos"), expresando interés por el control exclusivo del canal interoceánico, que llevó al respaldo activo de los EEUU por la constitución de Panamá como estado independiente de Colombia, luego de los 17 intentos panameños de separación y 4 escisiones declaradas, con posterior reintegro a la nación colombiana.

El antinorteamericanismo argentino no fue un invento kirchnerista ni peronista. Nació en el siglo XIX

Eran tiempos en que la élite gobernante argentina veía en los EEUU un competidor a sus propios sueños imperiales, al punto que ni siquiera el asesinato en septiembre de 1914 de un cónsul argentino en Bélgica por las tropas alemanas de ocupación modificaron la postura de neutralidad que tomó Victorino de la Plaza apenas iniciada la Primera Guerra Mundial.

La neutralidad tampoco la modificó el radical Hipólito Yrigoyen. Y si bien varios gobiernos mejoraron sus vínculos con los EEUU, nuestro país tampoco tomó partido por los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial y mantuvieron la neutralidad tanto los gobiernos conservadores nacidos de Roberto M. Ortiz y Ramón Castillo, como los que gobernaron durante la dictadura nacida del golpe del 4 de junio de 1943, que tuvieron a Juan Domingo Perón de ideólogo.

Perón, incluso, realizó su primer campaña presidencial, en vista a las elecciones del 24 de febrero de 1946, con todo el respaldo económico y logístico del gobierno que había integrado, pero también con una bandera que supo agitar con enorme destreza, "Braden o Perón". Logró así demonizar para siempre la figura del embajador norteamericano de origen demócrata que, finalmente, solo pretendía que Argentina repudiara a los derrotados en la guerra y se plegara a los países que habían luchado contra el nazismo.

Todavía por entonces las banderas rojas soviéticas marchaban con las liberales. Pero, a poco de andar y ya iniciada la guerra fría, también la izquierda se sumó al repudio norteamericano. Y, en líneas generales, así seguimos hoy. El sentimiento antinorteamericano cala hondo en el sentimiento argentino: izquierda, derecha, peronistas de varios pelajes, casi todos los radicales, sectores del poder empresario, todas las corrientes trotskistas, guevaristas, nacionalistas más o menos fascistas, ni qué decir los filonazis, todos coinciden en envidiar/desconocer/ignorar la cultura norteamericana y, por lo tanto, en repudiar a los Estados Unidos.

En Argentina, la izquierda y la derecha coinciden en el antinorteamericanismo

A todos esos se dirigió Néstor Kirchner en el 2005 cuando, en una página inolvidable de nuestra historia reciente, maltrató en público y en su propia cara a George W. Bush, mientras una contracumbre sesionaba en la misma ciudad de Mar del Plata y a la misma hora. Fueron momentos que quedaron en la memoria nacional. De hecho, esta última semana, un periodista muy popular no se privó de elogiar al ex presidente por ese instante en el que tuvimos Patria: "Qué huevos tenía Néstor", dijo una medianoche en su programa de televisión.

En efecto, la emocionalidad argentina se siente altamente satisfecha cuando alguno de sus líderes mete un gol de esas características, aún rompiendo las siempre frágiles reglas entre los países. Se sintió igualmente henchida con el "Patria o buitres", sin importar lo caro del chiste que, igual, tendremos que pagar, incluso más caro. Pero quién nos quita lo bailado.

En esto, hay que reconocer que Cristina Kirchner lo superó a Perón. El fundador del movimiento, sin anestesia, pasó de enfrentarse con los EEUU a protagonizar una de las mejores etapas de la relación con ese país, encarando un duro ajuste de la economía, y firmando un acuerdo con la Standard Oil que fue repudiado por la UCR. Ni su propia tropa aceptó refrendárselo en el Congreso de la Nación.

Cristina quiso amigarse con el carismático Barack Obama, pero herida por un presidente que prefería cruzar el cielo argentino entre Chile y Uruguay, los dos países que visitó en su anterior gira, fue demasiado para ella. Y dejó el gobierno sin bajarse de sus banderas. Claro, el 24 de marzo, cuando el presidente norteamericano aún estaba en la Argentina, no pudo evitar poner dos tuits en inglés, idioma que no domina, como diciéndole: "Mirá que estoy acá, eh, por si querés dedicarme algún párrafo".

Como sea, Obama decidió premiar a nuestro país con casi 48 horas de su agenda, en reconocimiento al esfuerzo nacional -y popular, por qué no- que dio por terminado el ciclo populista que desaprovechó las mejores ventajas competitivas que tuvo la región en su historia e intentó implantar una democracia hegemónica, sin chances para la oposición, o sea, una no-democracia.

Lo hizo en un momento grave de la humanidad, cuando en las grandes capitales del mundo se generaliza el terror por nuevos atentados del más sanguinario fundamentalismo islámico jamás conocido, con células dormidas en todos los rincones.

Sin ir más lejos, aquí en Paysandú, Uruguay, el pasado 9 de marzo un dirigente de la comunidad judía de esa localidad, el comerciante David Fremd, fue asesinado por la espalda con un cuchillo de cocina por Carlos Peralta, mientras gritaba "Allahu Akbar" (Alá es grande). El asesino tiene las características de un paciente psiquiátrico, aunque hay indicios en su teléfono de que tomó contacto con un chat vinculado al ISIS.

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También se vio una leyenda árabe en una bandera negra enarbolada por un grupo propalestino este miércoles durante la marcha organizada por las agrupaciones del Frente de Izquierda y otras agrupaciones como el Nuevo Mas, Autodeterminación y Libertad y la organización CORREPI, que lucha contra los abusos de la policía y el Estado, quienes se concentraron en Santa Fe y Scalabrini Ortiz y avanzaron hacia Plaza Italia, porque en el predio ferial de la Sociedad Rural se organizaba un seminario de la cámara norteamericana de empresas (Amcham) adonde existía la posibilidad de que asistiera Obama.

Los organizadores de la marcha le bajan el tono a la bandera y al grupo, pero no pueden desmentir la foto que circuló por Internet.

En ámbitos de seguridad local hay temor de que la Argentina vuelva a estar en el foco del terrorismo internacional. No existe capacidad técnica ni profesional para enfrentar un problema de estas características, lo que obliga al Gobierno a evitar tomar cualquier compromiso en la materia, a pesar de que el propio Obama fue explícito al decir: "Sé que el presidente Macri comparte esta convicción conmigo (NdR: derrotar al terrorismo que pone en peligro la vida de la gente en todo el mundo), y es una de las razones por las que decidimos trabajar juntos". Adelantó además que "las agencias federales prestarán ayuda a las agencias contraterroristas de la Argentina".

En ámbitos de la seguridad hay temor de que Argentina vuelva a ser blanco del terrorismo

Poco puede hacer una Argentina que tiene devastados sus organismos de inteligencia, que durante años se dedicaron al espionaje interno, y carecen de cuadros profesionales y elementos técnicos para luchar contra los grandes males de la época.

Macri, por lo menos, se puede dar por satisfecho de haber aislado por un tiempo el antinorteamericanismo que cruza la historia argentina a sectores minoritarios, hoy más bien ligados al fracaso del gobierno anterior. La diplomacia blanda ejercida por el histriónico -en su punto justo- presidente de los EEUU, acompañado por la no menos carismática Michelle, le dio el waiver que necesitaba hasta que pueda empezar a mostrar resultados a la castigada población que, por lo que dicen las encuestas consultadas, está altamente confiada en su capacidad para sacarlos del pozo.