La historia de Balcarce, el perro que se sentó en el sillón de Rivadavia

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Antes del viaje de Mauricio Macri a la cumbre de Davos, Suiza, una foto del perro Balcarce sentado en el sillón presidencial se hizo viral y recorrió el país.

Surgido como "una anécdota", el can no es del Presidente, sino de una de las colaboradoras del equipo de comunicación, Agustina Bonnecarrere, quien lo encontró en la calle y lo adoptó a mediados de 2015.

Pero como Bonnecarrere no tenía lugar en su casa para otro perro más, decidió llevarlo a la sede nacional del PRO, en Balcarce 412, donde funciona la Fundación Pensar, la usina de ideas que alimenta al partido de Macri.

Bonnecarrere, quien fue editora de fotos durante la campaña a jefe de Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta y continuó con ese trabajo en los actos de Mauricio Macri en su camino a la Casa Rosada, responde a Julián Gallo, director de contenidos y estrategia en las redes sociales y la web del PRO.

En un artículo en la revista Noticias, Gallo aseguró que "Balcarce era una anécdota, una nota simpática, pero después apareció un interés muy grande de parte de la audiencia".

Ahora, el perro volvió a la casa de su dueña, que pudo hacer lugar para Balcarce.

Pero la buena fama de Balcarce contrastaría con su carácter, ya que según la revista Noticias, "el can no es tan simpático como parece en las divertidas fotos".

La publicación cita a una persona que trabajó en la sede del PRO durante la campaña, quien asegura que "el perro no se acerca a la gente que no conoce y hasta puede llegar a ladrar. Es poco amigable". Además, un periodista citado por Noticias afirma que Balcarce "es un perro malo, que ladra mucho y que no deja que lo toques".