"El país latinoamericano con más presos políticos: Venezuela sigue hundida en una pesadilla"

El historiador paraguayo Vidal Mario estuvo en Venezuela, donde puso en evidencia la grave crisis política y económica que atraviesa

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 Reuters 163
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Pancho Salazar, renombrado historiador venezolano, señala que "este país nuestro está pasando por una monotonía del dolor". Dice que una de las cosas que le duelen de su país es leer las noticias de venezolanos que hacen las maletas para irse a otros países. Aclara que él no le dará al "inquisidor de Miraflores", como denomina al presidente Nicolás Maduro, el gusto de verlo en la lista de "enemigos de la patria" que se van del país. Sobre los que ya se han ido o planean irse, sentencia: "Que se vayan todos, y que nos dejen llorar solos".


En la vereda del Museo Marino de la isla de Margarita, un grupo de estudiantes de secundaria grita: "Tenemos patria, pero no tenemos esperanzas". Una conmovedora respuesta a una no muy feliz expresión del fallecido dictador disfrazado de demócrata Hugo Chávez: "Tendremos hambre, pero tenemos patria".


En una pared, al lado de una imagen de Chávez, se lee: Todo el poder para los obreros.

Una periodista llamada Ana Parata Reyes asegura que la escasez de remedios es de tal magnitud "que las propias farmacias controladas por el gobierno están vacías". Coincide con ella el presidente de la Federación Médica de Venezuela, Douglas León Natera: "No se consiguen anticonceptivos orales ni preservativos. Es tan grave la falta de remedios que el Gobierno ha creado el Sistema de Asignación de Medicamentos (Siamed). Uno tiene que ir a anotarse en una farmacia y, el día que tenga el remedio solicitado, o llamarán".


Manuel Antonio Salas se refirió a la misma situación de esta manera: "Implementaron un perverso sistema para controlar la venta de medicinas. Ahora se obliga a las personas a registrarse en una farmacia y a comprar exclusivamente donde se registró. Si el medicamento que necesita no existe en la farmacia donde usted se registró pero sí lo hay en otra farmacia, es inútil que vaya a esta otra farmacia. No se lo van a vender porque usted no está anotado allí".


Salas afirma, también, que "en todo sentido y para todas las cosas hay un racionamiento propio de un país en estado de guerra; el Gobierno nos ha colocado en la puerta de una hambruna que tarde o temprano va a desatar los demonios de la población".


El venezolano hoy compra lo que hay, y cuando hay. Solamente puede comprar mercaderías un día a la semana y según el número en que termina su documento de identidad. Para la compra de pañales, una madre debe presentar las partidas de nacimiento de su bebé, en tanto que las mujeres embarazadas que necesiten determinados medicamentos deben acreditar su embarazo con la ecografía. Sin la presentación de esos comprobantes no habrá pañales, ni habrá remedios.


Ramón Guillermo Aveledo, vocero de una entidad denominada Ciudadano Libre, relata a su manera la caótica situación imperante: "Solíamos exportar café –enfatiza-; ahora lo importamos. ¡Importamos café!. Por primera vez en la historia. También traemos del exterior leche, aceite, grasas, carne y cereales. Para traer esas cosas al país ya no alcanzan las divisas, y por eso son racionadas. La escasez es una verdad y una vergüenza imposible de disimular".


Antonio López Villega aporta lo suyo afirmando que "este Gobierno sólo ha servido para estimular el mercado negro y la especulación". Señala que "Chile, Ecuador o Bolivia también tienen Gobiernos socialistas, pero en esos países la inflación es de un solo dígito, mientras que aquí rondamos el setenta por ciento". "Venezuela –concluye– no se merece tanta miseria ni tanta discordia".


Añade, este mismo observador: "Debemos padecer constantemente invasiones toleradas o propiciadas de propiedades, confiscaciones, estatizaciones forzosas, como la que convirtió Agroisleña en Agropatria, controles rigurosos en la comercialización, planes fantasiosos y costosos, regulaciones de precios congeladas en el tiempo contra toda evidencia, una inflación que no para de subir y una tasa de cambio mantenida artificialmente baja que abarata la importación mientras cada día es más caro y más difícil producir dentro del país".


Henkel García, director de un foro denominado Econométrica, apunta: "Nuestra moneda probablemente se encuentre en su punto de máxima inutilidad, por cuanto hoy se necesitan 1.720 bolívares para comprar la misma cantidad de productos que en diciembre del 2008 se compraba con un billete de 100 bolívares".


Otro al que requerimos su opinión, Jesús Alexis González, explica: "Nuestro país recibió en los últimos 15 años más de 1,5 billones de dólares, pero se endeudó en demasía, agotó sus reservas, y eso lo hizo caer en picada. El gobierno, que es el mayor y casi único importador de alimentos, se vio obligado a pedir a través del Banco Central de Venezuela un préstamo de 1.000 millones de dólares".


Los economistas José Guerra y Asdrúbal Oliveros revelaron, cosa que no fue desmentida por el gobierno, que el pedido de dicho préstamo se le hizo al Citibank. Nada menos que a uno de los rostros visibles del vilipendiado imperialismo yanqui.


49 de cada 100 venezolanos emplea entre dos y cinco horas a la semana en hacer colas en las puertas de los comercios en procura de comprar alimentos y elementos de aseo personal.

Susana, que tiene tres hijos, lo hace todos los días. Vive en el barrio del Oeste de Caracas, ciudad últimamente convertida en el paraíso del mercado negro de alimentos. Es una bachaquera, es decir, uno de los centenares de "buhoneros" que alimentan dicho paraíso. Se levanta a las 2 de la mañana, se ubica en la mega cola de algún supermercado y "mediante contactos" consigue alimentos que luego revende en la calle al triple de lo que le costó. Declara que el tempranero y cotidiano sacrificio le reporta unos seis mil bolívares por día.


El colapso económico venezolano obedece, según el gobierno, a que "el Imperio y la burguesía venezolana le han declarado la guerra al gobierno popular bolivariano, y el gobierno ha recogido el guante. Consecuentemente, el país está en guerra". A esta supuesta contienda se le ha dado un nombre oficial: "Guerra económica".


El "Comandante Eterno"


Lo primero que le llama la atención al viajero es que, aunque muerto, Hugo Chávez sigue ejerciendo en Venezuela un poder omnipresente, omnímodo y omnisciente. Maduro, quien es el que está vivo, ocupa un discreto segundo plano. "El Comandante Eterno" tiene hasta una Casa de la Cultura dedicada a su persona. En las librerías se venden montones de libros, como uno titulado Cuentos arañeros, supuestamente escritos por él. En Pampatar hay un cuadro de considerables proporciones que muestra a cuatro personas calificadas de grandes patriotas de la historia venezolana. Los tres primeros están pintados en negro. El último, Chávez, está pintado en vivos colores. El mensaje es elocuente: el "comandante supremo" es el más grande de esos héroes.


El culto a la personalidad de Chávez roza el límite del hartazgo. Junto con la proliferación de notables carteles que lo muestran con Fidel Castro (hoy Venezuela es tan igual a Cuba que muchos lo llaman "Cubazuela") se observan "ojos de Chávez" en los altos edificios de Caracas. Ciudad que, dicho sea de paso, padece uno de los índices de delincuencia más elevados del mundo. Esos ojos sugieren que desde las alturas celestiales él sigue vigilando todo.


El 13 de enero de 2012, Chávez presentó su mensaje anual a la Asamblea Nacional. Mientras hablaba, acariciaba una barra de oro puro de medio kilo de peso. La misma barra de oro utilizó después como pisapapeles en su escritorio, durante una rueda de prensa. Ese lingote de oro se popularizó aún más cuando pintaron en la fachada del Banco Central de Venezuela, ubicado sobre la avenida Urdaneta, un cartel que lo mostraba con dicho elemento, y la frase "¡Misión cumplida!". El cartel ha sido reemplazado por otro que lo muestra con las manos extendidas y vacías. Todo un símbolo de que ahora ya no hay nada que dar.


Mientras tanto, muchas de las más de 190 empresas sometidas al fatídico "¡Exprópiese!" o "¡Nacionalícese!" de Chávez están hoy derrumbadas, y con sus trabajadores en la calle.

Maduro practica lo que algunos llaman "cubanofilia". Permanentemente habla con Fidel o con Raúl Castro. Dicen que lo hace porque está donde está gracias a ellos. A esos hermanos les debe su banda presidencial y, por lo tanto, les corresponde con petróleo, con divisas y con otras cosas que pueda darles a despecho de las necesidades internas de los venezolanos.


Maduro aún no ha tomado nota del esfuerzo de Raúl Castro de convertir al histórico enemigo norteamericano en amigo. Sorprende que mientras el presidente cubano elogia a Obama, el presidente venezolano (quien en cierto momento le pareció ver que Chávez se le aparecía en forma de pajarito) siga hablando de invasión y de magnicidio, y que continúe peleándose con medio mundo.


Más de doce mil médicos se fueron de los hospitales

Una delegación del Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (PROVEA) presentó en marzo pasado ante la Comisión Internacional de Derechos Humanos una denuncia. En esta denuncia se asegura que "la salud venezolana presenta graves insuficiencias en sus condiciones y se niega el acceso de este derecho humano a sectores pobres, hoy sometidos a las peores situaciones de vulnerabilidad".


El presidente de la Federación Médica de Venezuela, Douglas León Natera, afirma que la escasez de medicinas supera el 95%. "Si buscas un anticonceptivo oral –apunta- , no lo consigues. No es posible que algo tan elemental como eso no se consiga. Ni siquiera hay preservativos. Hay enfermedades crónicas que no se pueden tratar ni en los hospitales ni en los centros privados de salud, por la falta de remedio, y los pocos medicamentos que hay dicen "Made in Cuba".


El dirigente médico recuerda otro dato inquietante: 12.830 médicos se fueron de los hospitales públicos, en tanto que de las clínicas privadas se han ido ya unos 2.500. "De todos estos médicos renunciantes –explica- cerca de 10.300 se fueron para el exterior".


La diáspora comenzó ya en tiempos de Chávez, cuando llegaron a Venezuela miles de supuestos médicos cubanos. Al principio, el gobierno permitió a la Federación Médica de Venezuela revisar las carpetas de los recién llegados. Se detectó que 37 no eran médicos, y la entidad presentó ante la justicia un recurso de amparo a la salud. Esto generó un resonante incidente que terminó cuando el gobierno le prohibió a la citada institución seguir revisando las carpetas.


La salud en manos de cubanos

Para traer a los médicos cubanos ("supuestos médicos", según la Federación Médica), Chávez apeló a los artículos 6 y 7 de la ley que regula el ejercicio de le medicina en Venezuela. Los mismos permiten que un médico destacado del extranjero venga al país por un tiempo máximo de un mes. Pero los cubanos se quedaron para siempre. "Se lo apartó al médico venezolano, muchos de ellos expertos en salud pública, se los arrinconó y se les ofreció que se fueran; y ellos se fueron", enfatizó el doctor Natera.


Hoy esos cubanos son dueños y señores de los hospitales públicos venezolanos, y los médicos nacionales se van del país. El ciudadano Laureno Márquez relata de esta forma uno de estos casos de forzada migración: "Un querido amigo mío, una eminencia médica venezolana, también se irá. Lo llamaron de Estados Unidos. Quieren su talento allá, le facilitan la vida para que se vaya; le garantizan hasta la universidad para sus hijos. Este gobierno, que tanto critica al Imperio, le ha entregado en bandeja de plata la flor y nata de nuestra formación profesional".


Otro drama de quienes ejercen la profesión médica en Venezuela es el de los paupérrimos salarios. El sueldo básico es de sólo 5.800 bolívares. Trabajando también sábados, domingos y feriados un médico puede juntar 9.000 bolívares. Pero para cubrir la canasta básica una familia tipo necesita ahora 35.124 bolívares. Consecuentemente, los médicos no pueden sobrevivir con ese sueldo.


22 periodistas en la picota

Venezuela, además de tener más de veinte leyes que restringen la libertad de prensa, tiene 22 directivos y periodistas que, por orden judicial, no pueden salir del país. Los sancionados pertenecen a El Nacional, Tal Cual y el portal La Patilla.


En Madrid entregaron los premios Ortega y Gasset, del diario El País. Uno de los premiados fue el político, escritor y director de Tal Cual, Teodoro Petkoff. No pudo ir a recibir su premio porque figura en la lista de los que no pueden abandonar Venezuela.


La prohibición que pesa sobre estos periodistas fue condenada por la SIP, el Colegio Nacional de Periodistas de Venezuela, la ONG Espacio Público, el Colegio Nacional de Periodistas, y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP).


Varios académicos también cuestionaron la resolución de la jueza 12° de juicio de Caracas, María Núñez, de impedir la salida de dichos periodistas. Uno de ellos, Jesús Ollarves, director del Centro de Estudios de Posgrado de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela, apuntó: "Este caso es la más burda expresión de la aplicación del derecho penal del enemigo. Juzgan y sancionan a alguien por lo que es, no por lo que hizo".


Una nación con 85 presos políticos

El Observatorio de Conflictividad Social contabilizó en el 2014 más de 6.000 conflictos sociales, 4.000 de ellos de tipo laboral, en tanto que el gobierno aún tiene encerrado en las cárceles a unos diez dirigentes sindicales. Por estas cifras el sindicalismo opositor acusa a Maduro de ser igual que Chávez: un violador sistemático de la libertad sindical, del derecho de huelga y del respeto a la independencia sindical.


Afirman que Maduro profundizó situaciones iniciadas durante la gestión de su fallecido predecesor y cita entre estas situaciones a la criminalización de la protesta, envío de fuerzas militares a las manifestaciones obreras y creación, por parte del gobierno, de milicias dedicadas a romper las concentraciones de trabajadores.


Alfredo Romero, director del Foro Penal Venezolano (FPV), informó que el año pasado "nuestro país alcanzó a tener 300 presos por causas políticas". Muchos ya fueron liberados, pero aún quedan 85 personas encarceladas por motivos políticos, 39 de estos por protestar contra el gobierno. "Nos duele que Venezuela sea calificado, y con razón, como el país latinoamericano con el mayor número de presos políticos", apunta.



En el 2014, luego de las multitudinarias protestas registradas durante los meses de abril y julio, se registraron 3.718 detenciones. 360 de los detenidos eran menores de edad.


Entre los que todavía están presos figuran 21 estudiantes, tres dirigentes políticos, ocho mujeres y otras 5 personas apresadas por escribir mensajes en Twitter. 2.007 ciudadanos que participaron de distintas manifestaciones aún tienen procesos judiciales pendientes, y están sometidas a medidas sustitutivas de libertad.


El preso político más destacado es el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma. Se espera que en los próximos días llegue al país el ex jefe del gobierno español, Felipe González, para abogar tanto por su libertad como la de otro preso político, Leopoldo López, quien en estos días lleva adelante una huelga de hambre. La Cancillería venezolana advirtió a la Embajada de España que las acciones que Felipe González "deberá hacerse responsable" de las acciones que realice en Caracas.


Un informe del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello, de Caracas, difundió un informe consignando que "al menos diez estrategias ha utilizado el gobierno para ocultar evidencias de tratos crueles y tortura y evitar que las mismas fueran denunciadas luego de las detenciones practicadas durante las protestas que se sucedieron a partir de febrero de 2014.


Entre dichas estrategias, el informe destaca la "incomunicación de detenidos, traslado de lesionados a hospitales militares, presiones a las víctimas, uso de la defensa pública para evitar denuncias, omisiones por parte de los jueces durante las audiencias, transformación de las víctimas en victimarios, confusión entre el examen médico forense y el reconocimiento médico en el lugar de detención, sustracción y desaparición de evidencias de malos tratos y tortura, y presiones a los médicos".


La bestia negra de Diosdado

Ocho militares acusados de planear derrocar al presidente Maduro igualmente están en la cárcel. Son ellos el general Oswaldo Hernández Sánchez, el coronel José Gregorio Delgado, el teniente coronel Ruperto Sánchez, el mayor César Orta,; Juan Carlos Nieto (retirado), Neri Cordova, Andrés Thonson y Laire Salazar.


La Iglesia pidió, a su vez, la libertad de varios directivos del supermercado Día a Día, también encarcelados.


Al presidente y editor de Tal Cual, Teodoro Petkoff, lo llaman la bestia negra de Diosdado Cabello. Así se llama el número 2 del régimen chavista. Felipe González dijo de Petkoff: "Cada vez que opina Teodoro, tiembla el régimen". El periodista acaba de mandarle un mensaje a Diosdado Cabello para decirle, entre cosas, lo siguiente:


"Inflación exponencial, muertos todos los días, colas con empujones, soldados en los supermercados, ausencia de tratamiento para el cáncer, secuestros, profesores con salarios de mendigos, dos productos por persona. No es así como se debe vivir. Las cosas en Venezuela están como están, Diosdado, como consecuencia de una forma equivocada de ejercer el poder. Equivocada y perversa. La revolución no está caminando y el país se volvió un infierno. Venezuela se hunde, Diosdado. Mientras tú hablas de conspiraciones en marcha, de traidores y de batallas que nos traen desde afuera, Venezuela sigue hundiéndose por culpa de la soberbia, la ceguera, la improbidad, la impunidad y la política convertida en fanática religión".