Tiró a la basura el corazón de Fray Mamerto Esquiú

El detenido e imputado por el hurto de la reliquia se declaró hoy culpable ante el juez federal de Catamarca. Dijo que arrojó la pieza en un cesto en el centro de la capital catamarqueña el mismo día en que se la llevó del Convento de San Francisco

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Gemián Jasani, de 20 años, manifestó ante el juez federal de Catamarca, Ricardo Moreno, que tiró la pieza en un cesto de la basura de Rivadavia y San Martín, en el centro de Catamarca, informó el fiscal Santos Reynoso.

El corazón de Fray Mamerto Esquiú desapareció el 22 del mes pasado de una urna ubicada en el Convento de San Francisco, de Catamarca, y a las pocas horas fue detenido Jasani, en base a la descripción que realizaron varios testigos.

El defensor oficial, Hugo Visozo, expresó que Jasani "tuvo toda la voluntad de colaborar con la Justicia para esclarecer el hecho" y agregó que "estuvo tranquilo, fue coherente en su relato en el robo de la reliquia".

Durante la ampliación de la indagatoria, Jasani fue trasladado hasta San Martín y Rivadavia, donde señaló el cesto de la basura, donde indicó que arrojó el corazón de Esquiú, el mismo 22 de enero.

Posteriormente, fue trasladado al Convento San Francisco, donde realizaron un reconocimiento del edificio y "se solicitó una reconstrucción del hecho, diligencias que se cumpliría mañana", informó Visozo.
 
Quién fue Fray Mamerto
Esquiú nació, débil de salud, en la localidad catamarqueña de Piedra Blanca el 11 de mayo de 1836. A los cinco años, muy enfermo, vistió por primera vez un hábito franciscano: su madre se lo confeccionó con la promesa de vestirlo siempre con él, en un desesperado intento para que sanara.

Apenas cumplidos los 10 años, ya huérfano, ingresó al convento de San Francisco donde fue ordenado sacerdote el 18 de octubre de 1848. Entregó gran parte de su vida a la docencia; sólo quiso dedicarse a los demás y vivir "desconocido e ignorado".

Franciscanos contemporáneos de Esquiú lo definieron como "un apóstol en el ejercicio de la confesión e infatigable en la asistencia de los enfermos".

A fines de 1880 fue nombrado obispo de Córdoba, donde también daba misas en penales y hospitales y recibía en su casa a pobres y necesitados, entre quienes repartía su dinero.

Murió el 10 de enero de 1883. Mientras sus restos mortales descansan en la catedral de Córdoba, su corazón permanecía hasta ayer en el convento franciscano de Catamarca.

El pasado 3 de febrero la Comisión de Teólogos del Vaticano aprobó la heroicidad de las virtudes de Esquiú, las que pasaron a consideración de obispos y cardenales de la Confederación de los Santos, último trámite que la comunidad franciscana espera desde hace 80 años.

A Esquiú se le atribuyen unos 300 hechos milagrosos, entre ellos la curación de un hombre que padecía una trombosis de retina irreversible, que sanó con sólo pronunciar su nombre.