Fue a una cafetería, le cobraron 36 euros por un par de capuchinos con dos tostadas y terminó llamando a la policía

La experiencia de una joven y su amigo en el centro de Madrid llamó la atención en las redes sociales por los desafíos que enfrentan muchas veces los comensales en las grandes ciudades

Compartir
Compartir articulo
El desayuno les costó 36 euros y además los clientes tuvieron muchos condicionamientos. (Twitter: @Eva_al_desnudo)
El desayuno les costó 36 euros y además los clientes tuvieron muchos condicionamientos. (Twitter: @Eva_al_desnudo)

La experiencia reciente de la tuitera @Eva_al_desnudo y su acompañante en una cafetería del centro de Madrid es una muestra de las situaciones sorprendentes que se pueden encontrar en las redes sociales.

La historia comienza con la búsqueda de un lugar donde desayunar en un fin de semana en el área de Alonso Martínez, una tarea que puede resultar complicada en Madrid debido a la alta demanda. Ante la falta de opciones disponibles, Eva y su amigo se encontraron en una situación inusual: tuvieron que esperar y, finalmente, ingresar a un café moderno con precios inflados.

En este caso, la espera y el desayuno resultaron caros, como Eva reveló en su serie de tuits: pagaron 36 euros por dos capuchinos y dos tostadas con palta y huevos revueltos, un precio que sorprendió a la tuitera y su amigo.

La historia de Eva en una cafetería de Madrid se viralizó en las redes. (Twitter: @Eva_al_desnudo)
La historia de Eva en una cafetería de Madrid se viralizó en las redes. (Twitter: @Eva_al_desnudo)

Las cosas se complicaron aún más cuando, después de desayunar, el camarero les pidió cambiar de mesa para dar cabida a un grupo que acababa de llegar. Eva y su acompañante, a regañadientes, aceptaron cambiar a una mesa más ruidosa y fría, ya que estaban cerca de la puerta de entrada.

La verdadera sorpresa llegó cuando la joven intentó sacar su computadora portátil para mostrar algo a su amigo. El camarero se acercó y les dijo que no se permitía el uso de ordenadores para trabajar. Incluso cuando aclararon que no estaban trabajando, el camarero insistió en que no podían debido a la rotación de mesas.

Para evitar un enfrentamiento, Eva decidió pedir otro café antes de irse. Sin embargo, la respuesta del camarero fue nuevamente negativa, negándoles el servicio y afirmando que no podían usar sus ordenadores en la mesa. Fue entonces cuando el amigo de Eva decidió pedir una hoja de reclamaciones, ya que no estaban de acuerdo con la medida.

La mala experiencia de una joven y su amigo en una cafetería de Madrid. (Twitter: @Eva_al_desnudo)
La mala experiencia de una joven y su amigo en una cafetería de Madrid. (Twitter: @Eva_al_desnudo)

La respuesta de la encargada de la cafetería ante esta solicitud fue sorprendente. Según relató Eva, la encargada reaccionó de manera agresiva, quitándoles el QR de la mesa y negándose a proporcionarles la hoja de reclamaciones. Ante esta situación, Eva amenazó con llamar a la policía, y la encargada, optando por actuar primero, hizo la llamada.

Finalmente, después de la intervención de la policía, la hoja de reclamaciones fue entregada a Eva y su acompañante. Los agentes les aconsejaron que la próxima vez no dijeran nada y simplemente llamaran a la policía para evitar confrontaciones innecesarias.

En una ciudad como Madrid, donde la demanda es alta y los precios a menudo inflados, es importante para los consumidores estar informados sobre las políticas de los locales y sus derechos como clientes. La historia de Eva destaca la importancia de la transparencia en la comunicación de las normas de los establecimientos y cómo los clientes pueden defender sus derechos en situaciones inusuales.