Cuáles son las consecuencias de vivir pendientes del "qué dirán"

Seguir las propias ideas y convicciones puede ser todo un desafío. Aunque estamos expuestos a la mirada ajena, no hay que dejarse intimidar por las opiniones de los demás

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Vivir sujeto al vaivén del ojo ajeno puede ser extenuante; exige estar siempre atento, en un estado de tensión permanente, al oleaje de las opiniones, para saber con cuál conviene coincidir (Getty Images)
Vivir sujeto al vaivén del ojo ajeno puede ser extenuante; exige estar siempre atento, en un estado de tensión permanente, al oleaje de las opiniones, para saber con cuál conviene coincidir (Getty Images)

Para algunas personas, tener una visión de las cosas distinta de la del resto es causa de angustia e incertidumbre. Es cierto que todos necesitamos la aprobación de los demás para sentirnos queridos y apreciados, pero cuando la única forma de autovaloración proviene de la opinión y la mirada ajena, corremos el riesgo de convertirnos en ser víctimas del "qué dirán".

Quienes viven a merced de las opiniones ajenas, tienen un claro problema de autoestima y una gran dificultad para expresar sus propios puntos de vista; incluso sucede que, aunque los tengan, desconfían de su valor y cambian rápidamente de ideas pensando que la opinión de los otros es mejor que la propia.

“Estar pendiente del ‘qué dirán’ es algo que los demás también perciben y, a la larga, termina siendo considerado como falta de sinceridad; estos individuos son vistos como los que se acomodan siempre o los que nunca se juegan”.

Otras veces sucede que estos individuos experimentan tanta angustia ante la posibilidad de ser criticados por sus criterios u opiniones, que enseguida "se adhieren" a las opiniones de otros, para no quedar expuestos o evitar la controversia.

Círculo de los afectos

Vivir sujeto al vaivén del ojo ajeno puede ser extenuante; exige estar siempre atento, en un estado de tensión permanente, al oleaje de las opiniones, para saber con cuál conviene coincidir (Getty Images)
Vivir sujeto al vaivén del ojo ajeno puede ser extenuante; exige estar siempre atento, en un estado de tensión permanente, al oleaje de las opiniones, para saber con cuál conviene coincidir (Getty Images)

En el entorno familiar o afectivo puede haber amigos o parientes que asuman un rol protagónico y no siempre democrático; estas personas tienden a ensombrecer a los demás, y a los más tímidos o inseguros, se les hace muy difícil oponerse a estos puntos de vista dominantes. Entonces, terminan cediendo la autonomía de sus pensamientos a la de la figura que domina en su círculo afectivo.

Pero si bien logran evitar el estrés, el temor al ridículo o la angustia de sentirse distintas, las personas que viven pendientes del "qué dirán" pagan altos costos por mantener su identidad escondida tras las opiniones de la mayoría.

Vivir sujeto al vaivén del ojo ajeno puede ser extenuante; exige estar siempre atento, en un estado de tensión permanente, al oleaje de las opiniones, para saber con cuál conviene coincidir. Para estos individuos, la menor decisión, aunque sea referida a su vida cotidiana (qué ponerse, qué película ir a ver), puede ser agotadora.

¿Qué características entrañan las personas a las que les importa el qué dirán?

• Tienen baja autoestima, son inseguras y prefieren no arriesgarse con algo diferente de lo convencional.

• Le temen al ridículo.

• Necesitan sentirse parte, ser aceptados socialmente, por su familia o por su grupo, y evitan cualquier situación que pueda implicar la pérdida del aprecio o del respeto del entorno.

• No les gusta confrontar; temen que el desacuerdo les haga perder el afecto o el respeto de los demás. Entonces, "siguen la corriente" para no desentonar ni sentirse excluidos.

• Tienen miedo a las críticas y al rechazo; necesitan siempre contar con la
aprobación de otros.

Es importante no sacrificar la libertad de pensamiento a cambio de lograr ser siempre igual a los demás y no llamar la atención. Ser auténtico es fundamental.

Ser lo que soy

Si sos de los que viven pendientes de la mirada de los otros, empezá a centrarte en tus propias opiniones. No temas expresarte, dar tu punto de vista e incluso debatir; los demás valorarán tu honestidad y la integridad de tus pensamientos
Si sos de los que viven pendientes de la mirada de los otros, empezá a centrarte en tus propias opiniones. No temas expresarte, dar tu punto de vista e incluso debatir; los demás valorarán tu honestidad y la integridad de tus pensamientos

¿Qué hacer para construir una actitud que te sea propia y no ajena?

• Aprendé a valorar tu criterio, aun en pequeñas cosas.

• Recordá que tus opiniones pueden ser tan buenas como las de los demás; no pienses que la tuya siempre será la equivocada o la menos interesante.

• Si tenés un punto de vista sobre un tema, no lo sacrifiques por temor a que otros no estén de acuerdo. En una conversación, el cambio de opiniones es estimulante; no es un juicio a tu persona.

• Conviví con la crítica. Recordá que sólo se trata del punto de vista ajeno. Si la crítica está hecha con buena intención, podés considerarla y reflexionar sobre lo que te dicen, pero no tenés por qué estar de acuerdo con todas las observaciones que te hagan los demás.

• Recordá que tanto a nivel personal como profesional, los individuos son valorados por sus convicciones. Si los demás perciben que tu actitud es siempre tibia, eso puede afectar tus vínculos.

• Disfrutá de la libertad de tener tu propia opinión sobre las cosas, y desterrá para siempre la esclavitud del qué dirán. Es importante no sacrificar la libertad de pensamiento a cambio de lograr ser siempre igual a los demás y no llamar la atención. Ser auténtico es fundamental.

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