"El buen diseño es una herramienta potente para cambiar el mundo"

El diseño y la conciencia social son los ejes fundamentales de la próxima revolución industrial. Una carrera universitaria pensada de "manera transversal" es la clave para crear exitosos profesionales que puedan comprender su entorno y dar una respuesta. Infobae dialogó con el experto catalán Alex Blanch para ahondar sobre el perfil del diseñador del futuro

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Cómo pensar el diseño para crear la carrera del futuro (Getty)
Cómo pensar el diseño para crear la carrera del futuro (Getty)

El alemán Thomas F. Schutte, conocido por sus instalaciones arquitectónicas y esculturas afirmó: "El diseño es un medio por el cual se cumplen objetivos finales tales como servir a los mercados y generar beneficios. Además, es un elemento de responsabilidad social. Un buen diseño es una manera de complementar el rendimiento".

¿Cómo prepararse para los llamados "trabajos del futuro"? Mucho se ha dicho sobre cuáles serán las cualidades que deberán tener los candidatos para ser contratados, y cuáles son las carreras que más salida laboral tendrán en los próximos años. Pero elegir un camino determinado no implica dejar la vocación de lado.

Hablen con un estudiante de alguna carrera relacionada al diseño y les comentarán "que hay demasiados diseñadores para los puestos de trabajo existentes" y que sus profesores universitarios desde el día 1 -los menos optimistas- les repiten una y otra vez que triunfar como diseñador "está complicado". Sin embargo, el diseñador es un eje fundamental del mercado económico moderno, y promete ser una pieza clave para el éxito asegurado de empresas y para la consolidación de un mensaje claro en organizaciones de todo tipo.

El catalán Alex Blanch es diseñador y músico. Fue subdirector de la Escola Superior de Disseny Elisava de Barcelona desde 1992 hasta 2000 y cofundador de Sound Colors, estudio de diseño de sonido. Se ha desempeñado como experto internacional en diseño para la Cooperación Europea, la Española y la Italiana, y fue director de la Escuela de Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Chile entre 2003 y 2006. Y ahora llegó a Buenos Aires para desarrollar la nueva carrera de Diseño en la Universidad de San Andrés, que comenzará a ofrecerse en el 2018.

En diálogo con Infobae, el experto Alex Blanch ahonda sobre la importancia de la transversalidad en el diseño
En diálogo con Infobae, el experto Alex Blanch ahonda sobre la importancia de la transversalidad en el diseño

En diálogo con Infobae, el experto ahonda sobre la importancia de la transversalidad en el diseño, y cómo los diseñadores tienen el poder de cambiar el mundo.

-¿Cómo forma una carrera en diseño al profesional de mañana? ¿Qué herramientas provee para los llamados "empleos del futuro"?

-Una carrera debe enseñar a pensar y a entender hacia dónde va nuestro mundo. Más que enseñar contenidos, debe aportar herramientas para entender cuáles son los factores de cambio que tendrán incidencia en el futuro. Debe, además, aportar flexibilidad y capacidad de adaptación.

Esto es más fácil de enunciar que de practicar. Son muchos los factores que deben confluir para que esto suceda. Lo más importante es que aporte una mirada holística y completa al mundo, de forma que el estudiante entienda de la mejor manera la complejidad de la vida a estas alturas de nuestra civilización. Debe mostrar también las relaciones existentes entre las distintas disciplinas del conocimiento y cómo de estas relaciones surgen las nuevas grandes ideas que transforman el mundo.

Requiere de un profesorado de excelencia, con muy buena formación intelectual a la vez que con gran experiencia profesional y mirada internacional, que no busque sentar cátedra sino acompañar al estudiante en un camino incierto que se va desvelando paso a paso, y que confíe en la capacidad de aprendizaje de los jóvenes, que es mucho mayor de lo que muchos docentes quieren aceptar.

Esta capacidad de aprendizaje es la clave para que el futuro profesional no quede obsoleto en poco tiempo. En la medida que seamos capaces de seguir aprendiendo a lo largo de toda nuestra vida nos podremos adaptar a los retos del mañana

-¿Por qué decidió venir a Buenos Aires y cómo nació la idea de crear una carrera de diseño en San Andrés?

-La Universidad de San Andrés empezó a pensar en una carrera de Diseño hace casi cinco años, a raíz de unas conversaciones entre el entonces Rector Carlos Rosenkranz y los hermanos Estebecorena. Soñaron con un proyecto que plasmara el espíritu fundacional de la universidad, volcada a formar personas capaces de aportar de forma relevante en cada una de las áreas en las que se desempeñan. Con el tiempo, y la colaboración de un consejo asesor de notables del diseño argentino, se fue fraguando la idea de que la carrera materializara una mirada transversal al mundo del diseño, para afrontar los nuevos retos que el mundo y las disciplina nos plantean.

Después de una convocatoria a diferentes profesionales de la academia, la profesión y el mundo institucional, fui elegido para dar forma este proyecto y dirigirlo. Esto me motivó a trasladarme desde Chile, donde había vivido por 13 años. Desde el año 2003 desarrollé en la Pontificia Universidad Católica de Chile una carrera también de carácter transversal, llevé a cabo trabajos de consultoría en varios países de la región, y colaboré con mi esposa y socia, Laura Novik, en el desarrollo de Raíz Diseño, un proyecto enfocado en promover el diseño sustentable y el consumo ético.

“Una carrera debe enseñar a pensar y a entender hacia dónde va nuestro mundo”, aseguró Blanch (Getty)
“Una carrera debe enseñar a pensar y a entender hacia dónde va nuestro mundo”, aseguró Blanch (Getty)

-¿Por qué es importante la transversalidad a la hora de estudiar diseño?

-En la última generación, el diseño pasó de enfocarse en el desarrollo de objetos, gráfica inclusive, a centrarse en la mejora de la vida de las personas. Esto implicó asumir un grado de complejidad mucho mayor, al considerar todos los factores que inciden en el uso de los objetos, no solo los formales y funcionales, sino también los sociales y simbólicos.

Hoy en día nos encontramos en una transición que va de querer mejorar la vida de las personas a mejorar la vida en general, es decir, se está pasando de un modelo antropocéntrico a uno en el que el centro es la sustentabilidad de nuestra forma de vida y de nuestro entorno. Para ello debemos no solo contemplar cómo son las cosas que usamos, sino el impacto del consumo sobre nuestro entorno.

Por otro lado, la aceleración de los cambios en nuestro mundo nos obliga a ser cada vez más anticipativos y afrontar grados de incertidumbre mayores. Estamos pasando de un paradigma basado en resolver problemas a uno en el que lo que prima es crear nuevas visiones de cómo queremos vivir.

Esto está llevando al diseño a centrarse, más que en productos concretos, en entender con toda su complejidad los escenarios de uso e integrar en su mirada el factor sustentabilidad. Más que pensar directamente en un nuevo asiento para el espacio público, el nuevo diseño se plantea si la persona puede evitarse el cansancio para necesitar sentarse.

Si a esto le agregamos que en muchas ocasiones nuestro cliente, en vez de pedirnos una nueva silla, nos dice que no vende, debemos incluir en nuestro análisis no solo sus productos sino su marca, su comunicación, sus puntos de venta, su análisis del usuario. A veces una institución pública le pide al diseñador "volver a conectar con la gente"…

Esto lleva al diseñador a primero entender a fondo el escenario de uso y el entorno social, a la vez que el entorno dentro del que se desenvuelve nuestro cliente para, a partir de ahí, definir qué tipo de acción le puede aportar una mejora tanto a él como a su público. En este punto es donde el diseño transversal adquiere su sentido.

-¿Cómo cambió la manera de estudiar diseño en los últimos años?

-Mi generación aprendió a diseñar a partir del paradigma moderno del diseño: el de la resolución de problemas a partir de un encargo dado por un mandante. Uno analizaba el problema, planteaba alternativas de solución con el mandante, se seleccionaba la que se consideraba la mejor solución y ésta se llevaba a producción.

En la última generación, el diseño pasó de enfocarse en el desarrollo de objetos, gráfica inclusive, a centrarse en la mejora de la vida de las personas (Getty)
En la última generación, el diseño pasó de enfocarse en el desarrollo de objetos, gráfica inclusive, a centrarse en la mejora de la vida de las personas (Getty)

La globalización provocó que los usuarios sean cada vez más ubicuos, distintos y cambiantes, por lo tanto, difíciles de analizar. Y la aceleración de los cambios introdujo mucha más incertidumbre a la hora de proyectar. Esto ha obligado a convertir el proceso lineal con el que aprendimos hace años a diseñar en un proceso iterativo, en el que se testea con prototipos la reacción del público antes de lanzar un producto terminado, y a ser mucho más profundos y abarcativos a la hora de analizar a nuestros usuarios y los escenarios de uso en cambio constante.

Para ello, el diseño ha incorporado herramientas de muchas otras disciplinas, como la antropología, la construcción de escenarios futuros, la formulación de proyectos, la neurociencia, la ingeniería de materiales y una muy larga lista de otros campos. Dado que un solo diseñador, incluso un equipo de diseño, no puede abarcar todo este conocimiento, el nuevo diseñador debe trabajar en colaboración con profesionales de otras disciplinas, casi siempre en grupo. El paradigma del genio creativo singular que cambia el mundo con sus ideas ha pasado a la historia.

Por otro lado, la incertidumbre obliga a desarrollar muchos prototipos que se puedan testear entre el público para así alinear progresivamente el proyecto con las necesidades reales de la gente.

Esto está llevando a incorporar pensamiento estratégico e interdisciplinario, capacidad de trabajar en grupo y habilidades para el desarrollo de prototipos de toda índole en las carreras de diseño. De la misma forma, los equipos docentes deben ser interdisciplinarios y aportar un equilibrio entre intelectualidad y habilidades prácticas a la hora de abordar los nuevos proyectos de diseño. Además, las universidades deben disponer de equipamientos que permitan a sus estudiantes desarrollar todo tipo de prototipos.

-¿Cree que los sistemas actuales de enseñanza ya no son relevantes?

-Las formas actuales de enseñanza orientadas a la formalización de productos van a seguir siendo necesarias, pero en una medida menor. Sistemas automáticos basados en la inteligencia artificial y las herramientas de la industria 4.0 cubrirán muchas de las tareas que hoy en día realizan los diseñadores. A éstos se les pedirá orquestar estos medios para llegar de forma más eficiente a resultados óptimos y en menos tiempo.

El nuevo diseñador debe trabajar en colaboración con profesionales de otras disciplinas, casi siempre en grupo (Getty)
El nuevo diseñador debe trabajar en colaboración con profesionales de otras disciplinas, casi siempre en grupo (Getty)

-¿Cómo ven a los diseñadores argentinos en el mundo?

-Los diseñadores argentinos han sido reconocidos siempre en la escena internacional por sus aportes destacados en todos los campos de la disciplina. Desde Tomás Maldonado, uno de los más influyentes de su generación en el mundo, pasando por Rubén Fontana, Ricardo Blanco y Hugo Kogan, Ronald Shakespear o el grupo de argentinos que marcó buena parte del diseño barcelonés, como Mario Eskenazi, Jorge Pensi, Alberto Liévore, América Sánchez o Carlos Rolando, a los más recientes como Diana Cabeza, Gustavo Koniszczer, Nicolás García Mayor o Cristián Mohaded, los diseñadores argentinos han influido en la escena internacional como pocos.

-¿Por qué piensa que el diseño es más que la creación de algo bello?

-Pensemos en las cosas que hemos usado desde que nos levantamos esta mañana hasta ahora. Son innumerables y ni nos damos cuenta de que las usamos al estar del todo integradas en nuestra forma de vida. El canadiense Bruce Mau dice que el buen diseño es aquel que se nota en el momento que se estropea…

Compramos muchas cosas por su atractivo visual, pero al mismo tiempo muchas tienden a converger en formas muy parecidas, como sucede con los teléfonos inteligentes, que son, desde un punto de vista formal, bastante indiferentes.

Prestamos mucha atención a la belleza de los objetos que nos dan visibilidad o mediante los que nos expresamos, como la vestimenta, los objetos que pueblan nuestras casas o los automóviles. Pero muchas veces nos expresamos mediante cosas no necesariamente bellas, sino originales y distintas, como sucede en muchas de las escenas alternativas. No sé decir si muchos de los músicos del hip-hop se visten bellos, pero sí se visten cool.

En todo caso, hacerse cargo de todo lo dicho antes implica ir mucho más allá de consideraciones formales, en especial de belleza, a la hora de hacerse cargo de lo que significa diseñar hoy.

Incorporar diseño en la empresa no pasa solo por contratar a un equipo de diseñadores, sino por organizarse para el cambio (Getty)
Incorporar diseño en la empresa no pasa solo por contratar a un equipo de diseñadores, sino por organizarse para el cambio (Getty)

-¿Cree que hoy las empresas no se dan cuenta de lo fundamental que es el diseño para su crecimiento y posicionamiento estratégico?

-Cada vez más empresas entienden que invertir en diseño es un buen negocio, ya que les permite adecuarse a las expectativas del mercado, pero sobre todo anticiparse a los cambios. En Argentina, empresas del sector agropecuario, de la industria médica, del sector textil, del comercio electrónico, los videojuegos o de la industria 4.0 lo ven muy claro. De la misma forma, muchas otras empresas todavía no entienden el potencial que el diseño tiene para fomentar su crecimiento y viabilidad a largo plazo. Tampoco conocen el alcance de lo que el diseño les puede aportar. Todavía se piensa que contratar diseño significa obtener productos bonitos, cuando el diseño, además, les puede aportar caminos para conseguir que estos productos lleguen de forma exitosa al público.

Incorporar diseño en la empresa no pasa solo por contratar a un equipo de diseñadores, sino por organizarse para el cambio, aceptar nuevas formas de pensar y contemplar de forma integrada marca, producto, comercialización y comunicación. Significa gestionarse de otra forma.

-¿Qué les diría a los jóvenes que quieren estudiar diseño pero que no están decididos o que creen que no hay salida laboral?

El diseño es mucho más de lo que parece y de lo que se ve en los medios. Es una forma de incidir en cómo construimos el medio en el que desplegamos nuestra vida diaria en todos sus aspectos y a todas horas. El buen diseño contribuye a construir el mundo y es una de las herramientas más potentes que nos ofrece el mundo de hoy para incidir en cómo vivimos. Todo joven que quiera cambiar el mundo tiene en el diseño una potente herramienta para hacerlo.

De la misma forma que determinadas actividades del diseño tradicional han tocado techo, el diseño con mirada transversal ofrece un fértil campo para desarrollarse profesionalmente y para ir adaptándose a los nuevos retos que aparecen a cada momento, no solo en el sector del diseño, sino también en la empresa, el sector público, el tecnológico o el de las industrias creativas. Cada vez más empresas y organizaciones buscan a diseñadores con mirada holística, capaces de anticiparse a lo que viene y de acompañar a sus clientes en el camino hacia un futuro cada vez más incierto, pero también lleno de oportunidades.

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