Hacelo Sonar es una asociación civil dedicada a generar espacios que faciliten la participación y la inclusión artística y social. Sus creadores son Sebastián, Germán, Luis, Julián, Juan y Charly, un grupo de jóvenes músicos solidarios y emprendedores.
Ellos saben que el costo de los instrumentos representa una barrera para muchas personas que desean ser parte del mundo de la música. Y un día se propusieron derribarla.
Esa creatividad que poseían como músicos y luthiers la pusieron a disposición de un gran proyecto que consistiera en construir instrumentos a partir de la basura y luego enseñar música a personas de menores recursos, fundamentalmente niños.
En “Hacelo Sonar”, los artistas que integran el grupo construyen instrumentos musicales con material reciclable que la gente tira a la basura
La actividad que realizan está encuadrada dentro del marco conceptual de la educación no formal y del Informe a la Unesco de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI. Es decir la utilización de diversas dinámicas de intervención que sirvan para acompañar a niños, niñas y adolescentes en el camino constante de la formación y el concepto de Naciones Unidas de "educación permanente": aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.
Con la ayuda de la creatividad, la pedagogía, la música y la conciencia ecológica eligieron el reciclado de materiales y se lanzaron a realizar experiencias múltiples que indagan y ponen a prueba constantemente sus posibilidades en función de promover el juego, la imaginación, la expresión, la participación y la cooperación.
Hasta ahora les ha ido bien: llevan cientos de actividades realizadas en talleres y capacitaciones en escuelas, centros socioeducativos de régimen cerrado, centros integradores comunitarios, comedores, bibliotecas y colonias. Han participado también de impactantes propuestas como las del Centro Cultural de la Ciencia, el CCK, Tecnópolis, Centro Metropolitano de Diseño, Usina del Arte y Konex, entre otros.
Un balde de plástico, tanzas y tapitas de gaseosas confluyen y se transforman en un tambor; una caja de madera se hace guitarra y una lata de dulce de batata deviene en violín
La sede misma en la que llevan a cabo su actividad forma parte de una larga historia. Originalmente funcionó como corralón de carros a caballo pero luego cambió muchas veces de rubro: almacén de barrio, taller mecánico y luego conventillo.
Este reducto de Melo y Magallanes, pleno barrio de La Boca, fue finalmente elegido como "lugar en el mundo" por estos jóvenes artistas que decidieron transformarlo en un espacio cultural que contenga no solamente el taller de instrumentos sino también un espacio abierto a las más variadas manifestaciones sociales, culturales y solidarias.
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