Hace 75 años el genial investigador Bernardo Houssay recibía el premio Nobel que el gobierno de Perón decidió ignorar

Se cumplen 75 años desde que Bernardo Houssay se transformó en el primer latinoamericano en ser galardonado con el Nobel de Fisiología. Dedicado de lleno a la investigación y a la docencia, sus descubrimientos fueron valiosos aportes en el avance en la lucha contra la diabetes

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Bernardo Houssay, en su ámbito natural: el laboratorio. Una vida dedicada a la investigación y la docencia.
Bernardo Houssay, en su ámbito natural: el laboratorio. Una vida dedicada a la investigación y la docencia.

Existe una placa en la entrada de un aula que da al patio del viejo edificio de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, donde hasta mediados de la década del 40 funcionó la Facultad de Medicina. Allí Bernardo Houssay, entre 1919 y 1946, estuvo al frente del Instituto de Fisiología, usina de importantes aportes científicos. Este médico y farmacéutico realizó en ese lugar descubrimientos claves que merecieron que recibiera el Premio Nobel en 1947

Fue un niño prodigio. Nació en Buenos Aires el 10 de abril de 1887 y sus padres -Alberto Guillermo Houssay y Clara Laffont- eran inmigrantes franceses que llegaron en la década del 80. Luego de saltear los grados de la escuela primaria por lo avanzado de sus conocimientos, el joven Bernardo fue enviado al Colegio Nacional de Buenos Aires donde se recibió de bachiller a los 13 años.

Quiso entrar a Medicina, pero fue rechazado por su corta edad. Pudo ingresar a la Escuela de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, y a los 17 años obtuvo su título. De ahí fue a Medicina, donde se recibió de médico a los 23 años con una tesis que mereció un diploma de honor. Hacía dos años que era docente de Fisiología, una materia del primer año de la carrera.

De joven cosechó premios y reconocimientos por su labor. (Foto Revista Caras y Caretas)
De joven cosechó premios y reconocimientos por su labor. (Foto Revista Caras y Caretas)

Su vocación por la Fisiología -el estudio de las funciones de los seres orgánicos- la descubrió leyendo el libro “Introducción a la medicina experimental”, de Claude Bernard. A partir de ahí su vida la repartió entre la docencia y la investigación experimental. Formador de generaciones de científicos, fue profesor universitario en las facultades de Medicina, de Agronomía y Veterinaria.

Cuando se propuso investigar en animales el funcionamiento de la hipófisis, sus relaciones con el metabolismo de los carbohidratos y las disfunciones de esa glándula, no imaginó que obtendría el Nobel. “Ninguno que lo recibió, ha trabajado para obtenerlo”, aseguró en una oportunidad. Sus descubrimientos posibilitaron nuevos avances en el tratamiento de la diabetes.

El llamado "credo Houssay", escrito de su puño y letra en 1943. (Gentileza Archivo Houssay de la Casa Museo B. Houssay-FECIC)
El llamado "credo Houssay", escrito de su puño y letra en 1943. (Gentileza Archivo Houssay de la Casa Museo B. Houssay-FECIC)

Entre 1915 y 1919 había trabajado en el Instituto Bacteriológico Nacional (hoy el Malbrán), donde dirigió el departamento de Sueros. Allí conoció a la que se convertiría en su esposa, María Angélica Catán, doctora en Química, egresada de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. En 1920 se casaron.

En 1919 participó de la creación del antológico Instituto de Fisiología que funcionó en la facultad de Medicina. Enfrente, donde ahora está la plaza que lleva su nombre, funcionaba el Hospital de Clínicas y era habitual que los investigadores cruzaran permanentemente la avenida Córdoba de una institución a la otra.

Entrega del Premio Nobel, en 1947. De izquierda a derecha, es el quinto. (Gentileza Archivo Houssay de la Casa Museo B. Houssay-FECIC)
Entrega del Premio Nobel, en 1947. De izquierda a derecha, es el quinto. (Gentileza Archivo Houssay de la Casa Museo B. Houssay-FECIC)

Ya de joven fue un profesional reconocido. En 1922 recibió el Premio Nacional de Ciencias por sus investigaciones sobre la acción fisiológica de los extractos hipofisiarios.

En 1921 dos médicos canadienses, Frederick Banting y Charles Best, consiguieron aislar la insulina y fue inyectada por primera vez el 11 de enero de 1922 a un joven paciente llamado Leonard Thompson, que padecía un grave cuadro de acidosis diabética. Junto con otros expertos lograron purificar insulina obtenida de páncreas bovino, los que le valió el Nobel dos años después. Houssay, a partir de esa investigación, fue el primero en purificar insulina en América Latina, incluso antes de que lo hicieran en Europa.

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En 1934 impulsó la creación de la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias, con el fin de lograr financiamiento para proyectos de investigación. Al año siguiente recibió el título de honoris causa de la Facultad de Medicina de París. Hacia 1940 ya era toda una autoridad en el desarrollo de investigaciones experimentales de vanguardia.

Uno de los tantos aparatos que usaba, algunos de ellos los fabricaba él mismo. (Fotografía Casa de los Premios Nobel-UBA-Fabián García)
Uno de los tantos aparatos que usaba, algunos de ellos los fabricaba él mismo. (Fotografía Casa de los Premios Nobel-UBA-Fabián García)

Cuando un gobierno de facto tomó el poder el 4 de junio de 1943, Houssay fue uno de los tantos firmantes, entre personalidades públicas de distintos ámbitos, de un manifiesto titulado “Democracia efectiva y solidaridad americana”, en un contexto donde el país se debatía entre apoyar a los aliados o a los países del Eje, en el marco de la segunda guerra mundial. Este documento fue dado a conocer el 15 de octubre de ese año, y se solicitaba la restauración del régimen democrático constitucional. El efecto de ese reclamo fue devastador: Gustavo Martínez Zuviría, ministro de Justicia e Instrucción Pública acusó a los firmantes de “agitadores antisociales y antiargentinos”. Luego, sobrevino lo previsible: la cesantía de aquellos que tenían empleos públicos. La Universidad de Buenos Aires cedió ante las presiones del gobierno y apartó a Houssay.

Quedó prácticamente en la calle y a pesar de los ofrecimientos que tuvo de prestigiosas instituciones del exterior, no quiso tomar el camino del exilio. Con el aporte de fondos privados, estuvo al frente del Instituto de Biología y Medicina Experimental junto a Eduardo Braun Menéndez, Juan Treharne Lewis, Virgilio Foglia y Oscar Orías. En sus laboratorios se ocuparon en experimentar sobre diabetes, hipertensión, endocrinología y farmacología.

En 1945 perdió la votación contra Horacio Rivarola para ser rector de la UBA y en el acto que la Unión Democrática realizó el 9 de febrero de 1946 en Avenida de Mayo y la Nueve de Julio -en plena campaña electoral que llevaría a Juan D. Perón a la presidencia- Houssay fue uno de los que estuvo en el escenario.

En 1947 se convirtió en el primer latinoamericano en recibir el Premio Nobel de Fisiología por sus investigaciones y descubrimientos sobre el papel desempeñado por la hipófisis en la regulación de la cantidad de azúcar en sangre. Houssay investigó el papel de la hipófisis en la diabetes. Descubrió que los perros diabéticos mejoraban cuando se le extirpaba la hipófisis y que su diabetes se agravaba cuando se les inyectaba una hormona producida por la hipófisis.

El Nobel lo compartió con los científicos checoslovacos nacionalizados estadounidenses, Gerty y Carl Cori, que también venían investigando la diabetes. Sin embargo, el gobierno, a través de Raúl Apold, subsecretario de Prensa y Difusión, dio la orden de no darle ninguna difusión al acontecimiento.

Houssay regresó al país a comienzos de marzo de 1948, cuando se festejaba la nacionalización de los ferrocarriles. Había sido jubilado de oficio, con el pretexto de que había cumplido los años correspondientes. Su cátedra de Fisiología en la facultad de Medicina pasó a llamarse Fisiología Peronista. Fue el presidente Carlos Menem quien se ocupó de “reparar esa tremenda injusticia en nombre del pueblo argentino”.

Placa que recuerda el lugar donde investigó durante tantos años. Está en la planta baja del edificio de la Facultad de Ciencias Económicas.
Placa que recuerda el lugar donde investigó durante tantos años. Está en la planta baja del edificio de la Facultad de Ciencias Económicas.

Houssay insistía en la necesidad de crear un organismo estatal que impulse el desarrollo de la ciencia. “La ciencia solo puede vivir y florecer en un ambiente de libertad. Los ambientes de opresión la estancan e impiden su adelanto”, sostuvo.

Así nació en 1958 el Conicet, al que dirigió hasta su muerte el 21 de septiembre de 1971. El 10 de abril, día de su nacimiento, se recuerda al investigador científico.

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‘’Desde que investigar es buscar algo que era desconocido, pienso que la enseñanza debe basarse en la investigación. Está universalmente demostrado que los más grandes profesores son investigadores en actividad. Sólo el investigador puede tener un juicio propio sobre lo que enseña y contribuir para que el país sea una potencia científica”, señaló.

Cuando dejó de estar al frente del Instituto de Fisiología, ya no fue lo mismo, ya que junto a sus principales colaboradores había sido apartado. Algo tiene ese aula del patio del viejo edificio de Ciencias Económicas, donde funcionaba la Facultad de Medicina. Porque ahí también realizó sus investigaciones bioquímicas uno de sus discípulos, el doctor Federico Leloir, Premio Nobel en 1971. Houssay había hecho escuela. Y de la buena.

Fuentes: Casa Museo Bernardo Houssay - FECIC; Historia de la Universidad de Buenos Aires, de Tulio Halperin Donghi; La primera aplicación de insulina en el país, de Félix Puchulu, en Aportes del Hospital de Clínicas a la Medicina.

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