Soldados heridos, alerta roja y dolor: “Fui la única mujer argentina que estuvo en Malvinas durante la guerra”

Liliana Colino tenía 25 años y era enfermera de Fuerza Aérea cuando la llevaron en un Hércules hasta las islas: el desembarco inglés del 20 de mayo de 1982 había dejado muchos heridos y el hospital de Puerto Argentino estaba en emergencia. El horror de la guerra y la contención a los combatientes

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Liliana Colino tenía 25 años cuando fue a Malvinas luego del desembarco inglés para atender a los heridos en Puerto Argentino
Liliana Colino tenía 25 años cuando fue a Malvinas luego del desembarco inglés para atender a los heridos en Puerto Argentino

Uno de los sueños de Liliana Colino era el de ser guardaparques, pero en los ´80 Parques Nacionales no admitía a mujeres. Con doble título, enfermera y veterinaria, un día se enteró por un afiche que Fuerza Aérea estaba iniciando el ingreso de personal femenino: profesionales enfermeras, para formar parte de sus filas, convirtiéndose en la primera fuerza que abría sus puertas a mujeres. Comenzó su carrera como aspirante a cabo principal.

En 1982, tenía 25 años, trabajaba como enfermera jefe de Terapia Intensiva, Unidad Coronaria, trasplante renal y quemados en el Hospital Aeronáutico Central, cumplía con guardias aeromédicas y, en sus ratos libres,, hacía guardias como médica veterinaria. Vivía con sus padres y dos hermanos menores, en Caballito.

Se enteró del comienzo de la guerra, muy temprano por la mañana, cuando el padre la despertó para desayunar, diciéndole que había escuchado en radio Rivadavia que Argentina había recuperado las Islas Malvinas. “Me quedé helada ¡No lo podía creer! Sentí en ese momento que se había cumplido la ilusión de toda mi niñez cuando iba a la escuela, cuando las Malvinas eran consideradas argentinas y se las ponía en el territorio de Tierra del Fuego. Eso era algo que lo tenía muy marcado”.

Liliana trabajaba como enfermera jefe de Terapia Intensiva, Unidad Coronaria, trasplante renal y quemados en el Hospital Aeronáutico Central, cuando fue llamada para ir a Comodoro Rivadavia por la guerra
Liliana trabajaba como enfermera jefe de Terapia Intensiva, Unidad Coronaria, trasplante renal y quemados en el Hospital Aeronáutico Central, cuando fue llamada para ir a Comodoro Rivadavia por la guerra

Ese 2 de abril de 1982 todo sorpresa en el hospital donde Liliana trabajaba. Nadie sabía nada. Llegaron de inmediato las órdenes para organizarse y comenzar con las acciones necesarias para preparar los BEM (botiquines de emergencia médica), los cuales se iban a llevar en los vuelos de emergencia. Se destinó en Comodoro Rivadavia a un grupo de enfermeras militares para armar el hospital reubicable (formado por módulos) que funcionaría como hospital transitorio cuando se hicieran las evacuaciones aeromédicas. Estaba al lado de un hangar pegado al aeropuerto para realizar los vuelos de emergencia. En los primeros días de mayo, Liliana viajó a Comodoro Rivadavia, destinada al hospital reubicable. “Con mi familia hablaba una vez por semana por radio y también me enviaban cartas. No había tantas formas de comunicación. No había tiempo”.

El desembarco británico en San Carlos, el 20 de mayo de 1982
El desembarco británico en San Carlos, el 20 de mayo de 1982

En la madrugada del 20 mayo la incluyeron en la tripulación de vuelo, por pedido expreso de su superior, que iba a ir a las islas: el desembarco británico había dejado muchos heridos y el Hospital de Puerto Argentino estaba en emergencia. Hasta ese momento no se habían incluido mujeres en los vuelos de que iban a las islas llevando containers con materiales y trayendo heridos. Ella fue la primera y única mujer que viajó.

“Todo era adrenalina pura. Sí, tuve miedo en la alerta roja. No depende de uno salvarse. Estábamos a la buena de Dios. Creo que todo el mundo reza, aunque no crea en nada”, recuerda.

Luego de las alarmas fueron al refugio: tenían que evacuar al hospital de Puerto Argentino para llevar cincuenta heridos, con el Hércules carreteando sobre la pista. Sólo pudieron llevar treinta porque tuvieron, otra vez, peligro de bombardeo: los Sea Harriers estaban al acecho. Asegura que no se respetó al avión sanitario argentino.

Muchos de los soldados heridos le decían a Liliana que querían volver a pelear, a estar en las islas para ayudar a sus compañeros
Muchos de los soldados heridos le decían a Liliana que querían volver a pelear, a estar en las islas para ayudar a sus compañeros

Cuando llegaban los heridos a Comodoro Rivadavia, se los llevaba al triage (evaluación del estado de salud del paciente en cuanto a su gravedad) para destinarlos de acuerdo al nivel de urgencia y, a su vez, la fuerza a la que pertenecía decidía dónde debían ser internados. Liliana recuerda que la mayoría de los soldados heridos querían volver a las islas para ayudar a sus compañeros.

“Algo llamativo es que ellos siempre me veían parecida a alguien que querían: a una hermana, a una amiga o a la novia. ‘Usted se parece a…'. La necesidad de encontrar un rostro familiar”

La contención emocional fue fundamental a la hora de interactuar con los pacientes.

La Fuerza Aérea tuvo 49 bajas. Siempre se habló del heroísmo de los pilotos y sus vuelos rasantes. Muchos no volvieron “Recuerdo a los pilotos, todos muy jóvenes, en el hospital reubicable. Los veía tomando café antes de despegar, charlábamos y al día siguiente, nos enterábamos de que alguno de ellos no había regresado”.

El reconocimiento del Congreso Nacional a su labor durante la guerra
El reconocimiento del Congreso Nacional a su labor durante la guerra

Colino estuvo afectada a Malvinas hasta el 26 de mayo.

La familia no supo que ella había estado en las islas hasta que un día le hicieron un reconocimiento. “No quise preocuparlos”, dice.

Y recuerda con tristeza que cuando la guerra terminó, dentro de la Fuerza no se hablaba del tema. Un silencio que dolía.

Liliana Colino se fue de Fuerza Aérea en 1986 por la falta de reconocimiento por su trabajo y correlativo ascenso por una cuestión de género.

Hoy trabaja como veterinaria y vive con dos de sus tres hijos. Por mucho tiempo no habló del tema, luego decidió cambiar. Da charlas sobre Malvinas y, a pesar de haberse ido de Fuerza Aérea, sigue encontrándose periódicamente con sus ex compañeros.

Dice que no le cansa dar testimonio de lo que vivió, no para ser protagonista sino para mantener viva la memoria de Malvinas, por los que dieron su vida y por todos los que vivieron la dramática experiencia de la guerra.

“No sólo fui la única mujer que estuvo en las islas durante el conflicto sino que la única que vio flamear la bandera argentina en Malvinas”.

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