Ansiedad y depresión: por la pandemia, más personas sufren algún trastorno psicológico en Argentina

Cuál es el grado de malestar psicológico actual de la población argentina y qué conductas implementan para reducirlo, según una nueva investigación del Observatorio de Psicología Social Aplicada de la UBA

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El objetivo de este estudio consistió en relevar la prevalencia de la sintomatología psicológica inespecífica, depresiva, ansiosa, y el riesgo suicida, de población adulta, de 18 a 65 años, en la República Argentina (Getty Images)
El objetivo de este estudio consistió en relevar la prevalencia de la sintomatología psicológica inespecífica, depresiva, ansiosa, y el riesgo suicida, de población adulta, de 18 a 65 años, en la República Argentina (Getty Images)

Luego de casi 2 años de pandemia, casi 250 millones de personas en el mundo confirmaron haber estado o estar infectadas por SARS-CoV-2, y 5 millones fallecieron. En Argentina, se registran más de 5 millones de personas infectadas y más de 116 mil fallecimientos, según datos del Ministerio de Salud. Esta tragedia ha superado a las crisis más graves del mundo moderno reciente y sus implicancias no se limitan a las cuestiones de salud. La economía, el desempleo, el transporte y la movilidad de las personas, la educación, entre las áreas más importantes, fueron afectadas por la pandemia. Por ello, se la describe como un estresor multidimensional.

Para una buena parte del mundo el sentimiento de libertad se vio amenazado; mientras que para otra, las condiciones de vida y la pobreza han sido las mayores de las preocupaciones. Mientras que los adultos mayores fueron la población más amenazada por la enfermedad y por el riesgo de muerte o graves secuelas, los más jóvenes no recibieron a tiempo atención a sus necesidades. Esta población -y más particularmente los niños- sufrió drásticos cambios en su forma de vida. El aislamiento prolongado, los apresurados y en ocasiones improvisados sistemas de educación de emergencia se sumaron a otros factores. La deserción escolar, la exposición a la violencia doméstica y en muchos casos el ingreso al consumo de sustancias y la vida delincuencial ha comprometido el futuro de millones de niños en todo el mundo.

Los índices de pobreza creciente son mayores en la población infantil y sus consecuencias son aún más graves que en los adultos. Los déficits nutricionales, la falta de capacitación y educación para el empleo y la exposición a la delincuencia comprometen a largo plazo el futuro de estos niños. La parte de la población infectada que ha sobrevivido a la enfermedad enfrenta secuelas de la misma. Las secuelas son alteraciones funcionales u orgánicas, con tendencia a persistir, que aparecen a raíz y como consecuencia de una enfermedad, un traumatismo o una intervención quirúrgica.

Dichas secuelas en el en el campo psicológico incluyen la sintomatología psicológica o mental que se presenta a partir de determinado evento estresante y/o traumático, y pueden presentarse como sintomatología difusa o incluso como una reacción emocional normal frente a un estresor. Sin embargo, también abarcan trastornos mentales o psiquiátricos que pueden desencadenarse a partir del evento estresante o traumático. De acuerdo a los resultados del sexto estudio de salud mental del Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA) de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, el 12,51% de los argentinos presenta riesgo de padecer un trastorno mental.

“Este dato muestra un incremento con respecto a nuestros estudios previos, realizados durante 2020, y es consistente con los hallazgos de otros estudios internacionales. El estresor mayor y multidimensional de la pandemia impactó en mayor medida a las personas que tienen riesgo de desarrollar un trastorno mental. Esto explica los elevados niveles de severidad y limitación por sintomatología ansiosa, depresiva y riesgo suicida encontrados”, manifestaron los investigadores.

La pandemia es un estresor multidimensional que afecta diversas áreas de la vida de las personas, obligándolas a un esfuerzo de adaptación mayor (Télam)
La pandemia es un estresor multidimensional que afecta diversas áreas de la vida de las personas, obligándolas a un esfuerzo de adaptación mayor (Télam)

Varios estudios revelan el impacto de la pandemia en la salud mental en Argentina. Uno de ellos estudió reacciones emocionales durante la primera semana de cuarentena obligatoria establecida por el gobierno y obtuvo resultados que mostraron claros síntomas de ansiedad y depresión, especialmente en el grupo etario más joven, de 18 a 25 años. Se ha encontrado además al estudiar indicadores psicológicos durante tres subperíodos de cuarentena que la depresión había experimentado un aumento sostenido de un subperíodo al siguiente. La ansiedad rasgo, la ansiedad estado y el riesgo suicida registraron un aumento entre la segunda y la tercera extensión de la cuarentena y se mantuvieron durante la cuarta extensión.

Asimismo, se ha estudiado la salud mental de la población argentina comparando dos períodos durante la cuarentena obligatoria, hallando como resultado un incremento significativo de los síntomas psicológicos y del riesgo de padecer un trastorno mental entre el primer período (días 7 a 11) y el segundo período (días 50 a 55) de cuarentena. Los resultados pudieron hallarse también en otros dos períodos de la segunda mitad del año 2020, observando un empeoramiento global de la sintomatología y el riesgo de padecer un trastorno mental en una muestra total de 10.149 participantes.

“Conscientes de la importancia de conocer el estado psicológico de nuestra población, en nuestros estudios nos hemos propuesto recabar la sintomatología psicológica inespecífica, depresiva, ansiosa y el grado de riesgo suicida de la población, así como las conductas implementadas para lidiar con el malestar emocional experimentado. Nuestra intención es obtener información que permita identificar el grado de malestar psicológico de nuestra población en el contexto actual y brindar información que pueda ser útil para el diseño de estrategias de promoción de la salud, por ejemplo, mediante el fomento de las conductas saludables para lidiar con dicho malestar, así como el desaliento de las conductas problemáticas”, aseveraron.

La detección de problemas de salud mental y trastornos mentales que puedan aquejar a la población resulta particularmente importante, incrementando el acceso a tratamientos de la complejidad necesaria para su abordaje. El objetivo de este estudio consistió en relevar la prevalencia de la sintomatología psicológica inespecífica, depresiva, ansiosa, y el riesgo suicida, de población adulta, de 18 a 65 años, en la República Argentina. En segundo lugar, se analizó la relación entre síntomas psíquicos, rasgos patológicos de personalidad y conductas vinculadas con hábitos saludables y poco saludables. En tercer término, se indagó acerca del acceso de la población general a tratamientos de salud mental y la percepción de necesidad de los mismos así como los posibles obstáculos para recibir atención.

Elevados niveles de ansiedad, prolongados en el tiempo, pueden precipitar el inicio de trastornos mentales (Getty Images)
Elevados niveles de ansiedad, prolongados en el tiempo, pueden precipitar el inicio de trastornos mentales (Getty Images)

La sintomatología ansiosa, depresiva y el estrés postraumático han sido descriptos en pandemias anteriores. Los trastornos de ansiedad así como la sintomatología ansiosa que no llega a conformar cuadros psicopatológicos también son uno de los aspectos importantes a considerar en la psicología de las pandemias. Los trastornos de ansiedad, los trastornos depresivos e incluso los trastornos psicóticos son más probables luego de haber sido infectado por COVID-19. Cabe aclarar, que si bien la ansiedad es una emoción normal frente a situaciones de peligro y en ese sentido la sintomatología observada es la reacción esperable de personas afectadas directamente por la pandemia al encontrarse infectadas, elevados niveles de ansiedad, prolongados en el tiempo, pueden precipitar el inicio de trastornos mentales.

Entre los más frecuentes, pueden contarse los trastornos de ansiedad por la salud, los trastornos relacionados con traumas (particularmente los trastornos por estrés agudo y postraumático), y diferentes tipos de trastornos adaptativos (desórdenes mentales resultantes de las dificultades para enfrentar estresores y cuya manifestación se presenta con síntomas de ansiedad, depresión o alteraciones del comportamiento) y trastornos neuropsicológicos (memoria, atención, funciones ejecutivas) que afectan la vida laboral, académica y social de las personas.

Los estados de ansiedad prolongados en el tiempo deterioran la capacidad de las personas para buscar soluciones efectivas. El retraimiento y la evitación suelen ser consecuencias de este sentimiento de baja autoeficacia y de peligrosidad del mundo externo, observándose la frecuente combinación de síntomas de la serie ansiosa y depresiva. Con respecto a esta última, la depresión puede parecerse mucho al duelo, la reacción emocional normal frente a la pérdida de un ser querido, al punto de ser necesario constatar dicha situación de pérdida para diferenciar un trastorno depresivo de un proceso de duelo. Quienes se encuentren transitando trastornos depresivos mayores requieren detección, tratamiento y seguimiento. Además, en personas ya afectadas por trastornos mentales, la exposición a un estresor multidimensional de la envergadura de la pandemia de COVID-19 puede agravarlos, dificultar el acceso a posibles medios de tratamiento y complicar las medidas de tratamiento del mismo cuadro de coronavirus.

Según los investigadores, “los participantes de sectores socioeconómicos auto-percibidos más bajos reportaron mayores indicadores de severidad y discapacidad de sintomatología de depresión global y del riesgo suicida”. En estudios anteriores -continuaron- hemos observado cómo los niveles de malestar psicológico son mayores en las personas de menores recursos a los largo de la cuarentena de 2020. En este estudio, nuestros hallazgos se ubican en la misma línea. El contar con menores recursos incrementa la sensación de mayor vulnerabilidad y dependencia”.

Algunas personas utilizan medios para disminuir o atenuar el malestar psicológico que pueden involucrar el consumo de alcohol, la automedicación, las drogas ilegales y/o el aislamiento social
Algunas personas utilizan medios para disminuir o atenuar el malestar psicológico que pueden involucrar el consumo de alcohol, la automedicación, las drogas ilegales y/o el aislamiento social

Según los hallazgos develados por el estudio, las personas intentan lidiar con el malestar psicológico de diversas maneras. Algunas realizan una actividad física o deportiva, otras se involucran en actividades sociales, participan en alguna comunidad religiosa, una actividad comunitaria con fines altruistas, o solicitan ayuda a un confidente de su entorno, pareja, familiares o amigos. Sin embargo, otras personas utilizan medios para disminuir o atenuar el malestar psicológico que pueden involucrar el consumo de alcohol, la automedicación, las drogas ilegales y/o el aislamiento social.

Se ha considerado que las actividades y conductas son saludables en la medida en que ayudan a las personas a disminuir o sobrellevar el malestar psicológico sin consecuencias negativas para sus vidas e incluso acarreando efectos positivos, como el enriquecimiento de sus vidas sociales, la adquisición de un sentido que exceda su individualidad y trascienda hacia los otros, su comunidad. Por el contrario, conductas que involucran el consumo de drogas ilegales, alcohol, el aislamiento social y el intento por atenuar el malestar psicológico acarrean consecuencias problemáticas como el posterior incremento del malestar psicológico a través del empobrecimiento de los vínculos sociales, el deterioro del funcionamiento global de las personas, el impacto en el área laboral, afectiva y la prolongación a largo plazo del malestar psicológico.

Menos de la mitad de los participantes informó realizar actividad física o deportiva para afrontar su malestar emocional o psicológico. Dentro de las actividades que se realizan para enfrentar el malestar psicológico, se observaron menores niveles del índice de severidad global (sintomatología psicológica inespecífica), menores niveles de severidad y limitación de la sintomatología ansiosa, depresiva y el riesgo suicida en quienes realizan actividad física o deportiva. Son conocidos los efectos saludables de la actividad física, extensibles a la salud mental. “Nuestros hallazgos confirman la necesidad de estrategias de salud que promuevan la actividad física, reduciendo el sedentarismo que además se encuentra asociado a varios problemas médicos”, añadieron.

El incremento considerable en el consumo de alcohol, de drogas y de tabaco se asoció a mayores niveles del índice de severidad global, mayores niveles de severidad y discapacidad de la sintomatología ansiosa, depresiva y riesgo suicida. Por último, se demostró que menos de una cuarta parte de los participantes recurren a un profesional psicólogo para lidiar con el malestar emocional. “La necesidad de orientación, asistencia, prevención y tratamiento de los trastornos mentales durante la pandemia resulta evidente a la luz de los hallazgos de los estudios realizados en población argentina por diferentes equipos de investigación. De hecho, según los hallazgos, un porcentaje mayoritario de quienes no se encuentran en tratamiento psicológico consideran necesitarlo. En un contexto económico complejo, con niveles de pobreza y desempleo que se incrementan, un número de fallecimientos considerable a raíz de la pandemia, entre numerosas consecuencias, la atención a la salud mental resulta esencial”, finalizaron.

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