La dieta del Señor de Sipán: un viaje gastronómico a través de la civilización Mochica

Descubre la diversidad culinaria de los mochicas, un testimonio que trasciende el tiempo a través de cerámicas y recetas antiguas.

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La cultura Mochica tenía una fuerte conexión con el mar y la agricultura. Se asentaron cerca de las desembocaduras de los ríos, beneficiándose de la vida marina y la agricultura. Fuente: Andina

La variedad de nuestra gastronomía, que se remonta a más de 14.000 años atrás, goza de reconocimiento a nivel mundial. Alimentos como la quinua y la papa son emblemáticos en la cocina peruana. Según el libro “Patrimonio Cultural de la Humanidad”, de Sara Beatriz Guardia, los antiguos habitantes de estas tierras lograron domesticar plantas y animales, adaptar técnicas culinarias y otorgar significados rituales a la comida, lo que evidencia un interés por la gastronomía que persiste hasta hoy.

La cultura Mochica, que tuvo una profunda conexión con el mar y la agricultura, es un claro reflejo de ello. El reconocido arqueólogo Walter Alva destaca que los vestigios más antiguos de los mochica se asocian con las primeras comunidades que se asentaron en la costa. Esta cultura floreció en el valle del río Moche, de ahí su nombre, y se extendió hacia la parte norte del Perú, con influencia desde Piura hasta Huarmey.

Hace alrededor de 5.000 años, estas comunidades se ubicaron una especie de oasis cerca de las desembocaduras de los ríos de la zona, beneficiándose de la rica vida fluvial y marina, y cultivando diversos productos. El renombrado arqueólogo señala que las investigaciones muestran que la sociedad mochica tuvo una estructura organizativa compleja y jerarquizada.

El libro “Vida Cotidiana en el Antiguo Perú”, de Hans Dietrich Disselhoff, menciona que, en el auge de las antiguas culturas peruanas, la agricultura era la principal fuente de sustento. Sin embargo, las evidencias arqueológicas subrayan la relevancia de la fauna en la dieta de estas civilizaciones.

Pictografías en vasijas de barro y representaciones de peces y animales de caza reflejan su esencial papel en la alimentación de aquellos tiempos. Aunque la carne de animales domésticos jugaba un rol secundario, los cuyes eran ampliamente criados por su apreciado sabor. Adicionalmente, las representaciones cerámicas de la cultura Moche muestran que la caza de venados con redes no solo se practicaba como fuente de alimento, sino también como un distinguido deporte.

¿Cómo se alimentaba el Señor de Sipán?

Consumían una amplia variedad de pescados, mariscos y animales, desde venados hasta patos silvestres y cuyes. Fotos: Andina
Consumían una amplia variedad de pescados, mariscos y animales, desde venados hasta patos silvestres y cuyes. Fotos: Andina

A través de la cerámica mochica, es posible vislumbrar los alimentos que constituían la dieta de esta cultura. Peces, moluscos y crustáceos provenientes tanto del mar como de cursos fluviales e incluso estanques formaban parte integral de su alimentación. Variedades marinas como langostas, lenguados, corvinas, palometas, peces ojo de uva, sardinas, pejerreyes, tortugas marinas, calamares, pulpos, cangrejos, conchas blancas y negras, erizos, langostinos, meros, bonitos, cojinovas y cabrillas fueron aprovechados al máximo, asegura Guardia.

Además, se alimentaban del venado andino, de la llama e incluso de seis tipos distintos de patos silvestres, algunos de los cuales llegaron a ser domesticados. También, se añadían a la dieta el corequenque, cuya carne y plumaje eran aprovechados, así como la pava aliblanca, caracoles de tierra, rana, cuy, sajino, camarones y paiche.

El arqueólogo Nicolás Goepfert sostiene que entre los mamíferos domésticos consumidos por los mochicas se encontraba el perro.

Dentro de su repertorio agrícola, los mochicas cultivaban una variedad de tubérculos, verduras y cereales, entre ellos la papa, el camote, el maíz, el olluco, la arracacha (cuya domesticación precedió a la de la papa), el zapallo, la caigua, el tomate silvestre, frejoles y pallares, la yuca, ajíes y rocotos. Entre las frutas destacaban la chirimoya, la lúcuma, el pacae, el camu camu, la tuna, las moras o uvillas, la granadilla silvestre, la cocona, el mamey, las fresas silvestres, el tumbo, la guanábana y el ciruelo del fraile u orre.

Las bebidas fermentadas, como la chicha, eran importantes tanto nutricional como ceremonialmente. Usaban fogones y vasijas de barro para cocinar y conservar alimentos. REUTERS/Sebastian Castaneda
Las bebidas fermentadas, como la chicha, eran importantes tanto nutricional como ceremonialmente. Usaban fogones y vasijas de barro para cocinar y conservar alimentos. REUTERS/Sebastian Castaneda

No obstante, el elemento central de su dieta era el maíz, especialmente el choclo peruano. Las bebidas, en particular la chicha preparada a base de maíz, maní y molle, jugaban un rol vital en su alimentación. Estas bebidas fermentadas no solo tenían valor nutricional, sino también implicaciones ceremoniales.

Para cocinar, los mochicas empleaban fogones alimentados por leña de los bosques cercanos a su territorio, mientras que para conservar sus alimentos y bebidas, confiaban en vasijas de barro. Sus platos incluían carne de patillo condimentada con ají molido y maní, acompañada por camote asado, se lee en el libro Patrimonio Cultural de la Humanidad.

También asaban carne de pato con maní, cañán con camote, cecinas con yuca y ají, y no puede faltar la “huatia”, que se cocinaba en un horno artesanal de barro. Este horno, una vez caliente, contenía carnes, papas, choclos y camotes envueltos en hojas. Las hierbas aromáticas añadían un agradable y tentador aroma, y el ají era el acompañante infaltable en los platos mochicas, según la investigación de Sara Beatriz Guardia.

¿Cómo era la distribución del alimento entre los Mochicas?

El Señor de Sipán, jerarca de los Mochicas. Su tumba es uno de los descubrimientos más relevantes del país. Foto: Andina
El Señor de Sipán, jerarca de los Mochicas. Su tumba es uno de los descubrimientos más relevantes del país. Foto: Andina

El antiguo gobernante mochica conocido como el Señor de Sipán, cuya vida fue truncada en su relativamente joven edad, entre los 45 y 55 años, sigue siendo objeto de misterio en torno a las circunstancias exactas de su muerte. Sin embargo, los expertos confirmaron que su fallecimiento no fue consecuencia de un acto violento.

La relación entre alimentación y diferenciación social fue una constante a lo largo de la historia y la civilización mochica es un claro ejemplo, donde la cantidad, variedad y calidad de los alimentos en la mesa evidenciaban contrastes sociales notables.

En la antigüedad, la mesa de los privilegiados destacaba por su mayor consumo de carne y pescado, ricos en nutrientes esenciales como proteínas. Sin embargo, también sobresalía el consumo de chicha, una bebida típica. Estos no son meros análisis de especialistas; la cerámica mochica atestigua estos hechos. En una representación pictórica en una vasija mochica, se observa un intercambio de viandas entre los señores, algunos de los cuales eran alimentos exclusivos para sacerdotes y dignatarios, provenientes de lugares lejanos, como quinua, oca y frutas exóticas para la época (Campana, 1994: 56).
Las jornadas laborales influenciaban las comidas. Los trabajadores comían temprano y al regresar de sus tareas, con un probable almuerzo intermedio.
Las jornadas laborales influenciaban las comidas. Los trabajadores comían temprano y al regresar de sus tareas, con un probable almuerzo intermedio.

En los tiempos del Señor de Sipán, el horario de las comidas estaba influenciado por las jornadas laborales, una dinámica que persiste a lo largo de los años. Los trabajadores mochicas, especialmente los campesinos y pescadores, comenzaban sus labores temprano en la mañana, entre las cinco y seis. El desayuno o comida matutina se ingería antes de comenzar la jornada laboral, y consistía en alimentos como maíz, pescado o carne seca.

Al regresar de sus tareas en la tarde, la clase trabajadora tenía una segunda comida similar a la matutina. Entre estas dos comidas, probablemente había un almuerzo intermedio durante el descanso laboral, donde consumían los alimentos y bebidas que habían llevado consigo al inicio de la jornada. Esta práctica refleja las costumbres agrarias, donde gran parte de la familia participaba en el proceso.

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