El presidente Milei y el rol del Estado

La visita de la General Richardson deja entrever la necesidad de que Argentina defina claramente sus objetivos estratégicos y sus políticas asociadas. Un Estado eficiente gestiona los problemas del presente y planifica y orienta los esfuerzos para el logro de un futuro mejor para la Nación

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El presidente Javier Milei (EFE)
El presidente Javier Milei (EFE)

Son numerosos los hechos que se suceden en este conflictivo tiempo de cambio para nuestro país, y que llevan al Gobierno a tener que atender problemas diversos, más allá de la necesaria y urgente solución económica.

Por mencionar algunos, la salud y el dengue, la educación y la necesidad de mejorar su calidad, la inseguridad asociada al negocio de la droga, la diplomacia y la seguridad nacional en cuanto al posicionamiento geopolítico occidental y la alineación al eje EEUU - Israel, el conflicto con el Reino Unido en el Atlántico Sur, la visita de la General EEUU Richardson y la preocupación por la presencia de intereses chinos en la región.

Si el señor presidente, en su planteo previo a ser elegido por los argentinos para que conduzca a nuestro país, argumentaba una posición anarcocapitalista, despreciando al Estado como institución que orienta los destinos de la Nación, hoy, ya con la breve experiencia que está transitando, como mínimo en un íntimo autoanálisis, debería estar replanteándose su visión.

El sentido de la libertad, en su concepto occidental y democrático, aplica sobre la individualidad de las personas. Y en ello, se materializa con una vida con la menor injerencia del Estado: menos presiones tributarias, menos obstáculos para hacer, circular, comerciar, para vivir.

Sin embargo, el ser humano está organizado en sociedades que, por afinidad cultural e histórica, se ordenan en países. Vemos que, cuando ese ordenamiento es forzado, no natural, producto de una elección no libre, hay gravísimos conflictos. Pero cuando esos países nacen y se desarrollan por elección voluntaria de los ciudadanos que los conforman, surge el sentido de la libertad del conjunto, el deseo de un proyecto de vida en común, libre y soberano.

¿Y quién vela por esos intereses? ¿El mercado y la libre competencia? Vamos a coincidir en que un individuo que busca comprar o vender, que quiere hacer un negocio, siempre priorizará su beneficio y éxito personal. ¿Quién defiende la libertad, los intereses, el beneficio y el éxito del conjunto de los ciudadanos que conformamos la República Argentina? Es muy elemental lo que expreso, pero vivimos épocas en donde todo se cuestiona. Sí, es el Estado.

Pero no cualquier Estado. Aquí, creo que la gran mayoría de los argentinos coincidimos con el presidente Milei en considerar que el Estado argentino, como estaba, había desvirtuado su razón de ser, transformándose en un monstruo que gasta lo que no tiene, corrupto e ineficiente. Requiere de un cambio profundo.

Es meritorio y entusiasma el coraje y la perseverancia con que nuestro presidente está lanzado a lograr sus objetivos, fundamentalmente económicos/laborales: el equilibrio fiscal y eliminar la inflación, la ley “Bases”, el DNU, el Pacto de Mayo con sus 10 políticas de estado, la denuncia y corrección de las irregularidades detectadas en diversos organismos gubernamentales, son los vectores más relevantes de la política implementada por este gobierno que, de concretarse, lograrían la confianza de los mercados, la salida de la actual recesión y seducir definitivamente a la inversión internacional. Aunque no es suficiente.

El Presidente junto a Laura Richardson
El Presidente junto a Laura Richardson

Mantener y fortalecer la libertad y la soberanía de una Nación requiere de un Estado que sepa representar los intereses de su pueblo. En artículos precedentes he resaltado la necesidad de definir objetivos estratégicos claros y ambiciosos, que nos permitan aspirar a ser mejores, más fuertes y creíbles ante el mundo.

No es casualidad que nos visite la Jefe del Comando Sur de la potencia más importante del mundo, no es casualidad que China quiera invertir en la región, ni que el RUGB se instale y se desarrolle firmemente en nuestras Islas Malvinas. Ellos sí tienen objetivos estratégicos y políticas de estado para su concreción. ¿Y nosotros?

Si estábamos tranquilos y relajados porque todos los males del mundo estaban lejanos y no nos afectaban, eso ya es relativo. ¿Hace falta resaltar que el interés del mundo por el Atlántico Sur y la Antártida está en aumento y que los poderosos van a decidir su control? Tal vez nuestros hijos y nietos lo confirmen en los hechos, porque no falta mucho. ¿Qué rol quiere tener Argentina en esta historia? Es de esperarse que, al menos, seamos actores principales de la trama.

Lo virtuoso de definir objetivos estratégicos y políticas de estado es que, a partir de ellos, todos pueden orientar su esfuerzo hacia un fin común. Y eso potencia los efectos. Mientras no logremos ese tipo de consensos seguiremos a la deriva, generando desconcierto en la comunidad internacional. Un ejemplo de ello fue la actitud del gobernador de Tierra del Fuego al declarar persona no grata a la visita militar norteamericana, sin siquiera brindarle el mínimo respeto protocolar, mostrando una pobre calidad institucional, subordinada a su ideología personal. Este señor debe pensar que así se defiende la soberanía nacional, o tal vez estaba defendiendo sus intereses personales.

¿Qué instituciones de la Nación están trabajando para definir los objetivos y las políticas relacionadas con el uso de la Hidrovía y el desarrollo de infraestructura para optimizar la exportación de nuestros objetos de riqueza y su valor agregado? Y vinculado a ello, ¿cómo se está definiendo el control y beneficios de la explotación y exportación de nuestros recursos energéticos (petróleo, gas, litio, metales raros, hidrógeno, etc.)? ¿Queremos ser referentes energéticos mundiales? ¿En qué ámbito de discusión institucional se está definiendo el desarrollo de la región patagónica? En tal sentido, ¿están trabajando el Parlamento Patagónico con el Gobierno Nacional buscando definir intereses y desarrollar políticas?

Es triste suponer que nuestras iniciativas como país, se activan a partir de intereses foráneos, provengan estos de Occidente o de Oriente. Y es hasta ingenuo pensar que la Argentina crecerá hacia donde él quiere, sólo por el libre albedrío de inversores que aplicarán, como buenos benefactores, parte de sus ganancias para beneficio de nuestra Nación.

Son décadas perdidas viendo acumularse proyectos pendientes: de infraestructura de transporte (ferroviario, carretero), de retención de excedentes de agua dulce que van al mar en la meseta patagónica de Santa Cruz y Chubut y en el impenetrable de Salta, Chaco y Formosa, de puertos de aguas profundas, de desarrollo de la cuenca del río Bermejo, de desarrollo de industrias sustentables, centrales generadoras de energía eléctrica, de desarrollo del polo logístico antártico, etc. Son innumerables los ejemplos en este sentido, que nos muestran ineficientes e incapaces de alcanzar objetivos de mediano y largo plazo.

Ilusiona percibir que estamos en un momento de oportunidades, pero en los hechos se requiere unir esfuerzos convocando personas y equipos dispuestos a trabajar por definir un proyecto de Nación que ordene las prioridades.

La visita de la General Richardson deja entrever la necesidad de que Argentina defina claramente sus objetivos estratégicos y sus políticas asociadas para la región, evitando que toda acción en ese campo sea usada como botín o beneficio particular de los gobiernos de turno, nacionales o provinciales, o lo que es peor, extranjeros.

Es una cuestión tan importante que tiene que ser resuelta de manera conjunta por parte del Gobierno Nacional con los gobiernos provinciales, la seguridad, la defensa, las industrias vinculadas, la educación y todo lo que tenga que ver con el desarrollo, en este caso, de la Patagonia y el Atlántico Sur, como ámbito de oportunidades en donde Argentina tiene que tomar la iniciativa y potenciar su control y desarrollo. De igual manera, el proceso de solución de las cuestiones estratégicas se debería replicar para el resto de las regiones del país.

Un Estado eficiente gestiona los problemas del presente y planifica y orienta los esfuerzos para el logro de un futuro mejor para la Nación.