Amor, Sexualidad y discapacidad: un tabú, muchas barreras

Los modelos de pareja están sujetos a estereotipos e imágenes que se relacionan con la “normalidad” que afectan a este grupo olvidado

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Hablar de amor, sexualidad y discapacidad sigue siendo poco recurrente (Foto: Gettyimages)
Hablar de amor, sexualidad y discapacidad sigue siendo poco recurrente (Foto: Gettyimages)

En los últimos años asistimos a muchos avances en torno a la diversidad, pero los cuestionamientos y prejuicios persisten y se plasman en la mayoría de los ámbitos de la vida cotidiana. Los modelos de pareja no son la excepción, están sujetos a estereotipos e imágenes que se relacionan con la “normalidad” que afectan a un grupo olvidado: el de las personas con discapacidad.

Se trata de una perspectiva superficial y vacía de valores que enfatiza el ideal de persona “deseable”, la que cumple con determinadas condiciones y características corporales.

En este contexto, hablar de amor, sexualidad y discapacidad sigue siendo poco recurrente. Vinculado con esto subyace la idea de que las personas con discapacidad somos asexuadas, incapaces de sentir placer o ser deseadas y deseantes. En mi caso, por ejemplo, muchas veces que quisimos ingresar a un albergue transitorio nos encontramos con grandes barreras y obstáculos. Es que la sociedad simplemente invalida nuestra participación en este tipo de entornos donde nuestros cuerpos y maneras no tienen un lugar. ¿Las barreras? Enormes. Y el tabú muy fuerte.

El desafío de romper mitos y estereotipos

  • “Mi pareja tiene discapacidad también”

“¿Tu pareja tiene discapacidad?”, era lo primero que me preguntaban cuando empecé a salir con mi marido hace 17 años. Y a mí siempre me llamó la atención este cuestionamiento, como si ser una persona con discapacidad necesariamente implicara que quien elija para estar a mi lado tuviera que tener también alguna discapacidad. Esto es una idea errónea que necesitamos desterrar ya que no hay nada en nuestra situación que indique que debe ser así. Una persona con discapacidad va mucho más allá de su diagnóstico.

  • Las personas con discapacidad somos asexuadas

Principalmente, una generalización tiene que ver con la falta, negación o ausencia de vida sexual activa, perpetuando un modelo compasivo y reduccionista. Un sentido común que descree de la posibilidad de las personas con discapacidad de sentir deseo y hasta de tener una pareja casual.

La intimidad también forma parte de la vida de las personas con discapacidad y existen múltiples apoyos y herramientas que habilitan esa posibilidad. Como cualquier persona, somos capaces de sentir deseo.

  • Pensarnos como una carga

Por otro lado, es necesario tener en cuenta que, más allá de la sexualidad existe una tendencia a considerar que las personas con discapacidad resultan ser un estorbo en cualquier pareja y que generará dependencia, así como pérdida de autonomía, inclinándose a una “lógica de cuidado”.

¿Cuántas parejas vemos en la calle en las que una de las personas tenga discapacidad? Los avances en materia de discapacidad hacen posible el surgimiento de más herramientas que posibilitan la cada vez más independencia de las personas con discapacidad (si el entorno lo permite).

Por eso, adaptar las maneras y abrir la mente hacia otras formas de sexualidad y pareja parece ser una opción real hacia una verdadera inclusión que contemple la diversidad.

  • Las mujeres con discapacidad no son mujeres

Frente a esto resulta esencial referirnos a los estereotipos ligados a género que implican pensar a las mujeres con discapacidad no solamente como mujeres asexuadas, sino como defectuosas, incapaces de maternar y formar familia e, incluso, tomar decisiones sobre su propia vida. Esto evidencia un incumplimiento al derecho en cuanto a salud sexual y reproductiva.

Son muchas las mujeres con discapacidad que padecen violencia o no se las involucra en las decisiones en cuanto a su cuerpo y salud reproductiva, cuestionándose su capacidad de ser madres.

La maternidad también es un asunto controvertido que amerita debatir si queremos aspirar a la igualdad de oportunidades para todas las mujeres. Respetar su derecho a la maternidad y liberarse de prejuicios tiene que ver con facilitar información, accesibilidad, acompañar en el proceso y generar entornos donde todos los tipos de maternidad sean posibles en lugar de plantear discursos que profundizan la estigmatización y discriminación del colectivo.

  • Las personas con discapacidad no pueden formar familia

Es frecuente que la sociedad dude de nuestras capacidades para construir una familia. De hecho, muchas personas con discapacidad son cuestionadas tanto en su ámbito familiar como médico ante esa decisión. De ahí que incluso hay pocas publicidades donde podamos ver a madres o padres con discapacidad (una mamá o papá con discapacidad cambiando pañales, sosteniendo) ya que el modelo de familia naturalizado aún no contempla esta posibilidad.

Dentro del modelo social de la discapacidad hacia el cual deberíamos enfocarnos, centrado en la eliminación de los obstáculos que la sociedad impone a las personas con discapacidad, debería ser garantizado el derecho a acceder a la sexualidad y la pareja en tanto involucra un aspecto fundamental para cualquier ser humano y forma parte del camino para promover una óptica de la diversidad donde todas las personas sean aceptadas, no importa su condición.