Un nuevo sol sobre Medio Oriente

Con el acuerdo entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos se abre un camino que definitivamente marca un cambio de rumbo para este momento de la historia

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El premier israelí Benjamin Netanyahu (Abir Sultan /Pool via REUTERS)
El premier israelí Benjamin Netanyahu (Abir Sultan /Pool via REUTERS)

El edificio de la Municipalidad de Tel Aviv, de más de 10 pisos y unos 100 metros de frente sobre Kikar Rabin (Plaza Rabin) habitualmente recibe una proyección de imágenes sobre sus ventanales. La semana pasada, por ejemplo, se iluminó con la bandera libanesa en solidaridad con el pueblo de aquel país.

Anoche la proyección combinó la fusión permanente dos banderas: la israelí y la de los Emiratos Árabes Unidos.

Unas horas antes, desde la Casa Blanca en Washington, desde Jerusalén y desde Abu Dhabi, se comunicó al mundo que un nuevo proceso de paz está iniciado y en marcha: el país judío y los siete reinos que conforman el Emirato establecen relaciones diplomáticas.

En esta circunstancia coexisten algunas cuestiones fuertemente simbólicas y la sensación de logro obtenido para quienes creemos en la libertad sobre todo y también en la paz y el diálogo como formas efectivas de convivencia.

Debemos recordar que Israel y los EAU no tienen fronteras comunes, pero estos últimos nunca reconocieron formalmente al Estado judío alineados con la gran mayoría de los países árabes, a excepción de Egipto y Jordania con los cuales existen acuerdos de paz.

Mientras el mundo habla de la crisis del Covid-19, en Medio Oriente, en el mes de la supuesta extensión de soberanía en los territorios en disputa en Judea y Samaria (Cisjordania), pareciera que lo verdaderamente importante estaba pasando por otro lado y, ese otro lado, era el acuerdo que todos conocimos este viernes.

Para entender lo sucedido primero debemos comprender que ya existían relaciones informales previas sostenidas entre Jerusalén y Abu Dhabi, al igual que sucede con otros países del Golfo como Omán, Bahrein o Arabia Saudita. No obstante, lo que pasó hoy constituye una declaración formal de amistad y acuerdo que excede ampliamente lo preexistente.

Es necesario observar que los EAU dentro el Islam son sunitas y que existe una fuerte disputa entre éstos y los chiítas, que no son otros que los iraníes, la teocracia de los ayatolas que no dejaron pasar una semana sin avisar que van a destruir a Israel y apoyar al terrorismo y sus ejecutores, Hamás y Hezbollah, por ejemplo.

En este contexto, y congelados los planes relativos a Judea y Samaria por el momento, según ha declarado el primer ministro, Benjamin Netanyahu, se abre una enorme esperanza de mayor progreso para el Estado de Israel.

Israel destina un enorme esfuerzo humano y económico a la defensa del Estado sosteniendo a sus magníficas fuerzas armadas. Un enemigo menos significa un poco menos de recursos aplicados a armas y tecnología bélica y un poco más para la innovación, el progreso y crecimiento, sectores en los que se destaca la nación.

Donald Trump, el Sheik Mohammed Bin-Zayed al-Nahyan y Benjamin Netanyahu han abierto un camino que definitivamente marca un cambio de rumbo para este momento de la historia.

En el caso del pueblo judío y del Estado de Israel, que no suelen encontrar interlocutores válidos y predispuestos a la paz en el mundo islámico, este camino es una vía directa al desarrollo.

Israel hace tiempo es una potencia económica, militar y en la política global marca tendencia, a pesar de que Netanyahu ha resultado fuertemente cuestionado en estas últimas semanas con crecientes protestas contra su gobierno de parte de ciudadanos descontentos por el manejo de la pandemia. Cabe destacar este punto. El mundo ha señalado como ejemplo al Estado judío. Sin embargo, una parte de sus habitantes, no acuerdan con esa visión.

Nuevamente un gobierno de derecha es el que firma la paz con un otrora enemigo. Lo hizo Menajem Beguin en 1978 con Anwar El Sadat, presidente de Egipto, porque probablemente aquellos que son tildados de halcones no lo sean tanto y la paz es cuestión de decisión. La misma que tuvo Itzjak Rabin firmando un acuerdo que también sigue vigente con Jordania, que de todos modos es un reino hachemita.

Observar que Hamas, la corrupta Autoridad Nacional Palestina e Irán no están de acuerdo con el tratado entre Israel y los EAU brinda toda una definición: a los terroristas y violentos no les sirve la paz.

En tiempos de pandemia, crisis y debates electorales ha salido un nuevo sol sobre Medio Oriente. El sol del avance progresivo de un acuerdo de paz y de plenitud de relaciones entre árabes musulmanes y judíos.

Algunos amigos me han dicho que es muy bonito Abu Dhabi, que su línea aérea es excelente. Otros me han contado que no pudieron comprarse la camiseta de su equipo favorito con el auspicio de esa compañía aérea.

Nos causa una enorme alegría a los sionistas que a partir de ahora el pueblo judío y el Estado de Israel tengan un contendiente menos con quien estar combatiendo y, aunque parezca un dato menor, me ilusiona tener una ciudad más para conocer y una nueva compañía aérea para elegir a la hora de viajar en tránsito a Israel y ver qué imagen se proyecta ese día frente a Kikar Rabin.

Pensaba terminar con nuestro tradicional ruego judío por la paz, Shalom. Hoy también digo Salam.

El autor es presidente de la Organización Sionista Argentina