Scioli: del mutismo a las vaguedades

Jorge Enríquez

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Daniel Scioli salió de su prolongado mutismo mediante una nota publicada en Infobae que se titula "Hay otro camino: hacerlo mejor". En esa pieza de neto cuño scioliano, es decir, de enunciación de vaguedades, nos describe lo que haría si gobernara. Mejor dicho, nos plantea un mundo feliz, sin siquiera dar una mísera pista de los medios que emplearía para lograr esa visión utópica.

A algún turista búlgaro que leyera esa nota sin conocer nada de la Argentina habría que aclararle que su autor fue un protagonista central de los gobiernos nacionales a partir de 2002, que fue secretario de Turismo durante la presidencia de Eduardo Duhalde, vicepresidente de la Nación de Néstor Kirchner y dos veces gobernador de la provincia de Buenos Aires desde 2007. Es una lástima que en ese prolongado lapso no haya podido poner en práctica las ideas, por llamarlas de alguna forma, que ahora postula con el candor de quien recién aterriza en nuestra política.

Habría que explicarle también a ese hipotético turista que durante esos años la Argentina fue beneficiada por un contexto internacional tan favorable como no había tenido desde principios del siglo XX y que el resultado fue un país descapitalizado, con pésimos transportes e infraestructura, con una peligrosa penetración del narcotráfico, con altos niveles de inseguridad, con cada vez peores índices educativos y, lo que es más doloroso e imperdonable, con una enorme pobreza.

¿Qué hizo Scioli en ese largo lapso? Reverenciar al matrimonio Kirchner y montar con recursos públicos un gigantesco operativo de propaganda personal, que le aseguró un llamativo blindaje mediático. Mientras tanto, la provincia de Buenos Aires no hacía más que profundizar su decadencia y marginalidad social.

Nadie duda de los problemas que hoy enfrentamos. Menos que nadie el Presidente de la Nación, que tiene el mayor coraje que se le puede pedir a un alto funcionario: hablar con la verdad, por cruda que sea.

Las turbulencias que estamos viviendo son el producto de la debilidad de nuestra economía, que no tiene la solidez para absorber menos traumáticamente los shocks externos. Pero esa debilidad no se debe a Mauricio Macri, sino a la irresponsabilidad de los gobiernos populistas que lo precedieron, en los que ocupaba un lugar central Daniel Scioli.

Por suerte, el mundo conoce las causas de nuestros problemas y está decidido a apoyar a un gobierno serio y responsable. El acuerdo con el FMI, que despeja las incertidumbres financieras, es el fruto de la nueva situación de la Argentina en el ámbito internacional.

La salida de la turbulencia no será inmediata ni dejará de tener costos, pero a partir del año próximo, sobre bases más sólidas, se iniciará un ciclo de crecimiento sustentable, fundado en las inversiones genuinas y no en alquimias populistas que son pan para hoy y hambre para mañana. Serán nuestro trabajo, nuestro esfuerzo y nuestra creatividad los pilares del desarrollo argentino con equidad social.

Más que lugares comunes y grandes finalidades con las que nadie puede estar en desacuerdo, Scioli debería explicarnos qué sabe de los bolsos que sus líderes usaban para saquear a la Argentina. ¿O tampoco de esto sabe nada? ¿Solo lo miraba con La Ñata contra el vidrio?

Los argentinos queremos que se nos hable con claridad. Por eso valoramos a un gobierno que plantea un rumbo cierto y que no nos esconde las cifras de la pobreza ni de la inflación. La sanata era muy divertida en Fidel Pintos; en quienes aspiran a ser presidentes es patética.

El autor es diputado nacional por CABA (Cambiemos).