Donar: un acto solidario

Por Federico Saravia

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Durante las últimas elecciones legislativas, se registró un récord de donantes de órganos, inédito en los últimos 16 años. Un total de 28.290 personas expresaron su voluntad de donar; noticia que habla del carácter solidario de nuestra comunidad y de, como afirmó recientemente Juan Carr: "La generosidad y grandeza de nuestro pueblo".

En el mundo se realizan más de cien mil trasplantes de órganos por año y 250 mil personas se encuentran a la espera de un trasplante, lo que demuestra la importancia de poner en agenda este tema. Durante el 2016, cada cinco horas una persona recibió un trasplante en Argentina y, en lo que va del 2017, en la Ciudad se hicieron 327 trasplantes de órganos y 795 trasplantes de tejidos.

La Argentina tiene, desde el 2015, una ley nacional sobre la protección integral de las personas trasplantadas, que establece una serie de beneficios para personas trasplantadas y en lista de espera, a la cual la Ciudad de Buenos Aires adhirió en abril de este año. Con esta normativa, Argentina se convirtió en el primer país del mundo en contar con una ley que reconoce derechos y necesidades específicas de las personas que han recibido o están a la espera de un trasplante.

Entre estos beneficios, las personas trasplantadas o en lista de espera inscritas en el sistema nacional de información de procuración y trasplante de la República Argentina pueden recibir una credencial que les garantice su protección integral. Este certificado, con una vigencia de tres años, les otorga la gratuidad de pasajes en micros de corta, media y larga distancia, y la posibilidad de recibir una asignación mensual no contributiva. A su vez, les permite a las personas trasplantadas la total cobertura de medicamentos, diagnósticos y estudios médicos relacionados con su salud integral. Durante el 2016, se otorgaron 950 credenciales en la Ciudad, según datos del Instituto de Trasplante de la Ciudad de Buenos Aires.

La donación de órganos implica, en muchos de los casos, la posibilidad de salvar las distancias entre la vida y la muerte, mediante el reemplazo de un órgano por otro, así como una mejora sustancial de la calidad de vida. Es un acto de solidaridad y entrega que parte de pensarnos como una comunidad, nace del compromiso con el prójimo, posible gracias a los innovadores avances de la medicina.

En distintos lugares del mundo, dichos avances se han visto recientemente complementados y potenciados por el desarrollo de nuevas tecnologías, como es el caso de las impresoras 3D. Países como Israel se encuentran trabajando en la creación de impresoras de células madres, para así avanzar en la potencial impresión de órganos y tejidos. Este tipo de impresoras ya están siendo utilizadas para crear audífonos personalizados e incluso prótesis temporarias.

En este sentido, un caso inspirador es el de Gino Tubaro, un argentino de 21 años que ha creado el emprendimiento Atomic Lab, una organización no gubernamental sin fines de lucro cuyo objetivo es utilizar las nuevas tecnologías en pos de mejorar la salud de las personas. Esta empresa se dedica a la creación de manos y brazos plásticos para ser donados a quien lo solicite.

El caso de Gino permite reflexionar en relación con la medicina, la solidaridad, la tecnología y la vida en red. Evidencia que la tecnología puede estar al servicio de la mejora de la calidad de vida de las personas, aunque la solidaridad y el necesario compromiso comunitario no son reemplazables por ella. Nos invita a reflexionar acerca de la importancia de considerar a la tecnología como un aliado en el desarrollo de soluciones médicas paliativas, para intentar resolver los problemas de otra manera.

La medicina evolucionó y seguirá haciéndolo. Mientras tanto, tenemos la posibilidad de transmitir esperanza a quienes están en una situación de desventaja, lo que está al alcance de todos. Para eso, es necesario trabajar por más y mejores políticas de comunicación, priorizando el tema de la donación de órganos en las campañas de bien público.

Desde el Consejo Económico y Social (Cesba), visibilizamos problemáticas que hacen a la calidad de vida, para promover el compromiso de la comunidad en la búsqueda de soluciones colectivas. En este sentido, entendemos que son necesarias campañas de difusión para desterrar mitos y prejuicios, en pos de fortalecer la convicción de que donar órganos salva vidas.

El autor es presidente del Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires.