
El dato menos conocido sobre la manzana no reside en su color, ni en su sabor, ni siquiera en su papel en cuentos infantiles, sino en el riesgo potencial que representan sus semillas: contienen cianuro, una sustancia tóxica que, en grandes cantidades, puede resultar letal.
Incluso los alimentos más populares y aparentemente inocuos pueden tener efectos secundarios si se consumen sin moderación o sin la debida precaución.
La manzana es una de las frutas más consumidas en el mundo y suele asociarse con una alimentación saludable. Sin embargo, su consumo excesivo puede acarrear consecuencias inesperadas para la salud.
Una pieza mediana aporta aproximadamente 25 gramos de carbohidratos, de los cuales solo 5 gramos corresponden a fibra. Esto significa que, aunque la fibra es beneficiosa para el organismo, el resto de los carbohidratos pueden convertirse en una fuente de energía que, si no se utiliza, se almacena en forma de grasa.
Por este motivo, quienes siguen una dieta para perder peso deben limitar la ingesta diaria a no más de dos manzanas, ya que un consumo mayor puede dificultar la reducción de grasa corporal.

El aporte calórico de la manzana también merece atención. Una fruta de tamaño intermedio contiene entre 90 y 95 calorías. Si una persona llegara a consumir diez manzanas en un solo día, estaría incorporando cerca de 900 calorías solo a partir de esta fruta.
Sumada a la ingesta de otros alimentos puede favorecer el aumento de peso, especialmente en personas con tendencia al sobrepeso.
Más allá de los efectos metabólicos, existen otras contraindicaciones asociadas al consumo de manzanas. Las personas con alergias alimentarias deben evitarla, al igual que quienes padecen diabetes o sobrepeso, quienes deben consumirla con moderación.
Además, la acidez de algunas variedades puede agravar problemas en el esmalte dental o causar molestias gastrointestinales, sobre todo si se consumen manzanas muy verdes o ácidas.
En casos de estreñimiento, afecciones estomacales graves o estrechez uretral, las manzanas ácidas pueden resultar perjudiciales.

La higiene también es fundamental: ingerir manzanas sin lavar puede exponer al organismo a bacterias o residuos de pesticidas. Comerlas demasiado rápido o sin masticar bien puede dificultar la digestión y provocar molestias.
Cabe señalar que ante cualquier síntoma o reacción debes consultar a tu médico de manera inmediata para atenderte.
Finalmente, basar la alimentación exclusivamente en manzanas durante periodos prolongados puede generar un déficit nutricional, ya que el cuerpo necesita una dieta variada para funcionar correctamente.
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