
A comienzos del siglo XX, mientras México transitaba los últimos años del porfiriato, un artista zacatecano marcaría una ruptura silenciosa en el arte nacional. Su nombre era Julio Ruelas, y su obra —oscura, simbólica y obsesionada con lo fantástico— inauguró una sensibilidad moderna en el dibujo, la pintura y el grabado mexicano.
Aunque Julio Ruelas murió joven, su influencia (especialmente en la técnica del grabado) perdura como uno de los eslabones más singulares entre la tradición académica y las vanguardias del siglo XX.
Julio Ruelas nació en Zacatecas en 1870. Siendo aún niño, su familia se mudó a la Ciudad de México, donde estudió en el Colegio Militar antes de decidirse por el arte. Ingresó a la Academia de San Carlos en 1885, en una época en la que aún predominaban las normas académicas europeas, con énfasis en el dibujo anatómico y el clasicismo.

En 1892, Julio Ruelas viajó a Alemania, donde estudió en la Academia de Artes de Karlsruhe y entró en contacto con el simbolismo y el decadentismo europeo. Artistas como Arnold Böcklin y Félicien Rops marcaron su imaginario: lo fantástico, lo erótico, la muerte y lo irracional serían desde entonces sus temas constantes.
A su regreso a México en 1895, Ruelas se incorporó al mundo editorial de la Revista Azul y más tarde a la Revista Moderna. Su trabajo como ilustrador e impresor introdujo una estética expresiva y simbólica sin precedentes en la prensa literaria del país.
Obras como El rapto (1901) y Autorretrato con musa (1903) muestran personajes en tensión con lo fantástico, el deseo y la melancolía, con un uso técnico del aguafuerte, el claroscuro y el grabado en metal.

El lenguaje visual de Julio Ruelas estaba en sintonía con las corrientes modernistas europeas, pero al mismo tiempo ofrecía un punto de vista introspectivo, personal y ajeno a las convenciones mexicanas del momento.
En 1904, gracias al apoyo del entonces ministro de Instrucción Pública Justo Sierra, Julio Ruelas regresó a Europa para continuar su formación en París. Allí perfeccionó sus técnicas gráficas y produjo algunas obras, sin embargo, su salud se deterioró rápidamente. Enfermo de tuberculosis, falleció en 1907, a los 36 años, y fue enterrado en el cementerio de Montparnasse.
Julio Ruelas no fue un muralista como Diego Rivera, no abrazó el nacionalismo posrevolucionario como David Alfaro Siqueiros, ni retrató la calma de los paisajes como José María Velasco. En lugar de eso, Julio Ruelas propuso una visión individualista, trágica y sofisticada del alma humana y su obra se convirtió en un legado con un estilo pocas veces visto en el arte mexicano.
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