
Cuando se piensa en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Estado de México es inherente recordar al Grupo Atlacomulco, famosa facción que, aunque nunca se ha comprobado su existencia, muchos apuntan como una de las más fuertes al interior del tricolor desde los primeros momentos de la fundación de la organización.
Sin embargo, algunos otros académicos que han desarrollado investigaciones sobre dicho grupo, como Julián Salazar Medina, Claudia Abigail Morales Gómez o Rogelio Hernández Rodríguez, han dado a conocer que, quizá, la facción no ha sido tan longeva como muchos han apuntado, pues se habría disuelto antes de que terminara la década de los cincuenta del siglo pasado.
Para poder comprender mejor lo anterior, es importante retroceder el tiempo a los últimos años de la Revolución Mexicana, más o menos cuando Plutarco Elías Calles apostó por la unión de todas las corrientes políticas en un solo partido político nacional; no obstante, en aquel tiempo no fue sencillo congregar muchas ideas, debido a que en algunas entidades, como el Edomex, seguían existiendo pugnas entre los caciques.

A la par que ocurrían dichos conflictos, en el estado se comenzó a popularizar el Partido Socialista del Trabajo (PST) de la mano de algunos personajes mexiquenses relevantes como Abundio Gómez, Filiberto Gómez, los hermanos Riva Palacio y Wenceslao Labra; aunque en un inicio tuvieron éxito, conforme pasaron los años se fueron disolviendo.
Lo anterior ocurrió debido a que comenzó a tomar popularidad el Partido Nacional Revolucionario (PNR) y posteriormente el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), de hecho, el PST se unió a la organización que fundó Elías Calles, tanto así que los personajes antes mencionados fueron gobernadores de la entidad con el tricolor y no con otro instituto político.
Pese a lo anterior, las disputas al interior de la entidad no se frenaron, por lo que al asumir el cargo de Presidente de la República, Manuel Ávila Camacho, buscó una figura que pudiera unir a todos los frentes y frenaran los conflictos sociales, por lo que propuso a Isidro Fabela como candidato a mandatario del Estado de México.
“En 1942, Fabela fue traído de la Corte Internacional de la Haya, Holanda, donde ocupaba el cargo de magistrado para que gobernara la entidad”, se pudo leer en el texto El sistema político del Estado de México de Ricardo Arellano Castro.

Aunque la mayor parte de su carrera la habría consolidado en el extranjero, Isidro Fabela habría mantenido comunicación con algunas familias relevantes del municipio de Atlacomulco como los Huitrón, Del Mazo, Colín, Vélez y Monroy, apellidos que hasta la fecha siguen vigentes en la política mexiquense, pero que en esa época comenzaron a robar protagonismo al interior del gobierno.
La designación de Fabela resultó fundamental para que el Estado de México no permeara el desorden o la violencia, sino que, por el contrario, ayudó a que se volviera una de las entidades más importantes para el priismo nacional y para la Presidencia de la República.
Tras su sexenio, Fabela Alfaro designó a Alfredo del Mazo Vélez para que compitiera por la gubernatura, el cual contaba con el visto bueno a nivel federal. Como es sabido, ganó la elección y se consolidó como el primer gobernador del PRI, ya bajo el nombre que actualmente tiene el instituto político.
A diferencia de la administración anterior, este gobierno sí tuvo oposición pues personajes como Wenceslao Labra, Filiberto Gómez y Antonio Romero, por mencionar algunos, comenzaron a señalar la existencia de un grupo comandado por Fabela para perpetuarse en el poder; sin embargo, terminaron por apoyar la administración.

El mito de que al interior del Revolucionario Institucional mexiquense existía un grupo que buscaba perpetuarse en el poder se consolidó tras el gobierno de Del Mazo Vélez y con la llegada al poder de Salvador Sánchez Colín, situación que extendió el mito del Grupo Atlacomulco porque, coincidentemente, la mayoría eran de aquella localidad.
Sin embargo, tras la gubernatura de Sánchez Colín fueron evidentes algunos problemas partidistas, especialmente que ya no existía un partido homogéneo, como se esperaba tras la administración de Isidro Fabela, pues nuevos liderazgos fuera de Atlacomulco buscaron instaurarse con poder en el PRI.
Fue por lo anterior que, aunque muchos políticos del municipio o cercanos a estos tres priistas siguieron en el poder en la entidad, académicos establecieron que realmente la facción ya no existía después de 1957 y se diluyó con el pasar de los años, aunque algunos siguieron accediendo al poder.
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