El poema de Neruda que más me gusta

El poeta chileno murió el 23 de septiembre de 1973, días después del Golpe de Estado de Pinochet. Antes, había vivido la Guerra Civil Española y escrito sobre ella. Este artículo reproduce el newsletter “Leer por leer”

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Pablo Neruda y la Guerra Civil Española.
Pablo Neruda y la Guerra Civil Española.

Qué bueno vernos por acá de nuevo en este septiembre que viene raro. Frío, por lo menos en Buenos Aires, y cargado de expectativas. Este septiembre es, también, el de los 50 años del golpe de Estado en Chile, cuando Augusto Pinochet derrocó la “vía chilena al socialismo” que encabezaba Salvador Allende.

El golpe fue el 11 y pocos días después, el 23 de septiembre, murió en Santiago de Chile Pablo Neruda. El poeta —que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1971— había estado muy cerca de ese Gobierno. Él mismo había sido candidato a presidente por el Partido Comunista, en 1969, pero declinó su candidatura para apoyar la del socialista Allende, que lideró la coalición que se llamó Unidad Popular y que ganó las elecciones en 1970.

Pero antes, mucho antes, Pablo Neruda había sido cónsul chileno en Barcelona primero y luego en Madrid. Eran los años 30 y le tocó estar en ese lugar cuando estalló la Guerra Civil Española, en 1936. Tomó partido sin dudarlo por los republicanos y el Gobierno chileno lo sacó del puesto. Gobernaba Arturo Alessandri Palma, del Partido Liberal.

Neruda volvió a Santiago, pero no sería por mucho tiempo.

En 1939 -ahora gobernaba Chile Pedro Aguirre Cerda, del Partido Radical- el poeta lideró en París un Consulado para inmigración española. Ese año fletó el Winnipeg, un barco que sacó a 2.000 refugiados republicanos de Europa y los llevó a Chile, que les abría los brazos (de eso habla Isabel Allende en su novela Largo pétalo de mar).

La noticia sobre el Winnipeg, el barco que fletó Neruda con republicanos españoles
La noticia sobre el Winnipeg, el barco que fletó Neruda con republicanos españoles

España había sido central para Neruda. Se enamoró de Delia del Carril, una mujer argentina veinte años mayor que él, se codeó con poetas como Federico García Lorca y Rafael Alberti, se volvió parte de la intelectualidad de la época. También se deshizo como quien no quería la cosa de su primera mujer, María Antonia Hagenaar Vogelzang, y dejó olvidada a su única hija, Malva Marina, que sufría hidrocefalia.

En 1947, en Buenos Aires, publicó su libro Tercera residencia y dentro de este los poemas de España en el corazón, marcados por la experiencia de la guerra. Uno de esos poemas es mi preferido. No puedo evitar estremecerme cuando Neruda habla de Federico García Lorca ”Federico, te acuerdas/ debajo de la tierra”— o cuando machaca “Venid a ver la sangre por las calles”.

Simplemente eso, entonces. Este poema. Si no lo conocías por favor contame qué te pasó al leerlo.

Pablo Neruda leyendo el poema "Explico algunas cosas"

Explico algunas cosas

Preguntaréis: Y dónde están las lilas?

Y la metafísica cubierta de amapolas?

Y la lluvia que a menudo golpeaba

sus palabras llenándolas

de agujeros y pájaros?

Os voy a contar todo lo que me pasa.

Yo vivía en un barrio

de Madrid, con campanas,

con relojes, con árboles.

Desde allí se veía

el rostro seco de Castilla

como un océano de cuero.

Mi casa era llamada

la casa de las flores, porque por todas partes

estallaban geranios: era

una bella casa

con perros y chiquillos.

Raúl, te acuerdas?

Te acuerdas, Rafael?

Federico, te acuerdas

debajo de la tierra,

te acuerdas de mi casa con balcones en donde

la luz de junio ahogaba flores en tu boca?

Hermano, hermano!

Todo

eran grandes voces, sal de mercaderías,

aglomeraciones de pan palpitante,

mercados de mi barrio de Argüelles con su estatua

como un tintero pálido entre las merluzas:

el aceite llegaba a las cucharas,

un profundo latido

de pies y manos llenaba las calles,

metros, litros, esencia

aguda de la vida,

pescados hacinados,

contextura de techos con sol frío en el cual

la flecha se fatiga,

delirante marfil fino de las patatas,

tomates repetidos hasta el mar.

Y una mañana todo estaba ardiendo

y una mañana las hogueras

salían de la tierra

devorando seres,

y desde entonces fuego,

pólvora desde entonces,

y desde entonces sangre.

Bandidos con aviones y con moros,

bandidos con sortijas y duquesas,

bandidos con frailes negros bendiciendo

venían por el cielo a matar niños,

y por las calles la sangre de los niños

corría simplemente, como sangre de niños.

Chacales que el chacal rechazaría,

piedras que el cardo seco mordería escupiendo,

víboras que las víboras odiaran!

Frente a vosotros he visto la sangre

de España levantarse

para ahogaros en una sola ola

de orgullo y de cuchillos!

Generales

traidores:

mirad mi casa muerta,

mirad España rota:

pero de cada casa muerta sale metal ardiendo

en vez de flores,

pero de cada hueco de España

sale España,

pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,

pero de cada crimen nacen balas

que os hallarán un día el sitio

del corazón.

Preguntaréis por qué su poesía

no nos habla del sueño, de las hojas,

de los grandes volcanes de su país natal?

Venid a ver la sangre por las calles,

venid a ver

la sangre por las calles,

venid a ver la sangre

por las calles!

Si querés contarme qué te pareció o comentarme algo de lo que estás leyendo, escribime a pkolesnicov@infobae.com y te contesto.

* Esta es una versión del newsletter “Leer por leer” que se entrega cada jueves. Si querés recibirlo en tu mail, registrate en este enlace.

Hasta la próxima,

Patricia