Secretos, pasiones y racismo: el tortuoso rodaje de Lo que el viento se llevó, a 84 años de su estreno

El 15 de diciembre de 1939 la película más taquillera de la historia tuvo su première en Atlanta con la presencia de sus protagonistas, Vivien Leigh y Clark Gable. Hattie McDaniel, la actriz que interpretó a Mammy, la criada, y ganaría el primer Oscar de la Academia para un miembro de la comunidad afroamericana, no pudo estar presente: el cine sólo admitía espectadores blancos

Compartir
Compartir articulo
Clark Gable como Rhett Butler y Vivien Leigh como Scarlett O'Hara, los protagonistas y sus personajes en Lo que el viento se llevó (EFE/Warner Home Video/Archivo)
Clark Gable como Rhett Butler y Vivien Leigh como Scarlett O'Hara, los protagonistas y sus personajes en Lo que el viento se llevó (EFE/Warner Home Video/Archivo)

Ya no quedan testigos célebres de aquel rodaje épico. Olivia de Havilland, la última estrella sobreviviente del elenco de Lo que el viento se llevó (1939), murió en París en julio de 2020 a los 104 años. No llegó a saber que un mes antes la película que terminó de consagrarla como la heroína buena de los dramas de la era dorada de Hollywood había sido retirada del catálogo de HBO Max por romantizar la esclavitud y perpetuar estereotipos racistas. Tampoco que, antes de que la plataforma repusiera el título con una advertencia sobre el contexto histórico en el que se filmó, la polémica renovó el interés por el clásico que terminó en los primeros puestos de ventas de Amazon a más de ochenta años de su estreno, el 15 de diciembre de 1939.

Se convertiría desde entonces en un imbatible: fue la película más taquillera de su época y hasta hoy se calcula que mantiene el podio si se ajustan por inflación los US$390 millones recaudados en su momento. La adaptación de la novela homónima de 1936 de Margaret Mitchell (que ganó el Pulitzer en 1937, cuando ya había vendido los derechos para que llegara al cine) tiene todos los ingredientes de lo que hoy conocemos como un tanque: situada en el Sur de los Estados Unidos durante la guerra de la Secesión y la reconstrucción posterior, cuenta la parábola de Scarlett O’Hara, una mujer decidida a salvar la plantación de algodón de su familia en Georgia mientras enfrenta el desamor de un hombre casado (Ashley Wilkes/Leslie Howard) con su prima (Melanie Hamilton/Havilland) y desprecia una y otra vez a quien con el tiempo entenderá que es su verdadero amor: Rhett Butler (Clark Gable).

El afiche de Lo que el viento se llevó. Hasta la fecha, y si se actualizan los valores, es la película más taquillera de la historia
El afiche de Lo que el viento se llevó. Hasta la fecha, y si se actualizan los valores, es la película más taquillera de la historia

Mitchell había nacido en Georgia y había escuchado a su propia madre decirle frente a las plantaciones en ruinas que el mundo seguro que conocía podía explotar bajo sus pies. No escribió pensando en las tensiones raciales, las tenía incorporadas en su crianza como parte de ese mundo seguro en el que los blancos eran buena gente por sacar de la esclavitud a los negros y darles un nuevo lugar en el servicio.

El productor David O. Selznick leyó el libro antes de que se publicara y compró los derechos para evitar que lo hiciera otro estudio. La conciencia de que tenían algo grande entre manos surgió a la par del desarrollo del guión y la elección del casting, que tomó años. Fue inevitable entonces que esas tensiones que el texto original naturalizaba mientras ponía el foco en el romance se colaran en las discusiones de los autores y en el mismísimo set montado en Atlanta.

El productor del film, David O Selznick  (Photo via John Kobal Foundation/Getty Images)
El productor del film, David O Selznick (Photo via John Kobal Foundation/Getty Images)

El historiador de Yale David Vincent Kimel analizó hace unos años un ejemplar del libreto que se usó en la filmación y asegura que durante el rodaje se vivió una auténtica “guerra civil” entre el productor, los guionistas (entre los que se encontraba un F. Scott Fitzgerald caído en desgracia después de Gatsby), el elenco negro y varias organizaciones contra el racismo. Muchas escenas fueron editadas como fruto de la discusión entre quienes creían necesario retratar con realismo la crudeza de la esclavitud y los que preferían respetar la novela de Mitchell sin hacerse demasiadas preguntas sobre el tema.

“La visión errónea y romántica de la esclavitud, que se ha convertido en el legado central de la famosa película, asoma en la producción desde el principio hasta el final, prevaleciendo en muchas de las escenas cortadas del guion”, escribió Kimel en una nota para el newsletter sobre la industria The Ankler. Por ejemplo, asegura que se eliminó una secuencia en la que se mostraban los disturbios en Atlanta en la guerra de Secesión y a Rhett Butler a caballo por una ciudad saqueada, también las palizas brutales y la tortura psicológica a los esclavos en Tara, la plantación de la Scarlett O’Hara.

Hattie McDaniel el primer Oscar de la Academia para un miembro de la comunidad afroamericana como Mejor Actriz de Reparto, pero sufrió el racismo en carne propia: no pudo estar en la premiere porque el cine de Atlanta que proyectó el film era solo para blancos. Y fue segregada de la mesa de los protagonistas en la ceremonia del Oscar
Hattie McDaniel el primer Oscar de la Academia para un miembro de la comunidad afroamericana como Mejor Actriz de Reparto, pero sufrió el racismo en carne propia: no pudo estar en la premiere porque el cine de Atlanta que proyectó el film era solo para blancos. Y fue segregada de la mesa de los protagonistas en la ceremonia del Oscar

Según el historiador, Selznick se preocupó especialmente en que se ciñeran a la novela, por lo contrario de lo que podría pensarse: no quería hacer una película racista y eliminar los maltratos parecía entonces lo más razonable. Gran parte del elenco era negro y la película le valió incluso a Hattie McDaniel el primer Oscar de la Academia para un miembro de la comunidad afroamericana como Mejor Actriz de Reparto por su papel de Mammy, la criada. Sin embargo, la misma Hattie sufrió la discriminación racial que ocurría más allá de lo que se contaba: no pudo ir a la première en Atlanta porque el cine era sólo para blancos, y hasta tuvo que sentarse en una mesa segregada del resto del casting en la ceremonia de los Oscars en la que fue premiada. Ni siquiera pudo cumplir su último deseo de ser enterrada en el Cementerio de Hollywood porque, en 1952, cuando murió, todavía no estaban permitidas las tumbas para personas de color.

Pero el racial no fue el único conflicto que atravesó la película. Por empezar, Selznick quería a Clark Gable para interpretar a Rhett, pero el actor tenía contrato con la MGM y el productor no quería negociar con el jefe de los estudios, que no era otro que su suegro, Louis B. Mayer. Al final se rindió y MGM puso la mitad del presupuesto y a Gable a cambio de que Selznick le pagara el salario y Loew’s –compañía hermana de MGM– quedara a cargo del lanzamiento. Eso implicó retrasar la filmación hasta fines de 1938, pero Selznick aprovechó el retraso para seguir revisando el guión y publicitar con bombos y platillos que buscaba cubrir el rol de Scarlett.

Hattie McDaniel, Olivia de Havilland (la última del reparto en morir, en 2020) y Vivien Leigh (MGM)
Hattie McDaniel, Olivia de Havilland (la última del reparto en morir, en 2020) y Vivien Leigh (MGM)

Se presentaron 1400 aspirantes y Katherine Hepburn –íntima de George Cukor, uno de los dos directores, junto a Sam Wood, que no figuran en los créditos junto a Victor Fleming, porque fueron despedidos por Selznick– usó todos sus oficios para quedarse con el papel. Pero a Selznick le parecía que no daba el phisique du role. En cambio, quedó mudo frente a la belleza altiva y menuda de Vivien Leigh, una actriz inglesa entonces poco conocida en América que había llegado de la mano de la agencia Myron Selznick, fundada por el padre de David y regenteada por su hermano, que también era representante de Lawrence Olivier.

Leigh se había enamorado del actor de Hamlet en el Royal Theatre de Londres después de verlo actuar por primera vez. Cuenta Stephen Galloway en el libro Truly madly, sobre el tórrido amor entre la actriz y Lawrence Olivier que esa noche, mientras todavía sonaban los aplausos, Leigh dijo a su acompañante: “Ese es el hombre con el que voy a casarme”.

Laurence Olivier y Vivien Leigh: la relación -en ese momento extramatrimonial- que mantuvieron durante el rodaje de Lo que el viento se llevó llevó a que la producción mantuviera un estricto secreto para evitar la mala prensa
Laurence Olivier y Vivien Leigh: la relación -en ese momento extramatrimonial- que mantuvieron durante el rodaje de Lo que el viento se llevó llevó a que la producción mantuviera un estricto secreto para evitar la mala prensa

Había un sólo inconveniente: ella ya estaba casada y tenía un bebé, y Olivier también. Los dos habían dejado a sus parejas y a sus hijos para mudarse juntos a los Estados Unidos y su agente hacía lo imposible para que no trascendiera que eran adúlteros. No era un dato menor para la época: la otra actriz que llegó a la instancia final del casting de Scarlett fue Paulette Goddard, que vivía con Charles Chaplin en una situación que entonces se consideraba irregular. Que nadie en Hollywood pudiera comprobar si realmente estaban casados hizo que Selznick la descartara: quería evitar a toda costa la mala prensa en una sociedad tan puritana.

Durante los 140 días que llevó el rodaje fue imposible ocultar la pasión de la pareja. Olivier estaba filmando Cumbres Borrascosas en otra ciudad y le mandó doscientas cartas. Ella, que tenía graves altibajos emocionales –después sería diagnosticada con trastorno bipolar–, estaba al borde del colapso cuando le rogó al productor que la dejara viajar a verlo para poder encerrarse con él a hacer el amor. Sólo entonces el clima en el set mejoró un poco.

Clarck Gable y Vivien Leigh resultaron una de las parejas con más química de la pantalla grande (MGM)
Clarck Gable y Vivien Leigh resultaron una de las parejas con más química de la pantalla grande (MGM)

Gable también tenía problemas: estaba inseguro sobre su interpretación del acento sureño y la sofisticación de Leigh lo hacía sentir rústico y con pocas chances de destacarse en el papel de Butler. Para peor, extrañaba a su última mujer. Toda esa tirantez terminó jugando a favor del resultado: ese amor loco, intenso y desbordado que traspasaba la pantalla y le hizo ganar diez Oscars al film de Selznick, era real aunque no fuera entre sus protagonistas. Ese fuego que la mantiene vigente pese a los intentos de cancelación y las revisiones históricas es, finalmente, lo único que perdura. De todo lo demás ya no hay testigos, es parte de lo que el viento se llevó.