Almería, 15 dic (EFE).- La defensa de Juan David R.C., en prisión provisional por la muerte de Lucas, el niño de cuatro años fallecido en Garrucha (Almería), ha solicitado este lunes al juzgado nuevas pruebas científicas al sostener que no se trató de un asesinato, sino de un homicidio imprudente derivado de un "ritual de sanación fallido" que terminó en tragedia.
En un escrito de solicitud de ampliación de diligencias de investigación presentado ante la Sección Civil y de Instrucción número 3 del Tribunal de Instancia de Vera (Almería), los letrados Manuel Martínez Amate y Diego Ricardo Molinari, del despacho MCHM Abogados, cuestionan la interpretación de la autopsia preliminar y apuntan a una "etiología ritual" para explicar las lesiones del menor.
El documento argumenta que el "shock hipovolémico por desgarro hepático y politraumatismo abdominal" que causó la muerte del niño no tiene por qué ser fruto exclusivo de una paliza o "golpes de ira".
La defensa alega, basándose en literatura forense internacional, que este patrón de estallido hepático sin fracturas externas masivas es compatible con "maniobras de compresión mecánica rítmica o sostenida", propias de ciertos rituales de purificación o sanación no regulados donde "se ejerce presión extrema sobre el abdomen del menor para expulsar supuestos males".
Para sustentar esta tesis, los abogados han solicitado una ampliación del análisis toxicológico. Se basan en que el atestado policial recoge referencias al uso de "agua bendita" y elementos espirituales en el entorno familiar horas antes del suceso.
Por ello, piden buscar específicamente sustancias que los análisis estándar no detectan, como alcaloides pirrolizidínicos, ácido aristolóquico o aceites esenciales tóxicos (pulegona, tujona o safrol), presentes en hierbas y brebajes de uso ritual que pueden provocar necrosis hepática y hemorragias internas.
La defensa considera imprescindible una "pericia de contexto antropológico" para determinar si el niño estaba siendo sometido a "terapias alternativas" por parte de sus cuidadores o figuras externas ("curanderos"), bajo la creencia errónea de curar sus dolencias físicas o espirituales. El objetivo es descartar la intención dolosa de matar y reconducir la calificación penal hacia un delito de homicidio imprudente.
El escrito establece un paralelismo con un caso reciente ocurrido en la provincia: la muerte de un bebé en Almería el pasado mes de abril tras una circuncisión clandestina fallida, suceso que se investigó como una imprudencia derivada de una práctica cultural y no como un asesinato.
"El caso de Lucas debe analizarse bajo el mismo prisma: una praxis ritual peligrosa que termina en tragedia, pero que carece de la intención dolosa de matar", sostienen los letrados. EFE
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