Talavante y Aguado salen a hombros en la alternativa de Curro Durán

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Álvaro Rodríguez del Moral

Utrera (Sevilla), 25 may. (EFE).- La corrida de toros celebrada este sábado en el Coso de La Mulata de Utrera (Sevilla) se ha saldado con la salida a hombros de Alejandro Talavante y Pablo Aguado, padrino y testigo de la alternativa de Curro Durán que realizó la faena más completa al mejor toro de Algarra sin lograr rematarla con la espada.

El toricantano sorteó un primer ejemplar de preciosas hechuras y salida abanta que iba a echar el freno tras el único puyazo que tomó. Curro Durán recibió los trastos del oficio de manos de Talavante después de un largo parlamento y brindó el toro de la ceremonia a sus padres.

Fue un animal tardo, de viajes cortos y al que le costaba ir hacia delante. El utrerano lo toreó con firmeza, muy comprometido, y tirando de él en un trasteo voluntarioso, siempre reunido con el toro, que no podía ir a más por la condición del astado que se acabó parando por completo hasta echarse después de dos pinchazos. Durán terminó de echarlo abajo con el descabello.

Con el sexto se iba a entregar a tope desde los primeros lances, en el quite por verónicas y en la lidia de un animal que brindó a sus paisanos. Fue una faena, iniciada con tres pases cambiados por la espalda, en la que echó toda la carne en el asador y que tuvo la virtud de estar a la altura del mejor ejemplar de Algarra al que cuajó muletazos hondos y macizos en una labor de largo metraje.

Hubo hasta petición de indulto mientras el nuevo matador alargaba su faena y el toro continuaba embistiendo pero Durán acabó montando la espada para agarrar dos pinchazos antes de que sonara un aviso y pudiera dejar un feo espadazo trasero y desprendido que entibió el entusiasmo. Al toro le dieron la vuelta al ruedo.

Alejandro Talavante, que había oficiado de padrino de la ceremonia, iba a lidiar un segundo al que paró con un refrito de lances de todos los colores y quitó por gaoneras, firmísimo de planta. Después de la devolución de trastos inició la faena de rodillas, trufando muletazos naturales y cambiados y hasta una ajustadísima arrucina.

Su labor iba a contar con la bondad de un animal que adoleció de falta de motor. El extremeño tiró de efectos especiales en un trasteo que no tuvo el mismo contenido en el toreo fundamental y al que finiquitó de una estocada entera y fulminante que validó las dos orejas generosas que paseó.

Recuperado el orden natural de antigüedad lidió un cuarto de bonitas hechuras, acapachadito de cuerna, y pocas fuerzas. Talavante basó su faena sobre la mano izquierda, molestado por los viajes cortos de su enemigo, que embistió siempre pensándoselo y a cabezazos.

Pablo Aguado, testigo de la ceremonia, cuajó un ramillete de excelentes verónicas para recibir al tercero. Fue un toro de buena condición y escaso brío al que pasó con compostura natural y buen gusto en una faena que encontró su mejor trazo en el toreo a izquierdas. Unos ayudados por alto precedieron a una estocada entera. Paseó una oreja.

Aguado iba a volver a brillar a la verónica para parar al quinto, al que se enroscó en un mecido quite por chicuelinas, rematado con una airosa larga. El toro de Algarra tuvo nobleza y buena condición en la muleta del matador sevillano que se empleó en una faena bien dibujada, acompañando siempre la embestida, que abrochó de una estocada trasera y desprendida que no le impidió cortar otro trofeo.

Se han lidiado seis toros de Luis Algarra, bien presentados. El primero resultó tardo y corto de viajes; noble y blando el segundo; potable el tercero; deslucido el cuarto; noble el quinto y excelente el sexto, que recibió la vuelta al ruedo.

Talavante, de malva y oro, dos orejas y ovación.

Aguado, de buganvilla y oro, oreja y oreja.

Durán, de merino y oro, que tomó la alternativa, ovación y palmas de despedida.

La plaza registró un cuarto de entrada en tarde calurosa. Javier Ambel saludó tras banderillear al cuarto. EFE

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arm/jla

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