Jorge Martínez da una lección a las figuras, entre la indiferencia del público de aluvión

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Paco Aguado

Madrid, 24 may (EFE).- El joven torero murciano Jorge Martínez, que confirmaba su alternativa, dio hoy en Las Ventas toda una lección de entrega, oficio y dignidad, entre la indiferencia y la incomprensión del bullicioso público típico de los viernes de feria, que esta vez vino a ver y a aplaudir a un Roca Rey que se mostró desconcertado y que llegó a escuchar los tres avisos en su segundo toro.

El hecho de que, por percance de Cayetano, se corrieran los turnos y el confirmante Jorge Martínez se viera obligado a matar los toros primero y cuarto, como si fuera el más veterano del cartel, fue mucho más que una variación puntual del orden de lidia, porque el joven murciano, además, acabó pareciéndolo, a gran distancia de la desafortunada actuación de las dos figuras que oficiaron la ceremonia.

Porque ya con el que abrió plaza, que, como después a Cayetano, le arrolló a la salida del caballo, Martínez mostró una absoluta seguridad para sacar partido y buenos muletazos de un toro que, avanzando con lo que iba a suceder con algún otro más, tuvo poca fuerza en los riñones y se defendió punteando y sin empujar con suficiente recorrido el gran volumen de sus cuartos delanteros.

Pero, asentado siempre de plantas, y con un preciso temple, el confirmante acabó acertando con la altura necesaria para manejar la tela y exprimirle varios muletazos de mérito y trazo con ambas manos, antes de que el castaño se aburriera y empezara a salirse de las suertes. Y por encima de todo quedó la seguridad con que el torero se impuso.

Lo mismo sucedió con el cuarto, el mejor "hecho" de la corrida, pero que no sacó apenas celo ni recorrido en el último tercio, hasta que Martínez, sin perder nunca la fe y con la misma verdad, primero de uno en uno y por fin ligándoselos, llevó muy toreadas esas medias arrancadas, poniendo la intensidad que faltó al de Mayalde.

Como el del toro anterior, fue este un trasteo de torero cuajado y seguro, como sin llevara muchas temporadas en activo. Y, más aún, de torero bueno, templado y honesto, que, lamentablemente en una plaza de esta categoría, pasó prácticamente desapercibido y no recibió ni una sola palma de reconocimiento de un público masivo y pasajero que estaba hoy a otras cosas.

Y una de ellas era aplaudir al torero de moda, al que provocó el que ya es el sexto cartel de "no hay billetes" de esta feria. Hablamos, evidentemente, del peruano Roca Rey, pero que hoy dio pocos motivos para justificar tan prefabricado entusiasmo. Ni con su primero, del que le pidieron una injustificada oreja, ni con su segundo, con el que acabó hasta perdiendo los papeles para dar tiempo a que sonaran los tres avisos.

Dos le habían dado antes con el tercero de la tarde, que tardó en caer de una estocada desprendida, después de que el peruano le abriera espectacularmente, con estatuarios y pases por la espalda, una faena que, aunque se siguió jaleando, bajó al momento en intensidad, sin acabar de cogerle el sitio y el ritmo a un toro que no acabó de romperse.

Pero lo peor llegaría con el quinto, un animal zancudo y muy astifino que manseó a su aire en dos primeros tercios de desordenada lidia pero que rompió a embestir descolgado a una muleta que Roca manejó sin criterio, a veces muy escondido en la pala del pitón y visiblemente incómodo, hasta llegar al despropósito de la suerte suprema.

Varios pinchazos saliéndose y un infame bajonazo no fueron suficientes para dar en tierra con el serio ejemplar, mientras que, desentendido, Roca dejaba que sonara el tercer aviso, que llegó justo cuando el animal era apuntillado. Un fracaso más sonoro que la pitada que le dedicó un público tampoco muy decepcionado.

Cayetano vio como el primero de la tarde le arrollaba también a la salida del segundo puyazo, propinándole una soberana paliza que no fue óbice para que, sin la chaquetilla que quedó destrozada, pudiera matar a su primero, que, en una colada en el segundo muletazo de la apertura de rodillas, le obligó a saltar desesperadamente al callejón.

Probablemente acusando el percance, y sin la predisposición de otros tiempos, el torero dinástico intentó asentarse con ambos, resolviendo con corrección con el tercero, sin mayores logros, mientras que con el sexto, tras correrse el turno para que pasara por la enfermería, intentó templarse sin conseguirlo ante un toro regordío que apenas tuvo fuelle ni problemas.

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FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Conde de Mayalde, aparatosamente armados y con volumen y peso excesivo, aunque la mayoría descompensados de cuartos trasero, lo que condicionó su juego a falta de mayor empuje, con movilidad pero con embestidas cortas o a la defensiva. El de más recorrido y entrega, tras mansear en los primeros tercios, fue el quinto.

Cayetano, de violeta y oro: estocada trasera y descabello (silencio); estocada contraria (silencio).

Roca Rey, de magenta y oro: estocada desprendida y descabello (ovación tras dos avisos y le leve petición de oreja); tres pinchazos y bajonazo (pitos tras tres avisos)

Jorge Martínez, de blanco y oro, que confirmaba la alternativa: estocada caída (silencio);

Martínez confirmó el doctorado con el toro "Estafador", nº 36, castaño albardado, de 595 kilos.

Por percance de Cayetano, que entró en la enfermería para ser atendido de varias contusiones, entre ellas una cervical pendiente de estudio, y erosiones en el escroto, la región parietal derecha y la cara anterior del muslo izquierdo, se invirtió el orden de lidia del cuarto al sexto toro.

Decimotercer festejo de abono de la feria de San Isidro, con cartel de "no hay billetes" (unos 23.000 espectadores), en tarde agradable.

EFE

pa/fp

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