
La renuncia del príncipe Andrés a sus títulos reales ha vuelto a poner en el foco su residencia en Royal Lodge. El duque de York y su exmujer, Sarah Ferguson, viven en esa propiedad real de Windsor, una casa de la que podrían ser expulsados si finalmente surten efecto las presiones del rey Carlos III y el príncipe Guillermo.
Tras conocerse que el hermano del monarca lleva más de dos décadas en Royal Lodge sin pagar un alquiler cuyo valor se estima en unas 260.000 libras anuales, las crecientes críticas podrían acabar expulsando definitivamente a Andrés de esa propiedad, obligándole a reubicarse. El político británico Robert Jenrick ha expresado que “el pueblo británico está harto de Andrés y quiere que se marche”, reflejando el malestar que han provocado los constantes escándalos del hijo de Isabel II.
Lo cierto es que, si finalmente el matrimonio York abandona su actual hogar, no se quedará en la calle, pues dispone de un amplio catálogo de propiedades que el rey Carlos III pondrá a su disposición para iniciar una nueva vida lejos de la familia real. Sus opciones van desde otras residencias históricas en Windsor hasta remotos refugios en Escocia o incluso en Transilvania.
Opciones dentro del Reino Unido
Entre las alternativas inmediatas dentro del país, la opción más comentada ha sido Frogmore Cottage, la antigua residencia del príncipe Harry y Meghan Markle en Windsor. El rey Carlos III ya ofreció esta propiedad a Andrés, quien la rechazó por considerarla una “degradación” respecto al Royal Lodge.

Frogmore Cottage, modernizada tras una costosa renovación financiada inicialmente por el erario y luego reembolsada por Harry y Meghan, se encuentra en buen estado y dentro del perímetro de seguridad del castillo de Windsor. Sin embargo, un portavoz de Buckingham Palace evitó confirmar la posibilidad de que el hermano del monarca se traslade allí, declarando: “En este momento no especularía sobre quién será el futuro ocupante de Frogmore Cottage”, según recoge el Daily Mail.
Otras opciones dentro del país incluyen Wood Farm y Garden House, ambas en la finca de Sandringham, Norfolk. Wood Farm, una casa de cinco habitaciones y ambiente discreto, fue el hogar elegido por el príncipe Felipe tras su retiro de la vida pública y ha servido como refugio para la familia York en varias ocasiones. Garden House, por su parte, destaca por su mobiliario procedente de la colección real y su entorno ajardinado, aunque actualmente figura como alquilada en plataformas de hospedaje y no muestra disponibilidad inmediata.
Además, el Castle of Mey, en Caithness, Escocia, se perfila como una alternativa remota y aislada, con un marcado simbolismo de “destierro”. Esta propiedad, muy apreciada por el rey Carlos III, ofrece tanto la residencia principal como alojamientos independientes, y su ubicación permite disfrutar de paisajes únicos, como las auroras boreales, además de ser ideal para poner tierra de por medio entre el polémico príncipe Andrés y los miembros en activo de la familia real.

Alternativas internacionales
Más allá de las fronteras británicas, el patrimonio inmobiliario del monarca incluye también propiedades en Transilvania, Rumanía. En la región de Valea Zalanului, el rey posee casas rurales de más de 400 años, decoradas con mobiliario tradicional y sin televisión ni radio, lo que garantiza privacidad y desconexión. Estas residencias, además de estar rodeadas de naturaleza, ofrecen actividades como la equitación, una afición de Andrés, y se encuentran en una zona donde la figura del monarca británico es especialmente respetada.
Entre las alternativas menos probables figuran Llwynywermod, la finca galesa de Carlos III en Carmarthenshire, y varias casas rurales en Cornualles y las Islas Sorlingas, gestionadas por el Ducado de Cornualles, actualmente bajo la administración del príncipe Guillermo. Llwynywermod, adquirida en 2007, cuenta con una casa principal y dos ‘cottages’, pequeñas casas rurales, disponibles para alquiler, rodeados de 90 acres de terreno. En Cornualles y las Islas Sorlingas, la colección de propiedades incluye desde pequeñas casas hasta grandes mansiones históricas, algunas de las cuales han sido utilizadas por miembros de la familia Middleton antes de su matrimonio con Guillermo.
Dependencia económica
El aspecto económico y de seguridad representa un desafío considerable para Andrés y Sarah. Sin la asignación real y con la única fuente de ingresos proveniente de la pensión naval del príncipe, la pareja enfrenta dificultades para costear su manutención y la protección personal, especialmente si se trasladan a una propiedad fuera del perímetro de seguridad de las residencias reales. Además, la carrera de Ferguson como autora de libros infantiles se ha visto en entredicho por su relación con el pedófilo Jeffrey Epstein y se da por finalizada, lo que incrementa la dependencia de ambos respecto a la familia real para asegurarse un techo.
Consciente de su complicada situación, el príncipe Andrés podría seguir negándose a abandonar Royal Lodge y aferrarse al contrato “a prueba de balas” que le da derecho a habitar la propiedad hasta 2078. “Cualquier intento de expulsar a Andrés sería una pérdida de tiempo”, expresa al Daily Mail el abogado inmobiliario Mike Hansom, que agrega que Andrés solo podrá salir de la vivienda si hay un acuerdo mutuo con Carlos III o si incumple alguno de los términos del contrato de arrendamiento, algo que considera “poco probable”.
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