La enfermedad que se confunde habitualmente con el Alzheimer, según una neuróloga: “Por suerte, tiene tratamiento”

La neuróloga Teresa Moreno cuenta para ‘Infobae España’ la relación entre dormir mal y su implicación en la salud

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Una mujer mayor con dolor de cabeza (Shutterstock)
Una mujer mayor con dolor de cabeza (Shutterstock)

La mitad de los españoles padecerá en algún momento de su vida insomnio o algún otro trastorno del sueño. Un dato alarmante, pues dormir bien es mucho más que sentirnos descansado; un descanso adecuado es salud, calidad de vida y prevención de múltiple enfermedades cardiacas o de infecciones. Necesitamos dormir para que nuestro cerebro repare las neuronas y genera los sistemas de inteligencia y memoria.

La Dra. Teresa Moreno es miembro de la Sociedad Española de Neurología y ha contado para Infobae España que, en ocasiones, los trastornos del sueño pueden desembocar en síntomas muy parecidos a enfermedades neurológicas, como es el Alzheimer: “Se ha visto que un porcentaje alto de pacientes diagnosticados de Alzheimer, realmente lo que tenían era una apnea del sueño. Y, sin llegar a tanto, dormir mal afecta muchísimo a la memoria. Por suerte, es de las causas que tienen tratamiento, porque con un buen ajuste del sueño los pacientes mejoran muchísimo de la memoria”.

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La apnea del sueño es un trastorno del sueño que se caracteriza por pausas en la respiración o periodos de respiración superficial durante el sueño. Estos episodios, conocidos como apneas, pueden durar desde unos pocos segundos hasta varios minutos y pueden ocurrir muchas veces a lo largo de la noche. La forma más común de esta condición es la apnea obstructiva del sueño (AOS), que ocurre cuando los músculos de la garganta se relajan de tal manera que obstruyen parcial o totalmente las vías respiratorias.

Hombre durmiendo (Shutterstock)
Hombre durmiendo (Shutterstock)

La apnea del sueño afecta a personas de todas las edades, incluidos los niños, aunque es más común entre los adultos mayores y aquellos con sobrepeso u obesidad. Entre los principales factores de riesgo para desarrollar apnea del sueño están el exceso de peso, la circunferencia del cuello, una vía aérea estrecha, el consumo de alcohol y sedantes, el tabaquismo, la congestión nasal crónica, el sexo masculino, la edad avanzada, y tener antecedentes familiares de apnea del sueño.

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Los síntomas más comunes de la apnea del sueño incluyen ronquidos fuertes, episodios de interrupción de la respiración observados por otra persona, sensación de asfixia o jadeo durante el sueño, despertares frecuentes durante la noche, dolor de cabeza matutino, somnolencia diurna excesiva, dificultad para concentrarse, cambios de humor, irritabilidad, hipertensión y disminución del deseo sexual.

¿Cómo se trata la apnea del sueño?

El diagnóstico de la apnea del sueño se realiza a través de una evaluación médica que incluye una historia clínica y, en muchos casos, un estudio del sueño conocido como polisomnografía. Este examen se realiza típicamente en un centro especializado en trastornos del sueño, aunque también existen pruebas que se pueden llevar a cabo en casa. El tratamiento de la apnea del sueño varía según la severidad de los síntomas y puede incluir cambios en el estilo de vida, como perder peso, evitar el alcohol y los sedantes, dormir de lado en lugar de boca arriba, y mantener las fosas nasales despejadas.

El descanso ayuda en procesos claves del aprendizaje y la creatividad. En el tercer capítulo de #La vida secreta de la mente, el neurocientífico Mariano Sigman reflexionó sobre por qué el sueño es mucho más que la pausa necesaria para rendir en la rutina cotidiana

Para casos moderados a severos, se puede prescribir el uso de un dispositivo de presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP), que mantiene las vías respiratorias abiertas mediante un flujo de aire constante. Otras opciones de tratamiento incluyen dispositivos orales diseñados para mantener abierta la garganta y, en casos seleccionados, cirugía para eliminar el tejido excesivo de la garganta o para corregir anormalidades estructurales.

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