
En un contexto de discusión, motorizada por el propio Gobierno, sobre la apertura de la economía argentina al mundo, la baja de aranceles para abaratar los precios de algunos insumos y mayores importaciones, la Unión Industrial Argentina elaboró un documento para explicar cuál es el “costo argentino” que, consideran, le quita competitividad al sector en comparación con la región, e identificaron algunos urgentes, entre ellos, reajustes en el sistema tributario y regulatorio, y otros de mediano y largo plazo, como el valor de la energía y de logística.
El presidente de la UIA Daniel Funes de Rioja reconoció que el gobierno de Javier Milei “está haciendo un esfuerzo de estabilización sobre inflación, gasto público, reglas del juego transparentes y seguridad jurídica”, que formaban parte de las medidas que pidió el sector fabril en los últimos años a todos los gobiernos. De todas formas, la Unión Industrial ahora va más allá y explora una discusión más profunda sobre lo que consideran un “costo argentino”.
Es una forma de denominar a una serie de elementos con los que funciona la economía argentina desde hace tiempo y que, opinan, impacta en la posibilidad de competencia con el resto del mundo, una idea que parece sobrevolar como un componente del plan económico. El presidente Milei, hace un mes, dijo ante la plana mayor de la UIA “no los vamos a dejar tirados” para dar a entender que motorizaría medidas puntuales antes de levantar el velo de la competencia con el exterior.
La principal central empresaria fabril le puso nombre a ese debate y enumeró cinco cuestiones puntuales: Inestabilidad Macroeconómica; Falta de Financiamiento; Presión Tributaria; Costos de energía e Infraestructura. “La productividad y los avances en materia de innovación se encuentran afectados por el ‘costo argentino’”, indicaron desde la entidad.

“Puertas afuera de las fábricas, Argentina acumula pasivos que impactan negativamente sobre la competitividad de las cadenas de valor (déficits en infraestructura, energía, conectividad y logística, presión tributaria, bajo financiamiento, aumento de costos en dólares, entre otros). Desde hace años, la inestabilidad macroeconómica, la alta inflación y el bajo nivel de crédito son el marco que profundiza más los problemas de competitividad sistémica”, continuaron.
En la comparativa con los países de la región y un grupo de países con economías desarrolladas (el estudio tomó como referencia a los Estados Unidos, China y Alemania), la Argentina tiene números muy desfavorables en prácticamente todos esos aspectos que analizaron y que impactan en la competitividad externa. Un estudio de competitividad que realizó el Instituto Internacional para el Desarrollo de la Gestión (IED) indicó que la Argentina se ubicó en ese aspecto anteúltimo entre 67 países analizados, solo por encima de Venezuela.
La comparación que eligió la UIA muestra que en el aspecto de la cantidad de años de recesión desde 2010 hasta la actualidad, la Argentina lidera la región con 7 años con caída económica, seguido por Brasil con 3. La inflación promedio en ese período fue de 51%, con mucha distancia del segundo que es también Brasil con 6% anual y el resto de las economías de la región con tasas incluso bien por debajo de esa cifra.
Parte de la explicación de ese último fenómeno se puede explicar en la cantidad de países que tuvieron devaluaciones de su moneda superiores al 10% en un solo día: únicamente la Argentina, y lo hizo 5 veces en los últimos 14 años. En términos de acceso al crédito, la Argentina está con mucha diferencia en el fondo de la tabla: 6% del PBI de préstamos al sector privado. México es el anteúltimo con 33% del Producto.
La presión fiscal es otro de los temas sobre los que machaca especialmente la Unión Industrial. En términos generales la Argentina tiene una presión impositiva de 29% (en relación al PBI), que se puede comparar con el 33% de Brasil y que está por encima del 22% de Chile, 19% de Colombia o Ecuador y 18% de Perú. Pero al tomar en consideración el peso de la economía informal los números cambian y el país queda en 52%, primero en ese escalafón comparado.
Un elemento que hoy quita competitividad pero que tiene buenas perspectivas para que esa situación cambie es el del costo de la energía asociada a la producción. Actualmente, la energía eléctrica tiene un costo de 107 dólares por megavatio para la industria, pero los técnicos de la UIA estiman que ese valor podría caer hasta cerca de 60 dólares con un desarrollo exitoso de Vaca Muerta en los próximos años.

El último factor, y en el que son menos optimistas, es el del costo de transporte y logística. Según el estudio de la entidad fabril, ese costo es 43% más alto en la Argentina en la media de los países de la región. Un container en el puerto de Buenos Aires tiene un valor 150% más alto en dólares que uno en el puerto chileno de Valparaíso, ejemplificaron. En un ránking específico sobre calidad de infraestructura, también elaborado por el IED, la Argentina quedó igualado a Perú, algo por encima de Brasil y México pero por debajo de Chile y Colombia.
“Esto es un análisis del costo argentino, no para protestar sino para encontrar el camino para hacer competitiva a la industria argentina. Hay grandes oportunidades, ¿las vamos a aprovechar o no? Esto lo digo en un momento en que la industria está mal”, agregó Funes de Rioja. “Hay algunos que creemos que a las pymes el acceso a esta competitividad tiene que ser facilitado antes, porque explican no menos del 60% del empleo. Por eso queremos una Ley Pyme antes para hacer expedito este camino”, concluyó.
Sobre la coyuntura económica, en la entidad aseguran que la recuperación industrial tras el fuerte impacto que experimentó a lo largo del año “fue heterogéneo” y que no podrá en 2025 conseguir el mismo nivel de actividad que tuvo en 2023, y miran más bien a 2026 o 2027.
En la entidad fabril eligen no tomar posición en el debate sobre si existe atraso cambiario -o en todo caso si el Gobierno está en condiciones de sostenerlo con reservas en el Banco Central- aseguran que el esquema actual de devaluación de 2% mensual “va a generar problemas si se mantiene”. “Si lo van a sostener, entonces hablemos de retenciones o impuestos”, plantearon.
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