Pompeyo Audivert y la hazaña de un solo cuerpo habitado por los personajes de Shakespeare

Tras dos años a sala llena en el circuito off y giras nacionales e internacionales, el actor y director presenta el unipersonal “Habitación Macbeth”. “La obra se pone muy al día con esta realidad”, afirma

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Pompeyo Audivert en "Habitación Macbeth"
Pompeyo Audivert en "Habitación Macbeth"

El actor y director Pompeyo Audivert será protagonista este verano de un hecho bastante inédito en la cartelera teatral porteña: su obra Habitación Macbeth, una pieza experimental en la que él solo representa al menos ocho personajes centrales de este clásico de Shakespeare, hará funciones a partir del 5 de enero, en un horario central y en el teatro Metropolitan, una sala clásica de teatro comercial que desde hace años comenzó una potente fusión con propuestas independientes. La intención es ganar nuevos público y hacer más porosa la frontera entre las distintas experiencias artísticas de Buenos Aires.

Habitación Macbeth es un espectáculo preciosista para ingresar al universo de Shakespeare. En la obra aparece la guerra, las fuerzas sobrenaturales, la ambición, la pérdida de control y el vacío existencial. Este caso en particular tiene, además, pensamientos memorables acerca del tiempo, del destino y el sentido de la vida.

“Mi existencia se ha convertido en un cuento, contado por un idiota, lleno de sonido y de furia, pero que nada significa”, dice Macbeth cuando está cerca de ser derrotado por el general Macduff, representante de una nueva vida. Absoluto precursor de las ideas del nihilismo y el teatro del absurdo, Shakespeare escribe esto en 1606.

A partir del viernes 5 de enero, "Habitación Macbeth" se presenta en el teatro Metropolitan de Buenos Aires
A partir del viernes 5 de enero, "Habitación Macbeth" se presenta en el teatro Metropolitan de Buenos Aires

Audivert representa este relato en su propio cuerpo. Convoca a los fantasmas de la obra y todo el espectáculo parece estar atravesado por la pincelada de lo esotérico: los colores, los movimientos, el devenir de fuerzas que ya no se pueden controlar y arrastran al propio actor, pero que deja a los espectadores como testigos de aquel trance teatral. La obra se estrenó en 2021, todavía con la pandemia azotando la vida de todas las personas, y desde aquel momento tuvo un recorrido de funciones permanentes en el Centro Cultural de la Cooperación, giras por las provincias, Uruguay y Cuba. Ahora, llega a un horario central en el circuito comercial, en una demostración de riesgo y garantía de que el espectáculo puede convocar nuevos públicos.

¿Qué significa la llegada de Habitación Macbeth a una sala comercial?

—El Teatro Metropolitan está teniendo desde hace ya un tiempo una cartelera off del teatro independiente de mucho nivel, muy nutrida, con muy buena programación. Lo están defendiendo a capa y espada, lo están sosteniendo y están intensificando esa política de cruzarse con el teatro más experimental. Habitación Macbeth es una obra surgida de la entraña misma del teatro independiente, pero nosotros ya estábamos en una sala grande y sabemos que puede llevar esa cantidad de espectadores.

Hay en la Argentina teatros distintos, de diferentes matrices productivas: el independiente, el oficial y el comercial. A veces hay una suerte de diálogo entre eso, en el sentido de que hay actores o directores que nos cruzamos en esos niveles y operamos en distintos niveles. Creo que una política más cruzada, más transversal desde lo teatral, lo cual es muy saludable, porque esos prejuicios no son buenos: hay obras de gran calidad en el teatro comercial y hay bodrios en el teatro independiente. No es una garantía ni de teatro bueno ni malo. Me parece que es saludable en este momento cruzarnos a una sala como esta y aspirar a un público más vasto, mayor, a una política teatral más abierta.

"Hay obras de gran calidad en el teatro comercial y hay bodrios en el teatro independiente", afirma Audivert
"Hay obras de gran calidad en el teatro comercial y hay bodrios en el teatro independiente", afirma Audivert

¿Macbeth es tu obra favorita de Shakespeare?

—Sí. Es una obra corta, precipitada, se precipitan los acontecimientos, es abrupta. Tiene todos los condimentos que más me gustan de la tragedia shakespeariana: las fuerzas sobrenaturales que irrumpen en la vida de nuestro héroe trágico y lo dan vuelta como un guante, lo transforman en algo que él no era. Me gusta mucho eso de Shakespeare, esas cuestiones medio metafísicas, la aparición de esas brujas, el cuchillo que flota en el aire, las voces, la sangre que brota de las manos como un hecho maldito, las voces que aparecen y que le hablan, todo eso siempre me pareció muy curioso, muy atractivo. Lady Macbeth es un personaje que me encanta, y poder hacerlos a esos personajes, a todos, y uno en relación al otro, poder cruzarme ahí en mi cuerpo como un inquilinato donde todos esos personajes habitan y se van sucediendo, es un placer enorme. Macbeth es la obra ideal también para llevar adelante este propósito de un solo cuerpo habitado por todos los personajes, porque es una obra muy apropiada para ese propósito.

Las adaptaciones de Shakespeare suelen dialogar con la época contemporánea ¿Cómo se puede relacionar lo que sucede en Macbeth con nuestro actual contexto social?

—Yo hice función al fin de semana siguiente de las últimas elecciones presidenciales. Cuando terminó hablamos con el músico acerca de que había muchos momentos de la obra que se habían resignificado, que adquirían otro carácter, otro calibre, otra magnitud después de los sucesos de la elección. Las obras de Shakespeare siempre dialogan con el grito histórico. Hay algo de lo histórico convulso, de la crisis histórica, de la condición esquizofrénica en la que está entrando nuestro frente histórico que Shakespeare de algún modo lo activa o lo refiere. No sólo por lo que le sucede al personaje sino por la idea de este cuerpo habitado por todas esas fuerzas dorsales o sobrenaturales, que uno no sabe quién es esa identidad que está haciendo todo ese fenómeno de Macbeth.

Creo que hay algo también ahí de la condición más traumada o traumatizada de la identidad individual y de la identidad colectiva. Macbeth habla también del trauma identitario de un ser y de un colectivo. En este caso, creo que la obra se pone muy al día con esta realidad, o la realidad se pone muy al día con esta obra. Yo nunca hago obras que no dialoguen de algún modo con el frente histórico en el que estoy. Aunque me cuido mucho de que ese diálogo no sea estrictamente un diálogo político, que no se trata de una relación de significados precisos o de traducción inmediata, sino que hay algo más, hay algo de fondo, hay algo de la crisis de la identidad que siempre está presente en mis trabajos, de una identidad que no logra dar consigo y que es abrumada o asediada por fuerzas de una naturaleza inescrutable.

"La obra se pone muy al día con esta realidad, o la realidad se pone muy al día con esta obra"
"La obra se pone muy al día con esta realidad, o la realidad se pone muy al día con esta obra"

Este trauma identitario al que te referís parece estar en el centro de la escena ahora: un quiebre entre la idea de individuo y la salvación individual y la pertenencia a un colectivo. ¿Qué tiene el arte para decirnos en este caso?

—Hay una gran tensión en la identidad, una gran crisis. Yo creo que la identidad también funcionaba como un espejo, y ese espejo se ha roto. Ha habido una fuerza, una violencia histórica que se ha presentado como una suerte de piedrazo que ha roto ese espejo de la identidad y ha revelado que esa identidad, por un lado, tenía larvadas en sus napas dorsales, en su zona trasera, fuerzas oscuras, fuerzas luminosas, fuerzas contradictorias de otra naturaleza, que son incluso a veces inclasificables. Esos niveles han emergido, se han cruzado y ahora no se puede estabilizar ese espejo. Tal vez el problema sea querer volver a un espejo, a un espejismo, querer estabilizar los niveles de identidad en una fórmula o en una visión tranquilizadora y unidimensional. Lo mismo en términos de lo histórico.

El problema es ahora la necesidad de uniformar la versión histórica en un sistema totalmente capitalista. ¿Por qué? ¿Por qué querer estabilizar eso? ¿Por qué no aceptar que es mucho más compleja esa identidad? Que lo colectivo no es fácil de sujetar, que no se puede sujetar, es una fuerza más convulsa. Algo de eso se ha desatado y una vez que termine de entrar en crisis vamos a asistir a una vuelta de una mirada más, yo creo que más compleja, que hay que poder complejizar sin temor la mirada que tenemos sobre nosotros mismos. La idea de la simplificación me parece que es un error. Tenemos que aceptar que el espejo se ha roto y que eso en el fondo es bueno, porque da paso también no solamente a fuerzas ominosas y oscuras, sino también a fuerzas luminosas que debían hace rato haber aparecido. Los espejos son lápidas, finalmente, de las identidades individuales y colectivas. En este sentido, el arte es el primero que expresa ese piedrazo en el espejo.

*Habitación Macbeth se presenta a partir del viernes 5 de enero, los viernes y sábados a las 20 h en el Teatro Metropolitan: Corrientes 1343. Entradas por Plateanet.

[Fotos: Bernabé Rivarola - gentileza prensa “Habitación Macbeth”]