Cómo funcionan los radares de ruido, la última tecnología para multar por contaminación sonora

Ya los empezaron a usar en Suiza y en Francia, y la avanzada se replicará en toda Europa, cuando la legislación permita emitir las multas. Qué sucede con la contaminación sonora en las calles de Buenos Aires

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Los radares detectores de sonidos molestos causados en el tránsito
(Shutterstock)
Los radares detectores de sonidos molestos causados en el tránsito (Shutterstock)

Europa avanza hacia una legislación que, de imponerse en la Argentina, podría ser una altísima fuente de recaudación por multas: los radares detectores de sonidos molestos causados en el tránsito, para la aplicación de las consecuentes infracciones a los propietarios de los vehículos que los generen, ya superaron la etapa de experimentación en Suiza y en Francia ya se trabaja para implementarlo de manera formal, en una avanzada que se replicará en todo el viejo continente.

Será en la comuna francesa de Villeneuve-le-Roi, junto al aeropuerto de París Orly, donde se espera que en breve se sancione un proyecto de ley que habilite la colocación de varios sistemas para identificar y sancionar a los conductores que sobrepasen los niveles de decibeles permitidos. Ya hay uno que se hace visible, en el centro de la ciudad, que sólo espera la luz verde oficial para empezar a emitir los tickets.

El dispositivo que abrirá esta tendencia es de la empresa Bruitparif. Se vincularán las grabaciones de sonido a las cámaras callejeras de la policía y emitirá automáticamente multas a los infractores. El nuevo dispositivo, apodado como “medusa”, tiene cuatro micrófonos que miden los niveles de decibeles cada décima de segundo y puede triangular dónde se origina un sonido.

Las motos de alta cilindrada o los súper deportivos serán los primeros apuntados por las autoridades europeas. "No tenemos nada contra Ferrari o Harley Davidson, pero a sus propietarios a veces les gusta demostrar la potencia de sus vehículos y el ruido preocupa mucho a los residentes", le dijo un funcionario de Villeneuve-le-Roi a la agencia Reuters.

En calles de París ya hay micrófonos instalados para medir la contaminación sonora. (Foto: Bruitparif)
En calles de París ya hay micrófonos instalados para medir la contaminación sonora. (Foto: Bruitparif)

El sensor puede “ver” el ruido. ¿Cómo? Es que permite, además de la caracterización de los niveles de sonido en tiempo real, determinar con precisión el origen del ruido y, por lo tanto, proporcionar una prueba de la fuente del sonido mediante la representación de la dirección, como si de un rastro se tratara.

El objetivo de la compañía es primero establecer una base de datos científicos de los niveles de ruido generados por diferentes tipos de vehículos en diferentes situaciones de tráfico y crear mapas de ruido, tal y como exige la Directiva Europea. En un siguiente paso se les ofrecerá información simple a los conductores para concientizar sobre este problema de salud y finalmente, acoplar el dispositivo a un radar de matrículas que identificará y sancionará.

Bruitparif instaló también uno de estos radares de ruido en una zona rural montañosa cerca de París, que es muy popular entre los motociclistas, y durante septiembre instalará otros dos en el centro de la capital francesa. Pero ya realizó operativos en puntos críticos como obras o zonas muy ruidosas de París.

En Ginebra, Suiza ya comenzaron a desarrollar esta tecnología a principios de año, mientras que en Cataluña se anunció en agosto que instalará un radar de velocidad dedicado a la contaminación acústica en una calle especialmente ruidosa que atraviesa la ciudad de Badalona.

Lo que no se ha especificado es al límite de tolerancia que debe superarse para estar en infracción. Para contextualizar la problemática, la Organización Mundial de la Salud afirma que el parámetro de 70 a 80 decibeles fija un umbral por sobre el cual se genera clara deficiencia auditiva. Y que no recomienda habitar en lugares con ruidos superiores a 65 decibeles.

Además de Francia, Suiza y España también avanzan con estos dispositivos
Además de Francia, Suiza y España también avanzan con estos dispositivos

Un ejemplo local para dimensionarlo: Corrientes y 9 de Julio, la esquina porteña por excelencia, lleva cinco años seguidos como la más ruidosa de la ciudad de Buenos Aires. Allí, en 2018, se registró un promedio de 75,92 decibeles, en un estudio que anualmente realiza el Consejo Económico y Social de la ciudad (Cesba). Cabildo y Juramento, en Belgrano, se situó cerca, con 74,92. Y el podio lo completan Rivadavia y Callao, con 72,40. Todos niveles que son claramente perjudiciales para la salud auditiva de una persona.

De todos modos, de acuerdo a un ranking privado elaborado por la empresa estadounidense Citiquet el año pasado, Buenos Aires es la octava ciudad más ruidosa del mundo, detrás de Bombai, Calcuta, El Cairo, Nueva Delhi, Tokio, Madrid y Nueva York. En la Capital Federal hay una legislación contra los sonidos molestos, fijados por la ley 1.540 y entre los que se incluyen los generados por el tránsito, aunque no hay un nivel tecnológico que permita sancionar a los que más conspiran contra la salud auditiva en las calles.

De acuerdo a estudios y encuestas realizados en los dos países que avanzan en el uso de esta tecnología, el 35% de los parisinos considera que los ruidos molestos generados por las motos son los menos tolerables entre los ocasionados en el transporte. Mientras que en el cantón de Ginebra, Suiza, el 60% de los residentes dice estar afectado por el ruido, lo que deriva en enfermedades cardíacas o en el desarrollo de diabetes.

En un próximo paso, Bruitparif buscará acoplar sus dispositivos a un lector propio de patentes que permitan identificar fehacientemente a los responsables del ruido molesto, sin depender de vincularlos con los radares policiales. Así, estos dispositivos fotografiarían a aquellos vehículos que infrinjan dichos límites para que las autoridades sancionen a sus dueños e incluso, dado el caso, retirarlos de circulación.

No sólo la contaminación por emanación de gases apura el trabajo científico para la implementación de motores eléctricos que reemplacen a los de combustión, sino que también estos impulsores son menos ruidosos. Por eso en Europa también avanzan para la sanción de los vehículos con sonidos más perturbadores: porque, tarde o temprano, su cantidad se irá reduciendo.

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