La debacle humanitaria, de libertad y de democracia que ha causado el régimen mafioso de Nicolás Maduro en Venezuela no se ha dado sola. Hay tres aliados extracontinentales muy importantes que, no en vano, aceptaron el robo, felicitaron a Maduro por su supuesto triunfo y, desde hace años, lo acompañan en su gobierno represivo, en las violaciones a los derechos humanos y en la expoliación de sus recursos naturales.
Que China, Rusia e Irán hayan felicitado a Maduro por su ‘triunfo democrático’ no nos debe sorprender. Estos tres países juegan un papel desestabilizador en la región desde hace años y, junto con Cuba, como vasallo operador (pues hace rato entregó su soberanía), juegan un papel en el fortalecimiento de las dictaduras populistas del continente, en especial Nicaragua y Venezuela.
Este último país, poco a poco, se convierte en una Cuba de los 70, pero con esteroides en su capacidad de desestabilización de las democracias. Para empezar, intervino en las elecciones de Argentina, Ecuador y Colombia, con recursos que, de manera descarada, hizo llegar a las campañas. No le dio problema alguno, además, mandar a sus matones a asesinar en Chile a un ciudadano venezolano que había recibido asilo. Estos dos hechos nunca habrían sucedido si no es por el entrenamiento, el apoyo y la financiación de estos tres países a la dictadura de Maduro.
El principal financiador es China, que, a cambio de petróleo, le prestó, entre 2007 y 2016, 62 mil millones de dólares a Venezuela, deuda que se ha ido pagando con ese recurso y que, con el precio acordado, ha beneficiado mucho más a la potencia asiática. Claro, con estos préstamos se financió la corrupción de la cleptocracia venezolana, pero también el aparato represivo que hoy muestra sus dientes. China, además, no solo es el vendedor de las máquinas electorales, también ha entregado a Venezuela sistemas de inteligencia y reconocimiento facial que son utilizados en la represión que hoy se da en ese país.
Rusia, por su parte, ha utilizado a Venezuela como centro de inteligencia para infiltrar toda la región. Los agentes rusos trabajan al lado de su contraparte venezolana en la operación de todo tipo de inteligencia electrónica a lo largo y ancho del continente, con énfasis especial en Colombia y sus Fuerzas Armadas. Con Russia Today (RT) -la agencia de desinformación rusa- y su hermano, la Social Design Agency, manejan narrativas totalitarias de gran influencia en la región, las cuales, con bodegas a lo largo y ancho del mundo, masifican en las redes sociales del continente. En las protestas de Chile del 2019 gran parte del movimiento en redes sociales provino de Europa y de Ucrania, lo que muestra cómo operan esas bodegas que financia Rusia.
Los espías rusos, con nacionalidad argentina, peruana y brasileña, capturados en Italia, Eslovenia y Brasil, muestran la capacidad de penetración del aparato de inteligencia ruso. Ecuador, por su parte, sufrió un ataque cibernético por parte de Moscú cuando autorizó entregar viejos helicópteros rusos a Ucrania.
Irán, además de las acciones terroristas en Argentina en los años 90, ha aumentado su presencia a través de dos agentes, el mismo gobierno iraní y Hezbolá. El primero ha afianzado sus relaciones con Bolivia, Nicaragua y Venezuela, y en este último país ha entrenado a sus fuerzas militares en guerra asimétrica, hoy tan de moda; la misma que, después de un entrenamiento por parte de Irán, es utilizada por los terroristas Huties en el golfo de Aden en el Medio Oriente.
Hezbolá, por su parte, es un apéndice del régimen iraní y funciona bajo instrucciones de Irán y de sus necesidades en política exterior. Esta organización terrorista está muy compenetrada con el narcotráfico en Bolivia y en Venezuela, y con la minería ilegal, principalmente en Venezuela, pero ya hay trazas en Colombia, Ecuador y Perú. Esta organización penetra las comunidades libanesas y, donde encuentra debilidad o afinidad, las utiliza para entrar en negocios ilegales, por un lado, y crear células que puedan ser activadas en cualquier momento. La triple frontera de Paraguay, Argentina y Brasil era el principal centro de operaciones de narcotráfico y lavado de esta organización; hoy lo es Venezuela, un narco estado epicentro de ese negocio ilegal en la región.
Hay muchos más casos de disrupción por parte de Rusia, China e Irán en la región, y hoy Venezuela se apega a sus aliados y, obviamente, estos a ella. Venezuela es fundamental para estos tres países en su batalla geoestratégica contra Estados Unidos y contra sus enemigos, las democracias de Occidente, entre las que estamos nosotros. Venezuela es el portaaviones donde aterriza y luego despega la disrupción y los planes de subversión de las democracias latinoamericanas.
El estudio de la actuación de Rusia, China e Irán en la región debe ser parte sustancial de la educación de las cancillerías, las Fuerzas Armadas, los congresos, los gobiernos, los académicos y los periodistas de la región. Entender estos fenómenos de disrupción y criminalidad, para poder prevenirlos, o saber sobre los costos en la soberanía que implica hacer negocios con China deben ser parte del debate público de nuestras democracias. Por eso, esta semana iniciaremos en Buenos Aires, Montevideo y Santiago unos seminarios con expertos latinoamericanos sobre la Influencia Autoritaria de Rusia, China e Irán en las democracias de América Latina.
Este debate, que hoy prácticamente no existe, apenas empieza. Por el bienestar de la libertad en la región ya era hora.