El 24 de septiembre de 2023 fue un día histórico para la NASA. Después de una misión de 7 años, una cápsula retornó a la Tierra con material extraído del asteroide Bennu a más de 300 millones de kilómetros de nuestro planeta.
Con toda la ansiedad, los expertos quisieron abrir el contenedor de las muestras a los pocos días del arribo, pero les resultó imposible ya que su mecanismo de apertura se había trabado debido a la gran cantidad de material aspirado por la sonda OSIRIS-REx.
Solamente pudieron analizar parte del material exterior de que había rebalsado del contendor principal y permanecía dentro de la cápsula. Casi cuatro meses después, recién esta semana, los expertos pudieron llegar a las muestras principales sin alterar su esencia ni contaminar dicho material.

El 11 de enero de este año, la agencia espacial por logró por fin abrir el compartimento donde se alojaban los restos del asteroide Bennu, catalogado por la NASA como potencialmente peligroso ya que es un visitante asiduo a nuestro planeta y existe una lejana posibilidad de colisión el próximo siglo.
“Nuestros ingenieros y científicos han trabajado incansablemente durante meses no sólo para procesar los más de 70 gramos de material al que pudimos acceder anteriormente, sino también para diseñar, desarrollar y probar nuevas herramientas que nos permitieron superar este obstáculo”, dijo Eileen Stansbery, jefa de la división de ARES (Investigación y Ciencia de Exploración de Astromateriales) en Johnson.
“La innovación y dedicación de este equipo han sido notables. Todos estamos emocionados de ver el tesoro restante que tiene la nave OSIRIS-REx”, resaltó la experta. En las muestras recuperadas, la nave espacial OSIRIS-REx logró obtener en total 250 gramos de material del asteroide Bennu el cual parece ser ‘potencialmente peligroso’.
Los científicos creen que investigar más sobre su composición nos ayudará a saber cómo lidiar con una probable colisión a futuro. En los 70 gramos anteriormente recogidos, la NASA pudo hacer un análisis de dicho material. Las muestras de polvo y roca de Bennu recogidas en la misión espacial OSIRIS-REx (Origins, Spectral Interpretation, Resource Identification and Security – Regolith Explorer) de la NASA, contienen evidencia de un alto contenido de carbono y agua, que en conjunto podrían indicar que los componentes básicos de la vida en la Tierra.
“La muestra OSIRIS-REx es la muestra de asteroide rica en carbono más grande jamás enviada a la Tierra y ayudará a los científicos a investigar los orígenes de la vida en nuestro propio planeta para las generaciones venideras”, dijo el administrador de la NASA, Bill Nelson.
“Casi todo lo que hacemos en la NASA busca responder preguntas sobre quiénes somos y de dónde venimos. Las misiones de la NASA como OSIRIS-REx mejorarán nuestra comprensión de los asteroides que podrían amenazar a la Tierra y, al mismo tiempo, nos permitirán vislumbrar lo que hay más allá. La muestra ha regresado a la Tierra, pero aún queda mucha ciencia por hacer: ciencia como nunca antes habíamos visto”, agregó el jefe de la NASA.

Posible colisión con la Tierra
De acuerdo con un informe publicado por la NASA, gracias a los datos recolectados por la nave espacial OSIRIS-REx se pudo “comprender mejor los movimientos del asteroide potencialmente peligroso Bennu hasta el año 2300″, logrando “reducir las incertidumbres relacionadas con su órbita futura y mejorar la capacidad de los científicos para determinar la probabilidad de impacto total y predecir las órbitas de otros asteroides”.
“Llevamos a cabo este esfuerzo a través de estudios astronómicos continuos que recopilan datos para descubrir objetos previamente desconocidos y refinar nuestros modelos orbitales para ellos. La misión OSIRIS-REx ha brindado una oportunidad extraordinaria para refinar y probar estos modelos, ayudándonos a predecir mejor dónde estará Bennu cuando se acerque a la Tierra dentro de más de un siglo”, explicó Kelly Fast, gerente de programa del Programa de Observación de Objetos Cercanos a la Tierra en la Sede de la NASA en Washington.

En primer lugar se determinó que Bennu tendrá un primer acercamiento a la Tierra en el año 2135, aunque este no representará un peligro latente para el planeta. Sin embargo, el hecho de que este asteroide se encuentre aún muy lejos para ese año, el dato de su punto exacto dentro del universo en ese momento es importante ya que ayudará a que los científicos puedan “comprender la trayectoria exacta de Bennu durante ese encuentro para predecir cómo la gravedad de la Tierra alterará la trayectoria del asteroide alrededor del Sol y afectará el peligro del impacto”.
Así, tras obtener los datos arrojados por OSIRIS-REx, la NASA, gracias a “la Red de Espacio Profundo de la NASA y modelos informáticos de última generación”, pudo determinar que para el año 2300 la probabilidad de que Bennu impacte con la Tierra es de aproximadamente 1 en 1750, es decir, un 0,057 % de probabilidades.
“Aunque las posibilidades de que golpee la Tierra son muy bajas, Bennu sigue siendo uno de los dos asteroides conocidos más peligrosos de nuestro sistema solar, junto con otro asteroide llamado 1950 DA”, indicó la NASA.
Ahora bien, David Farnocchia, portavoz del Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra (Cneos) de la NASA, salió a la defensa de la tranquilidad explicando que, aunque las probabilidades de que el asteroide se estrelle con la Tierra son más altas de lo que se había pensado, los nuevos resultados aún son muy bajos como para preocuparse por ellos.
De esta forma, tanto la NASA como sus científicos, dan un parte de tranquilidad sobre Bennu, no solo para esta generación (que no tiene nada de qué preocuparse), sino también para las futuras generaciones que serán las que experimentarán la presencia del asteroide en el año 2300.
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