
En la región de las Américas, el cáncer es la segunda causa de muerte. Se estima que 4 millones de personas fueron diagnosticadas en 2020, según los últimos números informados por la Organización Panamerica de la Salud, y 1,4 millones murieron por esta enfermedad. Aproximadamente, el 57% de los nuevos casos de cáncer y el 47% de las muertes ocurren en personas de 69 años o más jóvenes, cuando se encuentran en lo mejor de sus vidas.
Entre los hombres, el cáncer con mayor frecuencia es el de próstata (21,7%). Según cifras de la Sociedad Americana Contra El Cáncer calcula que en los Estados Unidos, para el año 2022, se diagnosticarán alrededor de 268.490 casos nuevos de cáncer de próstata y se reportarán 34.500 muertes por su causa. Bajo esta perspectiva, los científicos abocan esfuerzos para comprender mejor sus mecanismos y hallar tratamientos que perfeccionen las estrategias para combatirlo.
De hecho, investigadores de Weill Cornell Medicine y del Memorial Sloan Kettering Cancer Center, acaban de identificar una forma de cáncer de próstata resistente a la terapia hormonal que antes no se había reconocido, así como un conjunto de moléculas que impulsan su crecimiento. Este descubrimiento abre la puerta al desarrollo de terapias que traten esta enfermedad específica.

En el estudio, recientemente publicado en Science, los investigadores examinaron los cambios moleculares que ocurren dentro de una malignidad avanzada llamada cáncer de próstata resistente a la castración, que surge cuando los tumores evaden el tratamiento que los priva de las hormonas que impulsan su crecimiento. Usando muestras derivadas de pacientes, realizaron una encuesta exhaustiva de este cáncer. “Nuestros datos nos mostraron que hay cuatro grupos de enfermedades resistentes a la castración, dos de los cuales no se han definido antes”, explicó el coautor principal, Ekta Khurana, investigador académico de la Fundación WorldQuant y profesor asociado de fisiología y biofísica en Weill Cornell.
Uno de dichos grupos, al que los especialistas indican como similar a las células madre (SCL, por sus siglas en inglés), representa aproximadamente una cuarta parte de los cánceres de próstata resistentes a la castración, según estimaron los especialistas. Dentro de las células tumorales SCL, identificaron un conjunto de proteínas que trabajan juntas para impulsar esta enfermedad resistente al tratamiento. Los estudios han demostrado que esta misma vía molecular impulsa otros tumores sólidos, incluido el cáncer colonrectal y las neoplasias malignas de mama y pulmón, por lo que los científicos ya están trabajando para desarrollar formas de interferir con su actividad.
“Para los pacientes que pertenecen a este grupo SCL, hemos encontrado objetivos farmacológicos muy prometedores, que las investigaciones futuras trabajarán para validar”, indicó Khurana, quien también es codirector del Programa de Genética y Epigenética en el Centro de tratamiento para el Cáncer Sandra and Edward Meyer y miembro del Instituto Englander de Medicina de Precisión en Weill Cornell Medicine. Khurana colaboró en este estudio con el coautor principal Yu Chen, del Memorial Sloan Kettering Cancer Center.

Los investigadores ya sabían que este tipo de cáncer engloba más de una enfermedad. Algunos tumores pueden resistir el tratamiento, pero aún necesitan testosterona y otras hormonas, que se denominan colectivamente andrógenos, para crecer. Otros, mientras tanto, se deshacen de su dependencia de los andrógenos y adoptan una forma agresiva conocida como neuroendocrina.
El nuevo estudio identificó dos tipos adicionales de esta enfermedad: SCL y WNT, llamados así por las vías de señalización hiperactivas en los tumores de estos tipos. Los científicos que buscan investigar el cáncer de próstata resistente a la castración generalmente han carecido de suficientes células derivadas de pacientes para capturar su diversidad completa. Sin embargo, para este estudio, el equipo tuvo acceso a 40 muestras de tumores. La mayoría de estos provienen de una colección de organoides, que son pequeñas estructuras similares a órganos que crecen a partir de células tumorales recolectadas de pacientes en Weill Cornell Medicine y Memorial Sloan Kettering Cancer Center.
Los investigadores analizaron el ADN y el ARN de estas células y cuán compacto estaba empaquetado su ADN, una característica conocida como accesibilidad a la cromatina. Los cambios en este empaquetamiento contribuyen al cáncer al alterar la disponibilidad de expresión de los genes. Los datos de cromatina los llevaron a identificar los cuatro grupos, incluidos SCL y WNT.

Para determinar la proporción de casos que cada uno puede comprender, los investigadores utilizaron datos de secuenciación de ARN para clasificar a 100 pacientes de Weill Cornell Medicine y 266 de la organización Stand Up to Cancer. Según el conjunto de pacientes, del 22 al 30 por ciento caía en la categoría SCL, mientras que WNT representaba el 5 o el 7 por ciento.
Centrándose en SCL, utilizaron herramientas computacionales sofisticadas para integrar los datos moleculares e identificar la vía de mal funcionamiento en el corazón de este cáncer. Estas proteínas, FOSL1, TEAD, YAP y TAZ, se vuelven demasiado activas y alteran la accesibilidad a la cromatina para impulsar el crecimiento tumoral. En los experimentos, los investigadores encontraron que dos moléculas que interfieren con estas proteínas ralentizaron el crecimiento de las células SCL, pero no el de las células dependientes de andrógenos, un resultado que destaca el potencial de un tratamiento dirigido. “Una vez que se puede identificar qué tipo de tumor tienen los pacientes, se tendrá una información muy poderosa para asignar el mejor tratamiento para cada paciente”, concluyó Khurana.
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