La ultraderecha chilena, más cerca de regresar a La Moneda tras las elecciones de la mano de José Antonio Kast

Fuertes tensiones dominan la jornada electoral en Chile mientras millones de ciudadanos y votantes recién incorporados al padrón deciden entre proyectos opuestos sobre migración, economía y seguridad en una elección clave para el futuro político del país

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Los casi cinco millones de ciudadanos chilenos incorporados al padrón electoral por la obligatoriedad del voto han contribuido a que la participación en estas elecciones presidenciales alcance cifras sin precedentes y añade un grado de incertidumbre sobre el resultado final. Según detalló Europa Press, la nueva normativa aprobada en 2022 obligó a votar bajo amenaza de multas de hasta 100 euros, lo que llevó a aumentar la afluencia y a modificar la composición del electorado, en un contexto de creciente polarización política y social.

En la jornada electoral de este domingo, los chilenos deciden entre los proyectos opuestos de José Antonio Kast, candidato de la ultraderecha y líder del Partido Republicano, y Jeannette Jara, aspirante progresista del Partido Comunista. La elección, reportó Europa Press, está marcada por el clima de confrontación entre las dos candidaturas y por temas prioritarios para el electorado: migración, economía y seguridad pública, asuntos que han dominado el debate y las promesas de los candidatos durante la campaña.

De acuerdo con Europa Press, el respaldo recibido por José Antonio Kast de parte de los demás aspirantes conservadores, tras la primera vuelta de noviembre, ha sido inmediato y sin condiciones, situación que lo coloca en una posición favorecida. Johannes Kaiser, Evelyn Matthei y Franco Parisi, exponentes de diferentes corrientes de la derecha y el centro-derecha, reunieron en conjunto alrededor de seis millones de los votos emitidos, de un total de trece millones de votantes. Este apoyo a Kast contrasta con el escenario de las elecciones de 2021, cuando las alianzas en el bloque conservador resultaron más inciertas.

El programa político de Kast, según consignó Europa Press, prioriza un enfoque de “mano dura” frente a la delincuencia, una reducción significativa en los impuestos y una política migratoria restrictiva, dirigida especialmente hacia la inmigración irregular, concretamente la procedente de Venezuela. Kast, de 59 años, ha prometido expulsiones masivas y la creación de un cuerpo policial especializado en la persecución de migrantes, semejante al modelo de Estados Unidos, cierre de fronteras y prohibición de acceso a servicios fundamentales para migrantes sin documentación regular. Entre sus propuestas para la seguridad destacan la posible construcción de prisiones de alta seguridad similares a las impulsadas por Nayib Bukele en El Salvador y el despliegue de fuerzas militares y policiales en distintas zonas afectadas por el crimen organizado, medidas que también han sido planteadas por otros liderazgos conservadores latinoamericanos.

Economía y reformas fiscales constituyen otro eje central de la oferta de Kast. El candidato prometió recortes y un retorno a la austeridad con la meta de ahorrar 5.000 millones de euros en el primer año de su mandato, aunque no ha especificado las posibles consecuencias para derechos sociales como las pensiones, según especificó Europa Press. Diversos sectores políticos consideran que, para implementar este plan, Kast dependerá del respaldo de congresistas moderados, lo que podría generar tensiones y limitar el avance de las propuestas más radicales.

El panorama para las fuerzas de izquierda, según el propio análisis publicado por Europa Press, aparece como particularmente adverso. Jeannette Jara, de 51 años y primera representante comunista en competir por la presidencia, obtuvo el 26 por ciento en la primera vuelta, cifra por debajo de lo que reflejaban algunas encuestas basadas en datos de septiembre de 2022, cuando un 38 por ciento había apoyado un proyecto de reforma constitucional. Llamó la atención de la prensa su disposición a incorporar medidas propuestas por sus adversarios, como la devolución del IVA del excandidato Parisi y algunos puntos del programa de Matthei, para ampliar su base electoral en el balotaje.

Durante su gestión como ministra de Trabajo, Jara defendió reformas laborales y sociales aprobadas durante el mandato de Gabriel Boric, entre ellas la reducción de la jornada laboral a 40 horas y el aumento del salario mínimo, medidas que se vieron eclipsadas en la campaña por el amplio rechazo que enfrenta actualmente el presidente Boric, lo que, según el medio Europa Press, perjudicó a la candidata. Jara propuso reforzar la seguridad y la vigilancia de fronteras, aunque con un enfoque diferente al de Kast: se inclinaría por la integración de migrantes y acciones contra las finanzas del crimen organizado, como el levantamiento del secreto bancario para investigar flujos de dinero ilícito. Entre sus propuestas económicas y sociales figuran un ingreso mínimo vital para familias vulnerables, regulaciones de precios de servicios básicos, medidas para reducir las listas de espera en el sistema público de salud y programas para el acceso a la vivienda de jóvenes.

Europa Press informó que la reforma electoral de 2022 representa uno de los factores diferenciales de estas presidenciales. El número de votantes aumentó de una media entre siete y ocho millones en comicios previos a más de trece millones tras la entrada en vigor de la obligatoriedad, quedando todavía pendiente entender el comportamiento y la orientación política de los nuevos participantes, quienes muy posiblemente inclinarían su voto hacia opciones de derecha o populistas. En la primera vuelta, Franco Parisi, considerado antisistema, consiguió cerca del 20 por ciento de los votos y sorprendió quedando en tercer lugar, lo que subrayó el carácter cambiante del electorado chileno.

Tanto Kast como Jara se han enfocado en propuestas para combatir el avance del crimen organizado y la violencia, aunque difieren radicalmente en la metodología y las implicancias sociales de las medidas sugeridas. Kast se ha mostrado partidario de intervenir con mano dura y militarizar áreas críticas, mientras que Jara prefiere avanzar en inteligencia financiera y programas de inclusión para los sectores afectados.

Las elecciones de este año demuestran la fragmentación y recomposición de las fuerzas políticas chilenas, con el voto obligatorio erigiéndose en un factor de cambio y la creciente preocupación por la seguridad pública, la situación económica y los flujos migratorios como ejes centrales de la agenda. Según Europa Press, el desenlace de esta segunda vuelta definirá la orientación del próximo período político, en un país donde el electorado se ha mostrado dividido y las alianzas estratégicas resultaron decisivas para definir los bloques en pugna.

A lo largo de la campaña, las declaraciones de apoyo de presidentes de la región al proyecto de Kast, como Daniel Noboa de Ecuador, Javier Milei de Argentina y Santiago Peña de Paraguay, han sido reportadas por Europa Press como una expresión del avance de la ola conservadora en América Latina y de la atención internacional que ha suscitado la contienda chilena. La coalición que respalda a Kast busca así posicionar su triunfo como un ejemplo de cambio regional, mientras que la candidatura progresista intenta rearticularse en un contexto menos favorable que el previsto inicialmente.

Los resultados de la participación electoral y el comportamiento del “voto obligado” seguirán siendo objeto de análisis para la escena política chilena, de acuerdo con lo publicado por Europa Press, dado su potencial para modificar el balance de poder y redefinir el mapa político de los próximos años. El proceso, además, será observado por distintas corrientes internacionales interesadas en las consecuencias del viraje político en Chile en cuestiones como la inmigración, la gestión económica, el combate al crimen y la protección de derechos sociales.