Ramaphosa, el antiguo activista convertido en rico empresario y presidente de Sudáfrica

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Nairobi, 26 may (EFE).- Cyril Ramaphosa, que pasó de activista contra el régimen segregacionista del "apartheid" a rico empresario y presidente de Sudáfrica, busca revalidar su puesto en las elecciones generales del 29 de mayo mientras su partido, el histórico Congreso Nacional Africano (CNA), atraviesa sus horas más bajas.

"Tendremos una mayoría clara (...). No tengo ninguna duda", aseguró el pasado abril Ramaphosa durante un acto de campaña en la provincia de KwaZulu-Natal (este).

Tras tener un importante papel en las negociaciones que permitieron desmantelar el "apartheid" (1948-1994) y prosperar después en el sector privado, Ramaphosa, de 71 años, llegó en 2018 a la Presidencia con una promesa de cambio para poner fin a la corrupción generalizada bajo su antecesor, Jacob Zuma (2009-2018).

Pero, bajo su liderazgo, la frustración no ha hecho más que crecer en el país, por la persistencia de problemas como el desempleo (32,9 %), la criminalidad, la crisis energética con constantes apagones y la extrema desigualdad que todavía pesa sobre la población negra.

Además, el propio Ramaphosa, que siempre destaca las mejoras logradas desde el advenimiento de la democracia, no se ha visto exento de polémica. Un presunto caso de corrupción hizo que su dimisión pareciera inminente en diciembre de 2022.

Entonces, un informe finalmente rechazado por la Asamblea Nacional (Cámara baja del Parlamento) lo acusó de haber podido violar leyes anticorrupción en el escándalo de un robo de al menos 580.000 dólares (unos 535.000 euros) en su granja de Phala Phala (norte).

Nacido en 1952 en Johannesburgo, antes de que su familia fuera forzada a moverse pocos años después a Soweto, el antiguo gran gueto negro del suroeste de la ciudad, Ramaphosa estudió Derecho.

Su etapa de formación le llevó al activismo político, donde se alineó con los movimientos de conciencia negra y acabó siendo encarcelado en dos ocasiones en los años 70 y acusado bajo las leyes de terrorismo del Gobierno segregacionista.

Más tarde, se inclinó hacia el sindicalismo y fue cofundador del Sindicato Nacional de Mineros Negros (NUM), el más grande de Sudáfrica.

Así, desde su secretaría general, dirigió en 1987 a los mineros en una de las huelgas más largas de la historia del país. A esa etapa se remonta su fama de estratega y negociador, que luego le convertiría en uno de los jóvenes con más proyección del CNA.

Su elección en 1991 como secretario general del partido -en la primera reunión de la organización tras treinta años proscrita- significó su salida del NUM para erigirse como figura clave de las negociaciones del fin del "apartheid".

Ramaphosa sonaba como primer vicepresidente negro de la Sudáfrica democrática, bajo la presidencia de Nelson Mandela (1994-1999), pero le fue encargada la labor de presidir la Asamblea Constituyente que redactó la nueva carta magna, aprobada en 1996.

Entonces, inició un nuevo capítulo lejos de la política y en el mundo de los negocios, hasta convertirse en una figura destacada del capitalismo negro y uno de los hombres más ricos del país.

El presidente saliente ha visto también su trayectoria manchada por momentos conflictivos, como su implicación en 2012 en la Masacre de Marikana, considerada el peor episodio de violencia en democracia.

Ramaphosa ejercía de directivo de la empresa británica Lonmin, gestora de la mina de platino de Marikana (a unos 100 kilómetros de Johannesburgo), cuando estalló una huelga en la que la Policía abrió fuego contra los manifestantes y mató a 34 personas.

Las comunicaciones internas mostraron a Ramaphosa como uno de los partidarios de aplicar la mano dura, justo antes de la matanza, si bien una investigación lo absolvió de responsabilidad.

Precisamente en 2012, volvió a la primera línea política al ser elegido vicepresidente del CNA, antes de convertirse en el número dos del Gobierno tras la victoria de Zuma en las elecciones de 2014.

Su escalada no quedó ahí y Ramaphosa se proclamó líder del CNA a finales de 2017, en sustitución de Zuma, forzado por el partido a dimitir como presidente menos de dos meses después por sus escándalos de corrupción.

Así, el 15 de febrero de 2018, Ramaphosa asumió la jefatura de Estado y auguró un "nuevo amanecer" para Sudáfrica, que no parece haber llegado del todo.

Tras la victoria del CNA en las elecciones generales de 2019, el presidente busca ahora su segundo y último mandato permitido por la ley, en unos comicios que podrían costarle al partido, por primera vez desde 1994, la mayoría absoluta parlamentaria.

Lucía Blanco Gracia

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