Berlín, 1 mar (EFE).- El exjefe de Ventas de Wirecard, Jan Marsalek, fugado a Rusia y considerado la figura clave en el escándalo en torno a la quiebra fraudulenta de esta empresa alemana de transacciones digitales en 2020, lleva años trabajando para los servicios secretos rusos, según una investigación periodística.
Según el trabajo conjunto del semanario Der Spiegel, la segunda cadena de la televisión pública alemana, ZDF, el diario austriaco Standard y la plataforma de investigación rusa The Insider, Marsalek conoció en verano de 2014 a Stanislav Petlinski, antiguo empleado de la Administración Presidencial de Moscú con excelentes contactos en el aparato de seguridad ruso.
Agrega que Petlinski contó posteriormente a un pequeño grupo de personas que había remitido a Marsalek al servicio de inteligencia militar ruso GRU.
Petlinski confirmó a Der Spiegel que había presentado a Marsalek a "altos responsables en el aparato de toma de decisiones" en Rusia, incluida la Duma o Cámara Baja del Parlamento ruso.
Entre las personas que le presentó figuran Anatoli Karasi, que sirvió como oficial del GRU en Chechenia y entretanto ocupaba un alto cargo en el tristemente célebre grupo de mercenarios Wagner.
Petlinski confirmó haber viajado en 2017 con Marsalek y Karasi a Siria.
El exdirectivo de Wirecard también invirtió en la empresa mercenaria rusa RSB, que posteriormente se desplegó en Libia en el territorio del general afín a Moscú Jalifa Haftar.
Desde la fuga de Marsalek en 2020, las autoridades rusas probablemente han ayudado al exdirectivo a asumir identidades falsas para vivir en Rusia y viajar sin ser reconocido, añade Der Spiegel.
Así, utilizó entre otras la identidad de un sacerdote ortodoxo ruso, Konstantin Bayazov, para identificarse en Crimea en septiembre de 2020, según el pasaporte a nombre del clérigo con una foto de Marsalek.
Además, la investigación en una base de datos de pasaportes rusa también reveló que el expediente del pasaporte de Bayazov fue modificado el 5 de septiembre de 2020.
El expediente incluye además una persona de contacto y un número de teléfono, el de Yevgueniya Kurochkina, presunta ayudante del FSB, el Servicio Federal de Seguridad ruso, que, según los datos filtrados, viajaba regularmente y hablaba por teléfono con un agente moscovita de este organismo.
Otros indicios apuntan a que Marsalek asumió posteriormente en Moscú la identidad de un tal Alexander Schmidt y probablemente también la de otro sacerdote ruso, Vitali Malkin.
Por otra parte, según la investigación conjunta, la red de Marsalek logró obtener datos sensibles sobre el periodista Christo Grozev a través de dos antiguos agentes de los servicios secretos alemanes.
Grozev, que actualmente trabaja para Der Spiegel, fue responsable del colectivo de investigación Bellingcat e informa desde hace años sobre las oscuras maquinaciones de los servicios secretos rusos.
Las publicaciones de Grozev sobre los agentes rusos que envenenaron al líder opositor ruso Alexéi Navalni, recientemente muerto en una prisión rusa, causaron revuelo en todo el mundo y también Marsalek fue objeto de las investigaciones del periodista. EFE
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