Museos espectaculares convierten a Oslo en una ciudad cultural

Primero un atrevido museo sobre Edvard Munch y ahora también el nuevo Museo Nacional destacan a Oslo, la capital de Noruega, como una metrópolis cultural de interés mundial.  

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Primero un atrevido museo sobre Edvard Munch y ahora también el nuevo Museo Nacional destacan a Oslo, la capital de Noruega, como una metrópolis cultural de interés mundial.  

Munch se dedicó a los grandes temas y pintó despedidas, desesperación, la muerte. Expresaba sentimientos de los que la gente a menudo se avergüenza y que prefiere reprimir.

Munch no sabía cómo abordarlos. Pero el artista noruego (1863-1944) plasmó todo en sus cuadros, que llevan títulos como "Miedo", "Melancolía" y "Celos". Con ellos se hizo mundialmente famoso. Sorpresivamente, el espectador siente una sensación de consuelo. 

Esto se puede experimentar en el nuevo Museo Nacional de Oslo. Allí, los noruegos han dedicado una sala a su Munch, en la que cuelgan 18 de sus obras, incluida la más famosa, "El grito".

En 2012, una versión del cuadro se subastó por 119,9 millones de dólares. Una suma récord mundial para una subasta de cuadros.

Oslo, embellecida

El mismo Museo Nacional también es superlativo, ya que es el mayor museo de arte del norte de Europa. Se inauguró en junio de este año.

No es la única construcción nueva de los últimos tiempos, porque en octubre de 2021 el nuevo Museo Munch comenzó a recibir a sus primeros visitantes. Se trata de un atrevido edificio situado justo enfrente de la blanca ópera que parece flotar como un iceberg en el fiordo de Oslo.

La ópera marcó el inicio de la gentrificación del barrio portuario de Bjørvika en 2008, y desde entonces han pasado muchas cosas.

El paseo marítimo mide hoy en día unos nueve kilómetros. Oslo se puede recorrer cómodamente a pie. 

Si el visitante se aloja en el centro, cerca de la calle Karl Johans y de la estación central de ferrocarril, podrá caminar en cualquier dirección. Entre las opciones, se puede bajar hasta el agua y pasar por la fortaleza de Akershus, o ir hasta el Parque Ekeberg o a lo largo del río Akerselva, subiendo desde el fiordo hasta el barrio nocturno de Grünerløkka.

La capital de Noruega se ha convertido en un destino turístico que merece más que una visita de un día en un crucero por el país nórdico. El arte, y no solo Munch, ha contribuido de manera significativa a ello.

Una visita al nuevo Museo Nacional

¿Cómo es el nuevo símbolo de Oslo? Los museos suelen en general ser juzgados primero por fuera, como si debieran ser por sí mismos una obra de arte arquitectónica. 

El Museo Nacional está casi escondido detrás del Centro del Premio Nobel de la Paz, pero tiene un efecto imponente. 

En el interior, nada parece cerrado. Esta fortaleza de 600 millones de euros (586 millones de dólares) alberga los tesoros artísticos más importantes del país. Es imposible abarcar la colección en un día; 6.500 obras se exponen en 86 salas.

La colección de la primera planta está dividida en dos partes, con muestras sobre diseño antes y después de 1900, cada uno dividido temáticamente.

El visitante pasea de sala en sala como si se tratara de un castillo moderno. Podrá ver de todo, desde bustos antiguos hasta porcelana china o arte en vidrio noruego, pasando por el elegante esplendor del diseño escandinavo.

En el segundo piso, se exhiben pinturas de prácticamente todas las épocas del arte, en donde los visitantes pueden disfrutar los grandes nombres y sus obras. También hay una muestra de arte sami, el pueblo indígena de Noruega, con obras de Hannah Ryggen y John Savio, así como otras de arte contemporáneo. 

En el piso superior, una luminosa sala de 130 metros de largo y techos a siete metros de altura exhibe muestras temporarias de artistas noruegos. 

Lo que también hay que ver en Oslo 

Al salir del museo, se puede ir a uno de los restaurantes al aire libre de Aker Brygge, justo junto al mar.

O también seguir paseando, por ejemplo al Museo de Arte Moderno Astrup Fearnley, un edificio de Renzo Piano. Allí se exhibe arte contemporáneo internacional, en exposiciones que cambian regularmente. Se pueden encontrar estrellas como Damien Hirst, así como artistas probablemente desconocidos para el público en general.

A veces también se puede hallar obras de arte en medio del espacio público de Oslo. Quien vaya hacia el Castillo de Oslo en dirección oeste, se encontrará en algún momento con el parque Vigeland con esculturas en bronce y granito del escultor noruego Gustav Vigeland (1869-1943).

El hito del parque es el "Monolito", un bloque único de granito que se alza sobre una plataforma octogonal, de 17 metros de altura. Está esculpido con figuras humanas desnudas y entrelazadas.

En el agua, frente a la Ópera, se exhibe la instalación "She Lies", de Monica Bonvicini, una interpretación de la pintura de Caspar David Friedrich "Das Eismeer" (El mar glacial). Y frente al Museo Munch, una enorme estatua de bronce de la artista británica Tracey Emin se eleva hacia el cielo. 

Un encuentro con Munch

Por último, no hay que perderse el nuevo Museo Munch. Si se pregunta a los noruegos de Oslo qué piensan del edificio, se oirán muchas burlas.

"Me gusta Munch, pero no me gusta nada el museo", dice un arquitecto. Para algunos, el edificio parece armado con vallas protectoras o guardarails apilados unos encima de otros. Pero aquí también son los valores que guarda en su interior los que cuentan. Y son fascinantes.

El laborioso Munch dejó en Oslo más de 26.000 pinturas y dibujos. Además, hay 900 obras donadas por un amigo cercano del artista. El museo dedica siete de sus 13 plantas al arte. La exposición principal está dividida en doce áreas temáticas.

Una de las salas muestra tres versiones del mundialmente famoso "El Grito" (que, por cierto, sirve de modelo para el emoticón del grito), un cuadro, un dibujo y un grabado. Solo se exhibe una versión a la vez para proteger las obras de un exceso de luz.

Otra gran sala muestra tres cuadros monumentales que Munch pintó en su día para el salón de ceremonias de la Universidad de Oslo. El maestro del arte pop Andy Warhol también retomó algunas obras de Munch y recicló los motivos a su manera.

Munch muestra la vida tal como es 

Como todo buen museo, este logra que el artista cobre vida. Al final, se entiende mejor los motivos de su arte.

"Sin el miedo y la enfermedad, mi vida sería como un barco sin remo", dijo una vez. Se ha decepcionado una y otra vez con el amor, lo que ha influido en sus cuadros. Munch se dio cuenta de que donde hay pasión, hay dolor. Donde hay deseo, también hay pérdida.

El arte siempre funciona con el trasfondo de ciertos imperativos sociales. Actualmente, se ha podido identificar uno que supone que las personas deben caminar por la vida todos los días felices, autodeterminadas y auténticas. Munch recuerda que esto es poco realista. Esta constatación puede resultar decepcionante. O liberadora.

Información sobre Oslo

Se puede llegar a Oslo por vía aérea. También por vía marítima, con ferrys que zarpan desde distintos puertos europeos. 

Un euro equivale a 10,30 coronas noruegas. Pero no se necesita llevar dinero en efectivo, en todos lados se puede pagar con tarjeta de crédito. Aunque se recomienda tener fondos suficientes en el banco porque Oslo es una de la ciudades europeas más caras. Para mayor información, ingresar a www.visitoslo.com

dpa