LONDRES (AP) — Cuando Liz Truss se postuló para dirigir Gran Bretaña este verano, un aliado predijo que sus primeras semanas en el cargo serían turbulentas.
Pero pocos estaban preparados para la magnitud del ruido y la furia, y menos aún la propia Truss. En sólo seis semanas, las políticas económicas libertarias de la primera ministra han desencadenado una crisis financiera, una intervención de emergencia del banco central, múltiples cambios de rumbo y el despido de su jefe del Tesoro.
Ahora Truss se enfrenta a un motín dentro del Partido Conservador en el gobierno que deja su liderazgo colgando de un hilo.
El legislador conservador Robert Halfon se quejó el domingo de que las últimas semanas habían traído “una historia de terror tras otra”.
“El gobierno ha parecido un yihadista libertario y ha tratado a todo el país como una especie de ratones de laboratorio en los que llevar a cabo experimentos ultra, ultra de libre mercado”, dijo a Sky News.
No es que el partido no estuviera advertido. Durante la contienda del verano para liderar a los conservadores, Truss se autodenominó una disruptora que desafiaría la “ortodoxia” económica. Prometió que recortaría los impuestos y reduciría la burocracia, y que estimularía el crecimiento de la lenta economía británica.
Su rival, el ex jefe del Tesoro Rishi Sunak, argumentó que los recortes fiscales inmediatos serían imprudentes en medio de la conmoción económica provocada por la pandemia de coronavirus y la guerra de Ucrania.
Los 172.000 miembros del Partido Conservador, en su mayoría de edad avanzada y con poder adquisitivo, prefirieron la visión optimista de Truss. Ganó el 57% de los votos de los miembros para convertirse en líder del partido gobernante el 5 de septiembre. Al día siguiente, fue nombrada primera ministra por la reina Isabel II en uno de los últimos actos de la monarca antes de su muerte, el 8 de septiembre.
Los primeros días de Truss en el cargo se vieron ensombrecidos por un periodo de luto nacional por la reina. Luego, el 23 de septiembre, el jefe del Tesoro, Kwasi Kwarteng, anunció el plan económico que él y Truss habían elaborado. Incluía 45.000 millones de libras (50.000 millones de dólares) en recortes de impuestos -incluida una reducción del impuesto sobre la renta para las rentas más altas- sin una evaluación adjunta de cómo el gobierno pagaría por ellos.
Truss estaba haciendo lo que ella y sus aliados dijeron que haría. El jefe del grupo de expertos libertarios, Mark Littlewood, predijo durante el verano que habría “fuegos artificiales” mientras la nueva primera ministra impulsaba la reforma económica a “una velocidad absolutamente vertiginosa”.
Sin embargo, la magnitud del anuncio tomó por sorpresa a los mercados financieros y a los expertos políticos.
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